Capítulo 17: Hasta los mejores caen.

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Moví el labial con cuidado sobre mi hombro, y el dibujo comenzó a cobrar vida en perfectos y cuidadosos trazos morados. Al terminar, lo admire por un minuto, comprobando que no hubiera ningún error antes de volver a acomodar la remera en su lugar nuevamente. Ayer, luego del entrenamiento, había practicado al menos dos horas en repetir el mismo dibujo sobre hojas de papel hasta que logre hacerlo perfectamente.

Todos en el equipo llevaban el mismo dibujo en la misma parte del cuerpo. Un lugar que quedaba oculto debajo de la remera, escondido de las miradas de Los lobos blancos

Guarde el labial con el que había hecho el dibujo dentro del bolsillo de mi pantalón. Dos horas atrás había cargado el labial con un poco de mi aura para realizar los dibujos.

Al principio los demás se habían mostrado bastante escépticos al ver que estaba dibujando con un labial, pero los persuadí rápidamente de que era lo mejor, ya que duraba al menos doce horas sin borrarse.

Además, el color era fantástico. No cualquiera tenía ese labial, y deberían sentirse honrados en que yo lo ocupara en algo así.

Aun así, los demás no vieron con buenos ojos que tuviera purpurina.

-¿Sabes que le ocurre a Axel?-me pregunto Nathan en voz baja.

Termine de atar los cordones de las zapatillas. Mire disimuladamente a Axel que se encontraba sentado en silencio en la banca de enfrente. El partido daría inicio en veinte minutos, y sin embargo había actuado de esa forma tan extraña desde ayer en la noche.

Cuando había tenido que dibujar sobre su piel, había preferido correr diez horas sin descanso antes de permanecer con él, manteniendo la calma mientras el dibujo tomaba forma. Él no había soltado ni una palabra además de un gracias cuando termine el dibujo, sin ni siquiera atreverse a mirarme.

-¿Por qué debería saberlo?-dije en un susurro.

Nathan suspiro.

-Cada vez que alguno de ustedes le ocurre algo, normalmente tiene que ver con algo que hicieron ustedes mismos.-respondió.

Reforcé el nudo de las zapatillas.

-Pues no tengo ni la menor idea ahora, ni le he dicho nada.-asegure con firmeza.

Nathan asintió, y volvió a mirar a Axel, intentando averiguar que le ocurría esta vez.

Yo también tenía mis dudas sobre Axel, desde ayer en los vestidores que no se había atrevido a mirarme a los ojos, y sospechaba cual era la razón. Apreté los dientes, forzándome a empujar todas las emociones al fondo, a un lugar donde no pudieran molestarme. No importaba, y no debía importarme. Todos tenemos cicatrices, tanto por fuera como por dentro, no debía importarme que pensara él de las mías. Eran horribles, lo sabía, pero eran un recordatorio.

Acomode las calcetas en mis piernas como por décima vez con cuidado. Aún tenía todas las heridas de ayer, y algunos moretones ya habían comenzado a cambiar a un enfermizo color purpura.

-Solo quiero hablar con ella un minuto.-la voz de Robb nos llegó a todos desde detrás de la puerta.

-Lo lamento. Todos los jugadores deben permanecer en sus vestidores.-respondió la voz implacable de uno de los guardias que permanecía vigilando la puerta de nuestro vestidor.

El entrenador levanto la mirada de un par de papeles que estaba revisando pero no hizo ningún ademan de levantarse para ver que ocurría.
Todos los demás miraron en dirección a la puerta.

-Por favor, no demorare nada.-insistió Robb.

-Jugador Aquilla, si no vuelve a sus vestidores, me veré obligado a llevarlo yo a la fuerza.

El torneo (Inazuma Eleven-Axel Blaze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora