Capítulo 42

105 15 13
                                    

Madison

Después de todas las preguntas que le hice a Camille, se dio cuenta que quería indagar más de la cuenta así que tan sólo vino para traerme la comida o cualquier cosa que necesitaba. Pero esto no me detenía, tengo todo el tiempo en el que Chad estará fuera para sacarle información o hasta que nos vayamos juntas. Aunque tengo que reconoces que es peor el aburrimiento que estar encadenada. Ya sé el más mínimo desperfecto de las paredes, cuantas baldosas de madera hay y cada desnivel del techo. Tan solo me queda contar los pelos del cuerpo. 

La noche tardó mucho en llegar y mis ojos estaban a punto de cerrarse cuando de pronto la puerta de la habitación se abrió. Con pasos lentos se acercó y se arrodilló ante mí pero esta vez no mantuvo las distancias.

— ¿Sigues sin querer hablarme? —me susurra al oído.

Baja con su nariz por mi cuello haciendo movimientos aleatorios. Retrocedí de rodillas hasta llegar a la pared.

— No puedes huir de mi —se vuelve a acercar.

Con una mano tomó la cadena que tenía mis manos y la levantó sujetándola contra la pared. Con las manos arriba e indefensa, le rete con la mirada. Haber que cosas podrá hacerme ahora.

— Parare cuando me lo pidas —se acerca para darme un beso. Rápidamente giré mi cabeza.

Eso no lo detuvo. Pegó su cuerpo al mío empujándome contra la pared y con su otra mano libre, me agarró del mentón. Ahora sí, me tenía totalmente atrapada. Me dio un beso apretado y hasta dañino. Al separarse, tenía unas enormes ganas de escupirle en la cara. Las condiciones en las que estaba ahora mismo no me lo permitía y menos después de lo que me hizo. Soltó mi cara para bajar su mano y acariciar mi cuerpo al tiempo en que me daba besos en el cuello. El roce de sus labios fue letal para mi piel haciéndome entrar en calor. Con su mano separó mis piernas.

— Recuerda, sólo tienes que pedírmelo y parare —vuelve a susurrarme al oído.

Acarició mi muslo con las yemas de sus dedos hasta llegar a la nalga apretándola muy fuerte. La suelta y vuelve a mover su mano hasta mi entrepierna. Desvíe mi mirada de la suya. Sin duda a él le encantaba verme de esta forma. Fue haciendo movimientos muy placenteros para aquella zona, cada vez aumentando la velocidad, poco a poco. Suelta las cadenas dejando libres mis manos. Por algún motivo no fui consiente de eso manteniendo las manos arriba. Con la mano me sube el camisón dejando al aire mis pechos. Ferozmente, tomó mi seco en su boca. Los lamió y succionó tanto como pudo. Se separó un momento para bajarse los pantalones. Comienza de nuevo a besarme el cuello y a pegar su cuerpo contra el mío haciéndome sentir su miembro. Se me escapó, sin querer, un gemido. Sentí como entre besos se le formó una sonrisa. Ese momento de debilidad lo aprovechó para besarme en la boca. Como pude, volví a zafarme de su beso. Esto no estaba bien. Yo no quería darle esta satisfacción. Si sigo así o hablo, de cualquier manera cedo ante él. Lo pensó muy bien el cabrón. Ha ganado.

— Basta Chad —murmure antes de llegar al éxtasis—. Me haces daño.

En ese instante se para. Junta su frente con la mía y me mira.

— ¿Cómo voy a hacerte daño? —dice divertido.

— Tú no eres así.

— Siempre fui así. Solo me dejé llevar un tiempo por ti —dio un inesperado puño a la pared causándome un sobresalto—. Si Alan estuviera en mi lugar ahora, estoy seguro que no le habrías detenido.

— Él me habría salvado.

— Yo le hubiese matado.

— ¿Y qué te detuvo todo el tiempo que tuviste la oportunidad?

— Él se busco la muerte con sus propias manos. Y si lo hiciera, habría perdido tu alianza.

— Así que has estado jugando conmigo todo este tiempo y ahora me usas para dar a luz a tu hijo. Espero que tengas claro que también es mío y ahora mismo tengo más derecho en él que tú.

Me mira unos segundos para luego soltarme totalmente y levantarse. Caí hacia delante en el colchón.

— Madison, realmente no entiendo que es lo que tienes en la cabeza. Lo estás entendiendo todo mal —dice decepcionado.

— Estás de coña, ¿verdad? —reí. Reí tanto que solté hasta unas carcajadas.

Chad indignado, salió de la habitación. La verdad es que no sé porqué reí tanto pero no podía parar. Salió del alma. Peor es que ahora tengo ganas de llorar. Estar embarazada no es fácil.

¡Ups! Un día másOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz