Capítulo 8

425 66 8
                                    

Madison

Después del cosquilleo con Alan, en donde me dieron unas tremendas ganas de meterle una ostia, fuimos hacia el coche. Alan se quedo mas atrás hablando con Hudson y yo me adelante para ir al paso de Chad.

— Eres un cobarde. —le dije.

— No voy a violarte.

— Eres un cobarde. —le repetí.

— ¿A dónde quieres llegar?

— A que eres un cobarde.

Ya parece irritado.

— Tan sólo te crees un tipo duro y no eres ni una mierda.

— ¿Te deje con las ganas de follar conmigo? ¿Por eso estás así? —ríe entre dientes.

— No tranquilo. —le guiñe el ojo— Montaste todo ese numerito con ninguna finalidad.

— Así que te quedaste con ganas. Podemos resolverlo.

—  Mas bien, creo que tu te quedaste con ganas pero con lo cobarde que eres no te atreviste a hacer nada. Yo tengo a quien follarme.

Mira hacia atrás y luego me susurra.

— No soy ningún cobarde. La sinceridad y lealtad me caracterizan.

Le interrumpi.

— A veces demasiado.

— Me enojaste y al enojarme me excitaste. Luego llego Alan. ¿Hubiera salido bien si nos viera así? Como dije, soy leal, y estamos en el mismo bando. —me mira analizando mi cara— ¿O eso es lo que tu querías? —asiente con la cabeza— Tu querías que nos pillara en una mala postura.

— Aunque me decepcionó, no le haría eso.

Y aquí se terminó nuestra conversación dejando en duda varias cosas. Subimos al coche y fuimos hacia la dirección de la misión.

Llegados al lugar, Chad y yo subimos arriba a verificar la zona. En el segundo piso no había nada. En el tercero, cuando iba a entrar en una habitación yendo con la pistola delante, alguien me puso una esposa en la mano izquierda. Tiro de mi haciéndome caer al suelo y pegar un grito. Chad vino al instante y le disparó. Un sacudido nos hizo mirarnos.

— Madison. —dice un poco apenado pero aún manteniendo su tono duro.

Sin entender su expresión, intenté levantarme pero tan solo en ese momento me percaté de lo que estaba pasando. Antes de dispararle al hombre, él consiguió enganchar la otra esposa al hierro de la cama.

— ¡No! ¿Qué dices? —dije mientras tiraba pero lo único que conseguí es mover la cama.

Chad salió de la habitación dejándome sola. ¿Qué podría esperar de él?

— La casa se está quemando. —dice al regresar— No tenemos salida. —se asoma a la ventana y empieza a hablar con Alan mientras yo me estaba desesperando— ¿Se lo digo?

— No, se mataría por llegar aquí.

Viene conmigo e intenta ayudarme. Busca alguna llave al hombre. Nada. El fuego ya estaba cerca de la habitación. Me senté en el suelo.

— Vete. —le dije.

— ¿Y dejarte aquí? No. —sigue intentándolo pero sólo me hacia daño aunque no se lo dije.

— Sé que no vas a quedarte a morir conmigo. Así que vete.

Me mira unos segundos. Su mirada parecía la misma pero esta vez, tenía algo más en ella.

— No sé si es pena lo que sientes o alivio. Me es difícil entenderte. Pero deja de mirarme y sal de una puta vez por esa ventana.

El fuego ya había entrado sin ser invitado a la habitación. Como un huésped infiltrado queriendo matar a todos en su paso.

— ¡Joder! No quiero dejarte aquí. Esta es la peor muerte y no creo que la merezcas.

— ¡Vete! -le grité reteniendo todas mis lágrimas.

Él se levantó, me dio la espalda pero volvió a mirarme.

— Lo siento, de verdad. —dice y se agacha para darme un fuerte y sonoro beso en la frente.

Y saltó.

Las llamas que estaban a mis pies me hizo reaccionar. Las cosas pasaron tan rápido que pareció un sueño.

Tiré de la cama para alejarme de las llamas pero ellas sólo corrían a por mi, a devorarme. No me asustaba para nada morir, estaba lista. Pero si me asustaban las llamas. Una muerte dolorosa, muy dolorosa. Comencé a temblar así que me rendí. Me senté en el suelo y miré la fiera que estaba junto a mi. Acariciando mi piel, cubriendo mi cuerpo con el calor de su pasión.

Podría escuchar la carne del hombre arder, crujir. En pocos segundos estaría igual.

Cosas malas pasan en la vida y luego esta ésta. Viendo a mi lado el futuro que estaba por venir. Siendo él el malo, su muerte fue mejor. Si es que al final yo soy la mala de la película.

¡Ups! Un día másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora