25

725 55 19
                                    

La madre que nos trajo a todos...

Eso era lo que, con un poco de música añadida, pensaba en el transcurso del partido.
Y creedme, me estaba poniendo notablemente nerviosa.

Eso de que me hubiera tenido que quedar en el banquillo sin poder hacer nada mientras veía cómo Samguk se desquiciaba en la portería junto al resto del equipo no me transmitía buenas vibraciones.

El delantero del otro equipo tenía una trama con Wanli de la que me quería enterar, porque no parecía ser muy buena y yo tenía la necesidad de estar en todo el drama siempre. Hatsumi me decía siempre que era una dramática, aunque ya me veis. La verdad es que siempre le decía que no por llevar la contraria.

Cambiando de tema radicalmente... ¿nadie había visto al entrenador del otro equipo? O sea, si el nuestro ya parecía una mosca con las gafas que llevaba, el otro parecía un vampiro o algo por el estilo. ¿Llevaría lentillas? Lo más seguro, porque tener los ojos rojos sin ser albino... ya preguntaría a alguien.

Y al final acabaría en Wikipedia, básicamente porque no tenía amigos.

Vida triste nivel: Katsue.

Odiaba con todo mi alma y mi corazón quedarme en el banquillo. Que sí, que no estaba tan centrada últimamente, y puede que me hubiera dejado llevar por mi mundo interior, pero no era nada que no se pudiera perdonar... ¿no?

Llevaba bastante tiempo observando el partido y lo que nos hacía ir en desventaja: el campo de juego. Estaba totalmente segura de que todo era trampa y que el entrenador –aka dementor– del otro equipo había tenido tiempo para descubrir los secretos bajo el suelo o que, como mínimo, le habían dado los suficientes detalles para ello.

En una película me habría encantado el juego sucio del Sector V, pero en esos momentos en los que yo era parte de la revolución, no molaba tanto. Creedme, yo siempre soy del Team Evil, o como se quiera llamar. Pero por favor, ¡era la primera vez que quería ser buena! Un poco de consideración.

De repente, me fijé en que precisamente Riccardo había robado un balón. Supuse que ya había visualizado el truco, más o menos. Se la pasó a Adé, quien fue a recibir la pelota y... Harrold Houdini se le echó encima. ¡Por los dioses!

—¡Adé! —exclamé en cuanto cojeó hasta el banquillo para que los gerentes le pusieran algo de spray—. ¿Estás bien?

Él asintió, sonriendo.

—Sí, Katsue, no te preocupes. Ha sido el golpe con el suelo lo que me ha dolido.

Apreté los puños.

—Si no me expulsaran del torneo, ese ya estaría bajo tierra.

—Katsue —enunció el entrenador—, sustituirás a Adé. Vamos.

Miré al chico que, aún en el suelo con la rodilla en alto, me dedicó una sonrisa tranquilizadora.

—Vamos, Kat —dijo—, tú estás más descansada. Servirás más que yo, ahora mismo.

Me quité la chaqueta, asegurándome de que nadie se daba cuenta de quién era en realidad, y salí al campo. Me sentía parte de la revolución. Me sentía parte de aquel equipo, del Raimon. Había momentos con ellos en los que no me arrepentía de nada. Y quería que eso siguiera siendo así, porque muy a mi pesar y en contra de mi voluntad, claro está, les había cogido cariño.
Miré a Víctor. Estaba segura de que él también lo había hecho. Esos chicos eran únicos. Todos.

Me situé en posición para que Arion pudiera sacar la falta.
Lamentablemente, Harrold pesado Houdini nos arrebató el balón en menos que canta un gallo y sacó a su espíritu guerrero. Y siendo sincera, me tenían hasta las narices de tanto espíritu guerrero. Es que parecía que solo sabías jugar bien al fútbol si tenías uno de esos.
Wanli estaba de los nervios. Ni con su supertécnica ni con la de Aitor pudieron pararle los pies a ese tiro, pero pudieron ralentizarlo para que Samguk tuviera oportunidad de pararlo.

Algo en todo aquello me olía mal.

Finalmente, el balón llegó a los pies de Lucian. El portero contrario, con una cara de creído que no se tenía, sonrió. Lo más seguro es que creyera que el chico que poseía el balón no lograría siquiera hacer que la esfera llegara a la portería. Yo sonreí aún más cuando Lucian pudo ejecutar su supertécnica. Para mí, Lucian Dark era el chico más mono del Instituto Raimon. Sin duda, iba a protegerlo hasta el final de los tiempos. Hasta que me muriese, si hiciera falta.

Y como yo predije en el fondo de mi maravillosa mente, mi querido Lucian metió el balón en la portería de lleno. No pude evitar correr hacia él y darle un abrazo de los míos, de esos que no se olvidan. Porque recibir un abrazo mío implica quedarse sin sangre en todas las venas y arterias del cuerpo. Lucian quedó blanco, pero sonriente. Y a la vez con las mejillas sonrosadas.

¡Si es que era un amor!

Los problemas volvieron a aparecer por nuestras vidas cuando hubo un duelo de espíritus guerreros entre Riccardo y el nuevo portero del Instituto Espejismo y este último pudo parar a nuestro capitán. Ese momento de confusión bastó para que Harrold aún más pesado Houdini le arrebatara el balón a Arion y se dirigiera directamente a la portería.

Empezaba a no soportarlo.

Samguk quiso frenarle, mas su supertécnica no bastaba para un balón que aparecía y desaparecía cuando le apetecía.

—Qué patético —le decía el capitán del Instituto Espejismo a Wanli. Oh, eso sí que no—. Los que no son capaces de aceptar la realidad jamás podrán hacer una revolución, y mucho menos un cobarde como tú.

Dicho aquello, dio media vuelta y echó a andar.

De eso nada, monada.

Mi instinto hizo que me interpusiera en su camino. Me examinó de arriba a abajo, como si no estuviera a su altura. Que por una parte era cierto, porque yo no era la chica más alta del mundo. Ni siquiera alcanzaba a muchas de mi edad, pero como suelen decir: pequeña pero matona. Y ese era mi instinto.

—No sé qué entenderá usted por patético, señor Houdini, pero yo creo que usted lo está siendo aún más al intentar humillar a un chico —escupí, intentando poner la mejor voz de chico que podía—. Es más, también creo que es aún más cobarde insultar a una persona que lo está intentando con todas sus fuerzas.

A lo mejor me equivocaba, pero eso fue lo que me salió de dentro en esos instantes.

Harrold me miró de nuevo y, sin cambiar la expresión de su cara, siguió su camino, dándome en el hombro.
Yo, con una mueca, volví a mi campo sin poder evitar comentar por delante de los del equipo contrario:

—Vaya, me hace gracia que solo juegue un solo jugador en todo el equipo.

[...]

Amaba a esos chicos. El partido había cambiado drásticamente con goles de Ryoma y Victor, y con el cambio de portero que el entrenador y Samguk habían propuesto en los últimos momentos. Parecía una locura, pero Jp se había esforzado muchísimo. Y por no hablar ya de Wan-Chang, quién había desarrollado una nueva supertécnica que había frenado en seco a Harrold Houdini.

El ambiente en la caravana se había levantado, literalmente. Todos reíamos y nos tomábamos el pelo entre nosotros. Estrechar lazos... eso era lo que mejor se le daba al Raimon.

Y para mí, era lo que me había llegado a integrar allí.

Vamos, equipo. Ya estamos en semifinales.

ZENSURE ERES UNA PESADA.
Espero que tengáis un buen día todos, los que tenéis y los que no tenéis clase hoy. Yo me lo pasaré haciendo el vago y celebrando que he terminado los exámenes (por ahora, que no hay que confiarse).
Os quiero. <3

CCC Tokio [Inazuma Eleven Go]Where stories live. Discover now