Capítulo 20

331 42 20
                                    

Madison

Se bajo del coche. No lloraré, yo puedo hacerlo, no tengo miedo por lo que se pueda venir. No sé de donde saque la fuerza para poner en marcha el coche e irme. Suerte Alan. Al llegar a casa, Chad, seguía en el mismo lugar que antes.

— ¿Por qué sigues aquí? ¿Cuál es tu plan? —le pregunté sentándome a su lado.

— No tengo ningún plan. Tan sólo estoy esperando a que vengan a por mi. Tal vez muera pero dejaré huella en la batalla. Mientras tanto, disfrutaré de cada momento. Oh si que lo haré. —asiente mientras se imagina algo que seguramente no quiera saber.

— ¿Tan poco das por tu vida?

— Tú tampoco haces mucho más. Te has quedado sólo por que eres una vaga. No te importa que te maten, tienes miedo de que Alan tenga la razón. —me da una inesperada colleja.

— No sé de donde sacas tantas ideas. —me eché hacia atrás.

— Se me da bien todo lo que hago, eso tiene uno cuando es perfecto, pero se me da mejor observar y analizar a las personas.

— ¿Y qué estás haciendo aquí? Debiste ser un psicólogo y dejar de darme tanto por saco.

— Mejor dame las gracias por quedarme contigo.

— Nunca escucharas un gracias de mi parte.

— Vas a tragarte esas palabras algún día.

No sé como puede ser tan molesto, me esta dando un dolor de cabeza. Suspiré y cambie de tema para que dejara de ser tan fastidioso.

— Lo que nos queda es luchar por vivir un día más.

— No es un día más. —me corrige— Es un día menos de vida. Nuestros días están contados.

Rodeé los ojos. ¿Podría haberse callado? No, claro que no, ni debajo del agua.

Alan

Al verla alejarse tan rápido con el coche, mi corazón late fuerte y mi cuerpo tiembla. Creo que se me quedo alguna parte de mi enganchada en ella y ahora se la llevó. Pero... ¡Yo puedo! Y ella también.

Después de salir de mi trance fuimos al lugar indicado en la carta. Era como un pequeño parque que estaba rodeado por grandes edificios. Nos sentamos en la hierba donde había sombra y me puse las gafas de sol para disimular mi mirada. Había unas cuantas personas dispersas por todo el lugar.

— ¿Ellos también estarán por la misma cosa que nosotros? —me pregunta Bryce.

— Lo más seguro es que sí. Sería raro ver a tantas personas musculosas en un parque.

— ¿Deberíamos hablar con ellos para hacer alianza por si pasa algo?

— Será lo más conveniente.

— ¡Hola, Alan! Tiempo sin verte. —dice alguien a mi costado— Pensé que estabas muerto. 

¿Cómo es eso?

Mientras giraba mi cabeza para verle, mi corazón comenzó a acelerarse inexplicablemente.

— Ace, ¿q-qué haces aquí? —dije por no saber que decir.

— Supongo que lo mismo que vosotros. Pero... aún no has contestado mi pregunta.

Parpadeé unas cuantas veces para despertar. Su presencia me causo desconcierto. Está muy cambiado, no físicamente sino que aquel cariñoso y amigable rostro, ahora se ha convertido en algo malévolo.

— ¿Cuál era la pregunta?

— ¿Cómo es que no estabas muerto?

— Bueno... —alargue— Es una larga historia.

— Entonces, puedo suponer que Madison también está viva.

— Así es.

Asiente y aprieta sus dientes intentando disimularlo sin conseguirlo.

— ¡Anda! ¿Ya tuviste hijos? —mira a Bryce y a Jimmy.

— No. —reí— ¿Cómo crees? Ella es otra integrante del bando.

En el siguiente segundo, recordé al bebé que pude tener con Mad. Aún no puedo creer que no me haya dicho nada sobre el en aquel momento. Entiendo su punto y sé que soy culpable pero era un ser humano. No tuvo escrúpulos para jugar así con la vida del bebé. Es agua pasada ahora pero yo siempre quise un hijo suyo. Que idiota soy... Negué con la cabeza. Lo mismo hice yo con el hijo que tuve con Rosie. Todo vuelve, decían...

— Alan. —me da un codazo Bryce— ¿En que piensas? Han llegado unos furgones.

Todos estuvimos atentos a ellos. Disimular no era lo nuestro. De aquellos furgones se bajó un señor de mediana edad acompañado de cinco hombres.

— Acérquense todos, están por la misma cosa. ¡Cuantos aliados! —dice el señor contento.

Nos acercamos pero parecía que algo nos retenía.

— Me alegro que hayan tomado esta decisión y déjenme decirles que es la correcta. Sin más preámbulos, suban a los furgones. Aquí los hombre y aquí las mujeres. —los fue señalando— No teman, tan sólo os llevaremos a conocer nuestra zona.

Los demás le hizo caso, se subieron a los furgones.

— Supongo que aquí empieza todo. —dije.

— Eso parece. Cuida bien de Jimmy, ¿sí? —me dice Bryce. Asentí.

Junto a Ace, subimos. Veamos finalmente a donde lleva el camino que elegí.


¡Ups! Un día másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora