Capítulo 28: Cenizas.

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Me sentía más liviana de lo que podría recordar jamás. Las lágrimas caían y las deje seguir. Era algo tan nuevo y emocionante. Algo que te envolvía en un remolino que no dejaba de girar. Que te estremecía hasta la raíz de los cabellos.

Era una locura.

Una vez, mi abuelo había contado la historia de la montaña bendecida en Gales. Era brutalmente grande y escarpada, de difícil ascenso y peligrosa. Rompía el armonioso paisaje se suaves colinas y lagos tan azules como el cielo. Se le decía el camino del rey, ya que siglos antes cuando aún Gales era un reino por si mismo, todos los reyes debían subir a la montaña para demostrar su inteligencia y fuerza, solo entonces podían ser coronados.

Siempre había sido una niña demasiado curiosa para mi propio bien, y sin decirle a ninguno de mis abuelos ni a Tony, me fui en la busca de la montaña.

Me había tomado todo un día y una noche subir. Recordaba haber llegado a la saliente de la punta. El aire se había hecho más denso, y mis pasos más lentos y torpes. Estaba llena de rasmillones por todas las veces que me había tropezado y más de una vez mi pie había resbalado por los bordes afilados de la montaña.

Pero al ver la vista, supe que todo había valido la pena. Las nubes flotaban perezosamente alrededor de la cima. Blancas y densas, el frio era aterrador y aún así, me moví más al borde con mis pies peligrosamente cerca de la orilla.

La caída seria brutal, pero no me parecía muy importante en ese momento.

No pude evitar extender mi pequeña mano y rozar con la punta de mis dedos las nubes. La sensación más maravillosa que podía recordar me embargo. Me lleno, y reí de felicidad, con mi mano rodeada de jirones de neblina, siendo consciente de que estaba más arriba que cualquier persona en más de cien kilómetros a la redonda.

Que era la única en ese momento que veía como el rio se ondulaba alrededor de la colina para seguir hacia al sur. Como las aves alzaban el vuelo y pasaban por mi lado para lanzar miradas curiosas a la niña solitaria que estaba en la punta de la montaña. Como el viento rugía en mis oídos y revolvía mi cabello para seguir su camino.

Era la única testigo que vio los rayos rosados del amanecer avanzar por los campos hasta tocar la copa de los árboles y como los animales del bosque comenzaban a salir de sus escondites para comenzar un nuevo día.

Había reído por minutos porque estaba rozando el cielo y porque había conseguido algo invaluable y único que era solo para mí. En medio de todo, había olvidado que un paso en falso me haría caer por el risco. Olvide todos los golpes que había conseguido en el camino y el miedo que había sentido al casi caer por el borde en más de una vez. Nada de eso importaba.

Así exactamente me sentía ahora. Volvía a estar rozando el cielo.

Entonces, la puerta se abrió y cerro de golpe.

Solo entonces me di cuenta de que había dejado de prestar atención al resto de la habitación. Di un paso atrás, alejándome de Axel y viendo hacia la puerta, sin comprender lo que había ocurrido. ¿Alguien había entrado o alguien había salido?

Celia corrió a la puerta y antes de que su mano pudiera tomar la manija, Jude le advirtió:

-No lo sigas. Ya conoces a Caleb.

Así que Caleb era quien se había ido. Me sorprendió, pero después de pensarlo un momento, comprendí que era razonable según él. ¿Cuánto tiempo había estado abrazada a Axel? Sentí como el calor subía por mi cuello. No lo sabía, y eso me dejo abrumada.

Di un vistazo a la habitación, pero me detuve en el espejo que había colgado en la pared. Mi reflejo me horrorizo.

Tenia la mitad del rostro manchada de tierra y sangre. El cabello eran un manojo de hierba y tierra. Había rasmillones que recorrían parte de mi cuello, incluso uno que cruzaba mi mandíbula. La remera del uniforme estaba rasgada a un costado, manchada con barro y con los hilos colgando. El pantalón no estaba en mucho mejor estado, y tanto como mis brazos y piernas se habían transformado en un lienzo de heridas.

El torneo (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora