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Así que Bay Laurel...

Haber charlado con el capitán del Kirkwood a la vez que cenábamos no me resultó sólo acogedor, sino agradable. Él estuvo atento durante todo el rato que estuvimos en el restaurante; en cambio, yo estuve pensando si se notaban mucho las marcas del sudor en la camiseta. Al final, por no penar más y por querer disfrutar de la comida y la charla, me puse la chaqueta a pesar del calor que tenía.

Bay se fijaba absolutamente en todo, era observador. En cierto aspecto, me recordaba a Riccardo. ¿La diferencia? Bay no era bipolar.

Me preguntó por mí y por mi familia, también por mis supuestas dotes de capitana y maga del campo. El tema del Raimon apenas lo tocó:

—Nos vamos a enfrentar a vosotros en el próximo partido —me había dicho—, pero en eso no tengo problema. Estoy dispuesto a luchar de verdad.

—¿Cómo sé que no quieres sacarme información?

—¿Me has oído preguntar cosas sobre la formación del equipo o sobre las técnicas? —me había mirado fijamente, para luego seguir comiendo—. No, a mí tampoco me gusta el Sector Quinto. Era algo obvio.

Y le creí. Parecía muy natural.

Lo único malo del asunto es que tenía dos redacciones por hacer y... lo admito. Iba a hacerlas viendo cualquier película.
¡Cada vez que pienso en hacer algo, se me fastidia, de verdad!

Tengo la suerte en el culo.

—¿Katsue? ¿Me estás oyendo?

Negué rápidamente con la cabeza, saliendo de mis pensamientos.

—Perdona, ¿qué decías?

—Te he preguntado si no te importa que lo dejemos aquí. Hay un maratón de mis películas favoritas que ya habrá empezado —explicó, sonriendo con disculpa—. Espero que no te suponga problema.

—¿Qué películas? —alcé las cejas.

—Harry Pot...

—¡Oh, dios! ¡El cielo me ha bendecido con mi hombre perfecto! —le señalé a la vez que me levantaba—. ¡Por fin, un chico potterhead!

—¿Eso quiere decir que vendrás conmigo a verlas? —abrió la boca razonablemente.

—Ni de coña —hice un ademán con la mano—. Preferiría mil veces verla en mi cama bajo un par de mantas y con palomitas saladas.

Sonrió.

—Tengo palomitas.

Silvia no tiene palomitas.

—Llévame a tu casa, bombón.

¿Lo mejor de todo? No se asustó.

[...]

Me incliné hacia delante para que todo el pelo quedara boca abajo, y enredé mis manos en él, como peinándolo. Seguidamente, cogí la goma que tenía en la muñeca y comencé a hacerme una coleta.

—No paras de mirar al otro equipo —observó Riccardo, que se había puesto a mi lado—. ¿Qué pretendes?

—Sólo estoy observándoles para elaborar una complicada estrategia que haga que se caguen —me encogí de hombros.

—Katsue, es en serio.

—Bueno, es que Byron Love está buenísimo. Que me haga un hijo, pero sin el hijo —terminé de hacerme una coleta—. Bueno, a lo mejor es un poco mayor para mí.

CCC Tokio [Inazuma Eleven Go]Where stories live. Discover now