Capítulo 40: Ahora o nunca.

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Nastia me llevo hasta mi habitación y espero hasta que estuviera lista, vigilándome con sus fríos ojos verdes, cada movimiento, cada palabra que dijera y cada expresión.

Vi la fría amenaza.

Si me atrevía a voltear, a oponer resistencia, ella no tendría reparos en arrastrarme por el suelo si era necesario.

No existían limites para ella.

Y yo lo sabía.

Lo recordaba de esa vez cuando encerró a Dawson en una habitación oscura por dos días enteros luego de enterarse de su miedo a la oscuridad. Era inaceptable que un futuro jugador durmiera con la luz encendida por la noche.

Lo recordaba de esa vez en que volteó una caja llena de arañas sobre la cabeza de Edgard en el almuerzo siguiente después de que lo viera retroceder en el partido frente a las arañas de hielo de Anthony.

Las debilidades no deberían existir en sus jugadores perfectos.

Y ella ya sabia que Axel Blaze se había convertido en una debilidad para mí.

Era mi culpa, por su puesto.

Tenía que distraerla. Si le daba lo que quería en la cancha, ella se tranquilizaría. No podría alcanzar a Axel.

Tenía que jugar mejor para que la atención de Nastia Kozlov se concentrara solo en mí. En mi juego para que fuera consciente de que yo era más de lo que había esperado de la delgada niña de siete años.

Termine de atar mis zapatillas, y armando la trenza mientras salía de la habitación, por primera vez, levante mi barbilla frente a Nastia.

-Estoy lista. -declaré.

Ella entrecerró ligeramente sus ojos y dio un seco asentimiento.

-Ven. -ordenó, girando y esperando que la siguiera. -Entrenaras conmigo antes de unirte al resto de ese miserable equipo al que te han enviado.

[...]

Melanie Liddell tenía un severo dolor de cabeza que no la había abandonado desde que le habían informado que debería compartir techo con Percival Travis.

Vio a Nastia llevar a Tessa por la puerta al estadio.

Sabia que esa mujer rusa era difícil, pero era de esos males necesarios que Melanie estaba obligada a aceptar. Eric Goldman en persona había llevado a esas tres mujeres a su puerta dos semanas antes de que comenzara a entrenar a la futura selección inglesa hace años atrás.

Y cualquier tonto sabía que nadie podría contradecir a Goldman y vivir para contarlo.

Melanie hizo que los jugadores griegos salieran de la casa. Ya era suficiente con los ingleses y los japoneses bajo el mismo techo para tener que soportar a una tercera nacionalidad.

Aunque Nereo Dalaras no le desagradaba tanto como otros jugadores.

Pero no era su jugador, así que era suficiente razón para no desearlo en su cabaña.

Vio a el viejo Percival Travis aparecer bajo el umbral de la puerta y pudo jurar que su malhumor creció. La había seguido, insistiendo en la conversación que jamás terminaron.

La ultima vez Melanie se aseguro de hacerle una zancadilla, pero ni aun así el antiguo jugador se había rendido.

No volvería a lanzar su dignidad por la ventana y retomar esa conversación. Si había dejado escapar ese resentimiento que aún le guardaba fue por la impresión del primer día, pero no volvería a cometer el mismo estúpido error.

El torneo (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora