Capítulo 27

250 39 17
                                    

Madison

Chad acabo rápido con la chica esa y volvió a su mundo de diversión o mejor dicho perversión. De un momento a otro, el timbre comenzó a sonar constantemente. Me dirigí a la puerta porque estaba claro que a Chad ni le hubiese pasado por la cabeza levantarse.

— Ya, ya, pare. —dije al abrir la puerta. 

— ¿Me puede decir su nombre? —me pregunta el hombre. Le mire extrañada.

— ¿Está llamando a mi puerta como un loco para preguntarme mi nombre? Mejor váyase antes de que sea tarde. —me crece de brazos.

— Necesito que se identifique.

¿Identificación? No llevo una de esas desde hace muchos años. Prácticamente puedo decir que soy quien quiera ser.

— Señor, no se lo volveré a decir otra vez, váyase. —me puse detrás de la puerta, preparada para cerrarla.

— Espera, no. Deje que me explique. —pone la mano en la puerta— Alguien me encargo que le diera una carta, dijo que era muy importante y totalmente privado. Pero necesito que me diga su nombre para saber si es la persona indicada.

Volví a abrir la puerta.

— Haber empezado por ahí. Me llamo Madison. ¿Soy yo la persona de la carta? —dije ansiosa.

— Sí, tome. —me entrega la carta.

— ¿Quien se la dio?

— No me dijo su nombre pero parecía un buen hombre y como que le urgía que le llegara la carta. —su móvil suena— Nos vemos, el trabajo me llama.

Sin más demora, entre dentro y mi instinto me llevo rápidamente a la habitación de Chad. Abrí la puerta y...

— Wow... —me quede sin palabras. Los ojos se abrieron de par en par y podría jurar que deje de parpadear por un buen rato hasta que Chad se dio cuenta de que estaba ahí parada como una estatua.

— ¿Vienes o te quedas? —dice separándose del chico al que estaba besando.

— ¿Eres...? —hice unos gestos sin sentido— Con gusto me quedaría para ver esto pero recibí una supuesta carta privada e importante pero no creo que tanto como esto. —les señale— Mejor me voy, os dejare seguir, acabar, lo que sea que estaban haciendo. —salí rápidamente de la habitación porque lo mas seguro es que haya hecho el ridículo.

Me dirigí a mi habitación y me senté en la cama. Pensé unos segundos de quien y que es lo que podría ser y si era una trampa. En mi momento de sospecha, Chad llegó a mi lado solo con los boxers.

— ¿Vas a seguir contemplando esa carta o piensas abrirla? —la toma y la mira por encima.

— ¿Ya acabaron? —volví a tomarla.

— Fastidiaste el momento así que por tu bien, mas te vale que esa carta sea de oro con letra de diamante porque —se me acerca a oído— me quede con ganas de sexo.

— Mejor la abro y luego me cuentas sobre tus fantasías con los chicos.

La abrí con sumo cuidado y también preparada para echar a correr. Al desdoblarla, reconocí de inmediato la letra. Una sonrisa se me formó en el rosto.

"Madison

Seré breve en escribirte lo que tengo que decirte. En cualquier momento alguien puede venir y seré comida para perros. Hace unos días me enteré de una cosa: en el lugar en donde estaba la primera vez nuestro bando, volvieron a llevar todos los archivos sobre todo y todos del bando. A lo que vengo a decirte es que si consigues tu archivo, ellos ya no tendrán ningún dato tuyo y serás "borrada del mapa". También podrías inspeccionar un poco la zona por si encuentras otros de sus planos. Pero antes, intenten averiguar sobre el lugar porque parece que hay varias cosas que los de este bando han averiguado y deberían saber pero, a mi, no me lo van a decir hasta prender a la misión. Iremos justamente en tres días en la noche. Recluta a otros e intenta ir antes de que nosotros vayamos. 

Ya dicho todo esto, quiero que sepas que te echo mucho de menos y pienso en ti cada día. Espero que esta carta te llegue y no me odies, sobre todo que no la rompas antes de leerla.

Te quiere, Alan."

— No lo puedo creer. —dice haciendo una pausa entre cada palabra.

— ¿Qué pasa? —le miré.

— Ni un saludo a Chad ni nada.

— ¿Cómo puedes ser tan tonto? —negué con la cabeza.

— Habla en singular en toda la carta. ¿Ya no me recuerda o creé que estoy muerto?

— O es por lo imbécil que eres o porque pensará que me has dejando sola, por imbécil o simplemente no le importas.

— ¿Ah sí? ¿Sabe lo que le jodería si estuviera aquí? —me encogí de hombros— Esto. —se me abalanza para besarme. Para poder zafarme tuve que tirarme al suelo.

— ¡Te odio!

— No me digas que no te gusta. —mueve las cejas.

— ¡Basta! Hay que centrarse en la carta. —me puse de rodillas— Deberíamos ir.

— ¿Y si es una trampa? Si lo piensas bien, él ya no está en nuestro bando. Es nuestro enemigo.

— Se la jugó por escribirme esto.

— Tal vez ellos le hicieron hacer eso.

— ¿Darnos pistas sobre nuestro propio bando? No lo creo. Además, los nuestros nos quieres muertos. Lo que significa que para el otro bando tampoco servimos. Y realmente solo perdemos la vida.

— Cada quien con su perspectiva.

— No sé tu —me levanté— pero yo voy a ir. Así que no te lo volveré a preguntártelo otra vez y tampoco rogare por ti. ¿Lo harás o no?

— Eres una pesada, ¿lo sabes?

¡Ups! Un día másWhere stories live. Discover now