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A mí no se me podía poner de los nervios a menos que:

a) seas mi hermano.
b) seas Riccardo di Rigo.
c) te desplomes en el campo como hicieron ellos dos.

Todo empezó tal que así.

Más o menos a la mitad del segundo tiempo, Arion se dio cuenta de lo que estaba poniendo en juego mi hermano al jugar este partido. Así que empezó a jugar de verdad y todo cambió. Me seguía preocupando por Sol, pero los ánimos de Arion y la sonrisa de mi hermano al estar haciendo eso... no sé.

Si sonrisa se podía considerar como una mueca de dolerte todo el cuerpo, claro.

Cada vez que veía el espíritu guerrero de Sol se me hacía un nudo en el estómago. Y cuando yo hacía amago de detenerle, mi alma se encontraba en posición de encrucijada: sí o no. Y siempre ganaba el no. Arion y él se enfrentaron cara a cara y, favorablemente para nosotros, metió gol. Se me despegaron las preocupaciones del cuerpo en cuanto vi la pelota rozar la red y corrí hacia nuestra alegría de la huerta, abrazándole con un brazo sobre los hombros.

El marcador era 3-3 y quedaba muy poco tiempo de partido.

Tras el saque de centro, Riccardo corrió a robar el balón y, tras conseguirlo, siguió hacia la portería contraria. Sol le miraba fijamente a medida que nuestro capitán se acercaba. Me preguntaba por qué nadie se movía, hasta que lo vi.

—¡Riccardo, cuidado...!

Pero ya era demasiado tarde: Sol soltó toda la energía y la sombra de su espíritu guerrero empezó a aclararse detrás de él. Riccardo, a pesar de mi tardía advertencia, no lo vio venir y salió disparado por los aires.

—¡Riccardo! ¿Estás bien? —le pregunté cuando llegué a su lado.

—¡Estoy bien! —anunció él, levantándose.

Sol siguió brillando hasta que gritó y su espíritu se contrastó totalmente. A sus espaldas, miembros de su equipo emanaban su energía.

—Este es mi... no —dijo mi hermano sacudiendo la cabeza—, ¡este es nuestro espíritu guerrero!

—Estás usando tus últimas fuerzas en tu espíritu guerrero, ¡es increíble! La verdad es que nunca pensé que volarías tan alto, Sol —exclamó Arion—. Pero... no me quedaré atrás. Nuestro fútbol, el del Raimon, no será derrotado. Nosotros también uniremos nuestras fuerzas para darle más poder. Si unimos nuestro poder en uno solo, ¡podremos volar mucho más alto que nunca!

—Si ellos se han unido en paralelo como si fueran baterías, nosotros aumentaremos nuestra fuerza conectándonos en línea —se le unió Riccardo, echándole una mirada—. ¿Eso es lo que quieres decir, Arion?

Víctor asintió.

—Hagámoslo.

Me quedé en mi sitio, mirándoles. No podía no hacer nada. No podía dejar que lo hicieran sin mí. Pero si lo sacaba... no debía. A pesar de que ahora sabía que el Sector V no se había llevado a mi hermano, me quedaba algo que me hacía ver a un espíritu guerrero como algo malo. Sabía que no lo era, pero... ¡ugh, estúpida cabeza! Siempre lo complica todo.

Director Magíster, Caballero Lancelot y Alado Archipegaso se alzaron en línea y comenzaron a brillar. Sol se dispuso a marcar con su Llamarada Solar, pero nuestro trío de oro lo interceptó con todas sus fuerzas.

—¡Señor de las bestias, Grifo!

Y yo, con mis extensos conocimientos en mitología, me derretí por dentro.

Respiré hondo y me situé detrás de ellos, poniendo toda mi confianza en que no dejaran pasar el balón para que una llamarada me quemara la cabeza entera. Cerré los ojos y dejé salir todo lo que tenía dentro (que parecía poco, pero no, chicos). Sentí que la piel me ardía, pero supe plenamente que mis energías se fusionaban con las de los tres que habían sacado sus espíritus guerreros.

No hagáis esto en casa.

—¡Riccardo, no puedes perder, pardiez! —exclamó Ryoma.

—¡Aguanta firme, Víctor! —animó Lucien.

—¡Ánimo, Arion!

—¡Katsue, si acabas chamuscada, me comeré la caja de galletas de tu mochila! —gritó Aitor con ambas manos alrededor de la boca. Tuve la sensación de que recibía un codazo por parte de Gabi.

Amigos para esto.

El brillo se hizo cada vez más fuerte, supongo que fue porque yo quería mis galletas, y la bola de luz en la que se había convertido el balón entró en la red.

—¡Go...gol! ¡La supertécnica del renacido espíritu guerrero de Sol no solo ha sido rechazado por el espíritu guerrero combinado de Riccardo, Víctor y Arion, sino que además han marcado gol! ¡Han completado la remontada!

La alegría inundó el campo y el árbitro pitó el final del partido. Suspiré, cansada, aunque sabiendo que había hecho algo bien.

—¡...el Raimon llega a la final!

—¡Sol, no! —gritó Arion, de repente.

Me giré y vi a Sol tirado en el suelo. Casi me dio un infarto. Corrí hacia él y me abrí paso entre sus compañeros de equipo. Me arrodillé y le zarandeé, sin atreverme a mirarle a los ojos.

—Ay, Sol. Sol, Sol, Sol. Revive, por favor. Juro que seré mejor persona y más agradable, pero despierta. Ay, ay.

El portero del Instituto Universal me tocó el hombro.

—Pero si Sol está vivo, chica.

Ahora sí lo miré a la cara. Mi hermano se reía mirando al cielo, y me recordó bastante a Sirius Black, pero mejor no deprimirse. Le di un abrazo.

—Madre mía, solo conozco a gente que me sube la tensión.

—No tenía ni idea de que se podía disfrutar tanto jugando un partido —comentó—. Esta es una de las muchas cosas que me ha enseñado, Arion.

Y por estas cosas no quiero ser profesora: por el vacío tan inmenso que te hacen. Quien entendió, entendió.

—Muchas gracias por todo, amigo. De verdad, muchas gracias a todos —me miró—. Kat, siento habértelo ocultado todo. Este ha sido mi último partido, quiero que sepáis que me alegro mucho de haber jugado con vosotros.

Me sentí un poco desorientada cuando miré a Riccardo y perdí el hilo de la conversación que mantenían Arion y Sol. Algo no andaba bien. El estadio hizo una ovación, pero yo seguía con mi vista fija en Riccardo. Gabi, a su lado, sonreía y decía algo, pero... cayó.

Nunca me hube levantado tan rápido en mi vida. No habían pasado ni dos segundos cuando ya estaba a su lado viendo cómo los médicos lo tumbaban en la camilla.

—Riccardo...

CCC Tokio [Inazuma Eleven Go]Kde žijí příběhy. Začni objevovat