Capítulo 37: Piedras en el camino.

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El malestar acompaño a Axel hasta llegar al comedor otra vez. El hambre lo había abandonado así que solo iba a recoger el bolso que había dejado tirado en un rincón del comedor.

Dejó que Keris pasara la puerta antes que él.

-Ahí estas. -exclamó Scarlette, mirando con una sonrisa a Keris. -Te estábamos esperando.

Los pies de Axel se detuvieron abruptamente al ver a Tessa sentada en la cabecera de la mesa en el lado izquierdo, junto a la ventana que daba la vista al mar.

Su espalda derecha y su cuello erguido. Nada en su semblante dejaba ver lo que le había ocurrido solo un par de minutos atrás. Sus ojos del color del oro destellaron cuando los vio cruzar la puerta, pero rápidamente aparto su atención y la enfoco en Keris.

Los platos de comida estaban listos sobre la mesa, pero la selección inglesa no había tocado nada. Contrario a ellos, los compañeros de Axel ya estaban casi devorando el segundo plato.

Había un lugar vacío entre Hugh y Lyam que Edgard le indico a Keris que ocupara.

-Axel. -le llamó Jude en voz baja. Con un gesto de la cabeza señalo un lugar vacío entre él y Darren.

Axel se obligo a mover sus pies y sentarse en la mesa, sin poder dejar de mirar a Tessa. Buscando alguna señal de que ella no estaba bien, de que él pudiera ayudarla.

De que lo necesitara.

Pero su rostro no revelo nada más allá de una infinita calma.

De un momento a otro todos los jugadores ingleses se tomaron de las manos. Jude se tenso a la derecha de Axel de inmediato, preparándose para lo peor seguramente. Tessa se dio cuenta de eso y una sonrisa cruzó sus labios.

-Nosotros seguimos el catolicismo. -explico suavemente, demasiado amable para que fuera real, se dio cuenta Axel. -Y, por lo tanto, seguimos los protocolos correspondientes. Espero no les moleste.

Hugh extendió su mano hacia Keris y ella la tomó dudosa.

Nelly intercambio miradas con Camellia, ambas mudas de asombro mientras que la dulce voz de Tessa bendecía los alimentos. De todo lo que esperaban, jamás nadie creyó que ninguno de los jugadores ingleses obedeciera a una religión. Parecía algo absurdo considerando lo que cada uno de ellos era capaz de hacer.

Pero Tessa relució sus impecables modales, haciendo que su voz se ondulara con dulzura sobre cada palabra como si fuera la más cálida miel. Fue breve, pero recito lo típico que les enseñaban a todos desde niños.

Dar gracias, pedir por los necesitados y los enemigos. Tal vez Axel se lo estaba imaginando, pero la voz de ella se cargó en la última palabra.

Luego, la cena se reanudo con normalidad, aunque durante el resto de la velada Tessa no volvió a decir ninguna palabra mientras comía de su plato. Tranquila, sin nada que rompiera su barrera de calma en que se había envuelto.

Y eso era lo que más preocupaba a Axel, porque siempre había algo de su temperamento que se escapaba de su control. Una mueca, un destello furioso de sus ojos de oro fundido o incluso esa tensión entre sus hombros.

Algo que delatara su espíritu salvaje que latía en su interior.

Pero nada, su delicado rostro era una máscara perfecta.

Axel sintió como su estómago se revolvía. Se sentía incorrecto, como si alguien le arrebatara todo el color a una pintura, robándole su esencia. ¿Era por él? Si Keris tenia razón, y esa mujer rubia la había golpeado por su culpa...

El torneo (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora