Capítulo 29

254 33 13
                                    

Madison

Al siguiente día nos pusimos a idear un plan pero, como ya era de esperar, con Chad no se puede hacer nada.

— ¿Quien más podría venir con nosotros? —le pregunté.

— Nadie. Cuanta más gente, menos desapercibidos saldremos.

— Y si nos pillan nos matan, gran idea.

— Pues no vamos. Aún sigo pensando que es una trampa.

— Si nos quedamos en casa y no aprovechamos ninguna pista o algo, estaremos perdiendo el tiempo.

— Yo quiero vivir ¿sabes?

— ¿Vivir con miedo? —dije retándolo con la mirada.

— No tengo miedo de nada.

— Entonces vamos.

Suspira echándose en el respaldo de la silla mientras me mira desaprobatorio.

— Iremos pero solo nosotros —dice—. Pienso que es mejor ir cuando entremos  sin inspeccionar la zona.

— ¿Y decías que querías vivir? 

— Piénsalo: si vamos pueden pillarnos y a la mierda con el plan. Llevemos solamente lo necesario pensando en todas las cosas que pueden pasar y llenemos nuestra imaginación para improvisar.

El chico no pensaba nada mal pero solo aceptaba su plan y ninguna idea de los demás. Preparamos todas las cosas en una pequeña mochila.

Al siguiente día, en el coche, no pude dejar mi curiosidad de lado de lo que vi el otro día.

— ¿Desde cuándo te gustan los hombres? —le pregunté.

— No es que me gusten sino que estoy abierto a todo tipo de cosas. Ya te dije, hay que aprovechar esta vida. Cualquier momento puede ser el último.

— ¿Has echado tu último polvo hoy? Por si morimos.

— No vamos a morir. Por mucho nos pillan y nos retienen y luego nos matan.

Le miré desaprobatoria.

— No es tarde para que saltes del coche. Pero si lo haces, házmelo saber para subir la velocidad.

— Pues no será la primera vez que lo haga...

— Chad, Chad... estás lleno de sorpresas. Como no tienes nietos y tampoco a otra persona a quien contarle todas esas anécdotas, cuéntame a mi.

Se pone a pensar y yo esperé ansiosa.

— ¿Y si hacemos un trío? —pregunta.

Esperé en vano.

— Esa no es una anécdota. —fruncí el ceño.

— Pero va a ser nuestra anécdota juntos.

— Aún espero que algún día digas algo inteligente.

— Me subestimas demasiado. Mi lado serio no es uno agradable. —dice en un tono duro.

— Este lado —hice comillas con una mano— tampoco es agradable, peor no puede ser.

Se gira para examinarme atentamente.

— ¿Qué son estos ánimos? Éstas muy graciosa hoy o hasta perversa. ¿Y si lo hacemos en el coche?

— Mejor te vas a dar una vuela y te la jalas un rato.

El resto del camino fue igual. Divertido a mi parecer pero, ¿qué puede salir mal en un día como este?

— Parece que no hay nadie vigilando la zona —dice.

— Se supone que esto es abandonado. Algunas personas aquí llamarían la atención.

Bajamos del coche y Chad tomó la mochila de la parte trasera.

— Vamos. Saca la actuación que usabas cuando te acostabas con Alan.

— Con él no necesitaba actuar.

— Tienes razón, por eso no se escuchaba nada —ríe entre dientes.

Entramos al viejo refugio y nos dirigimos a la planta en donde antes estaban los archivos. En la puerta había dos chicos. Nos acercamos. Estos, al vernos, nos apuntaron al instante.

— ¡No se muevan! —grita uno de ellos.

— Tranquilos muchachos —dice Chad—. K nos mandó para dejar unos archivos. Ella es del Sector K y yo vengo a escoltarla —ellos se miran desconfiados—. Venga Felix, soy Rowen. ¿No me recuerdas? Hicimos varias misiones juntos —al ver que aún no reaccionaba continuó—. Recuerdas la misión en donde le dijiste a una prostituta que se metiera una bomba en —le interrumpe.

— Sí, sí. ¡Pensé que habías muerto!

— Ese fue mi hermano Chad. Todos sabíamos que no íba a durar.

— Cierto —ríe—. Era un pringado —dice mientras abre la puerta.

Chad se ríe junto a ellos pero se notaba que tenía unas ganas de estamparle contra la pared. 

Al abrir la puerta, había otra puerta. Ojalá esté abierta para no perder el tiempo.

— Vigilen bien la zona, son archivos importantes. —dice Chad cerrando la puerta detrás de él.

— ¿Tienes un hermano? —susurre.

— Lo tenía, murió —saca unas ganzúas para abrir la puerta.

— Lo siento.

— En realidad no lo sientes. Si el hubiese vivido, tu estarías muerta.

¡Ups! Un día másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora