Capítulo 33: Casa de locos.

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Esa noche fue la más larga para mí.

Los detectores de humo se activaron a los segundos de que el incendio comenzara en la biblioteca y en solo cinco minutos lograron llegar casi toda una compañía de bomberos a nuestras puertas.

La explicación oficial fue que hubo un accidente. Al menos eso fue lo que Iwan me dijo más tarde. Él en persona se había encargado de calmar las aguas entre las autoridades y evitar que los rumores llegaran a la prensa a la mañana siguiente.

El resto no quiso decírmelo, y cuando pregunte por Axel él fue reacio a responder.

-Esta bien. -fue lo único que dijo.

Pronto descubrí que eso sería lo único que podría saber. Lo que había ocurrido entre Axel y yo había divido la casa en dos bandos, así que nuevamente volvía a ser la chica que no pertenecía al equipo.

¿Cómo podría pertenecer yo, una inglesa que le había hecho tanto daño a Axel?

Porque eso fue lo que se leía en los ojos de las gerentes cuando me encontré con ellas en la escalera. Eso era lo que susurraban los demás cuando pensaron que yo estaba en mi habitación.

Yo, la fría y manipuladora Tessa Whitelaw le había hecho algo a Axel. Algo tan horrible e imperdonable que él no se atrevía a decirlo ni a ellos ni a nadie.

Como siempre había quienes se mantenían al margen, pero incluso ellos evitaban mirarme directamente. Shawn, Xavier y para mi sorpresa, Jude, pertenecían a este último grupo.

Iwan se molestó por la situación y en medio de un arrebato quiso que saliera de ahí.

-No tienes que soportar esto. Si tus padres no están de acuerdo, al demonio. Ve a un hotel por esta noche y mañana te reúnes con tu equipo.

Pero el sabia tan bien como yo que no podría, así que solo me limite a rodear la cama para recoger un par de zapatos y lanzarlo a una de las maletas.

-Es mi deber.

Como capitana de Los caballeros de la reina tenía que permanecer aquí.

Iwan apretó tan fuerte la mandíbula que oí el chasquido de sus dientes. Me miro furioso, con sus ojos rojizos destellando con todas las palabras que no podía decir.

Pero no insistió más.

De todas las personas que conocía, Iwan sin duda era el que mejor conocía la presión del deber. Era algo que le pertenecía a una sola persona, y si fracasabas, llevarías el peso en tu consciencia por siempre.

Me ayudo a armar las maletas, y consiguió cajas en la cocina para guardar lo que se había quedado sin lugar en las valijas.

Y también se ofreció a quedarse, casi sin esperanzas, porque sabía que eso traería más problemas que soluciones. Su madre y su padre se volverían locos si descubrían que su único hijo no había llegado palacio esa noche.

La puerta, sin embargo, pudo arreglarla. Resulta que Axel no la había quemado por completo, así que entre ambos desarmamos la mesita de noche, vacía de todas mis pertenencias, y la dividimos en las partes que necesitaríamos.

Usamos esa madera para clavarla en los lugares que le faltaban a la puerta. El me enseño como podía formar una bisagra a partir de un par de pendientes de metal que había estado dispuesta a sacrificar.

Tal vez fui yo quien derritió el metal con mi aura, pero las ordenes de Iwan hicieron posible crear un par de bisagras funcionales.

El resultado final había sido algo horrible. La puerta que era blanca en un principio ahora tenía parches de madera rojiza por aquí y allá. Habían partes ahumadas y otras amarillentas, pero funcionaba así que Iwan y yo nos dimos por victoriosos.

El torneo (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora