4. El día "Rojo" de Rex. (IV)

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La puerta se cerró.

Rex se tumbó en el suelo de rodillas, se quitó su gorra de lana de color verde oscuro, dejando a la vista su cabellera marrón, y se la llevó a la cara ocultando sus lágrimas. Lloraba descontroladamente. Su madre al verlo se arrodilló junto a él, y lo abrazó acompañándolo en el sufrimiento. Ambos lloraron en silencio por un buen tiempo.

*****

- ¿Qué hacemos ahora?-Preguntó Rex desanimado, recostado boca arriba sobre un sofá que había en la sala.

-Esperaremos a tu padre... sé que volverá. -Respondió su madre con temple, sentada en una silla a su lado. Para ser la única mujer de la casa, siempre fue de carácter fuerte y decidido, quizás por la misma razón de ser la única mujer de la casa.

-Ya pasaron quince minutos... no creo que...

-Yo creo que sí. -Interrumpió Marta.

- ¿Cómo estas tan segura? ¿Cómo puedes conservar la calma así?

-Porque confió ciegamente en tu padre, es un hombre fuerte. Lo logrará.

- ¡¿Cómo lo sabes!? - Gritó Rex alterado. -Es imposible saberlo... no puedes simplemente confiar... ¡No en esta situación!

Marta encarno una ceja, y miró a su hijo con gesto reflexivo. - ¿No confías tú, en que Sofía este viva?

Rex se incorporó hasta estar sentado correctamente y miró a su madre. -Si... confió en ella. Aunque no lo sé, quizás deba dejar de darme falsas ilusiones.

- ¿Falsas ilusiones? Entonces... ¿Crees que Sofía está muerta?

- ¡No! Pero...

- ¿Sientes que está viva? ¿Lo sientes? -Preguntó Marta sentándose junto a su hijo en el sofá. - Porque yo lo siento, en los más profundo de mi corazón. No me preguntes como. Pero yo sé que tu padre está ahora vivo, luchando por nosotros. Y sé también, que tú sientes que Sofía también está viva.

Rex desvió la mirada en algún lugar del suelo y no dijo nada más. Se perdió en sus pensamientos... < ¿Es cierto?> Lo que su madre decía parecía una locura, pero intentó reflexionar un poco en ello. A pesar de todo lo que había visto, de todos los peligros que acontecían. Si, realmente pensaba que su novia aun vivía. Pero no estaba completamente seguro, simplemente una corazonada, una esperanza. < ¿Puedo fiarme en una simple corazonada?> Rex no estaba seguro, intentó imaginar como su novia podría haberse salvado. Quizás tuvo que hacer una entrega fuera de la ciudad y pudo escapar del humo cuando el misil exploto. Quizás ahora esta buscándolo a él y está pasando por las mismas dudas. O quizás no...

- ¡Mierda! No sé qué pensar... ¿Qué debo...?

Pero no pudo terminar la frase, unos fuertes golpes se escucharon desde la puerta principal, ambos se alertaron y se pusieron instantáneamente de pie a la vez. Pero se aliviaron rápidamente al escuchar una voz familiar, una voz que Rex creía que nunca volvería a escuchar.

- ¡Marta, Renzo! Déjenme pasar.

- ¡Roberto! -Gritó Marta con lágrimas en los ojos, mientras corría como un rayo hacia la puerta.

- ¡Papá! -Dijo Rex, que fue el primero en llegar y abrirle.

Roberto entró rápidamente y cerró la puerta a sus espaldas, inmediatamente después se recostó contra la pared y se deslizó suavemente hasta quedar sentado en el suelo. Jadeaba y sudaba a mares, cerró sus ojos un momento y dio un gran suspiro que denotaba agotamiento. Parecía haber corrido una maratón... tres veces seguidas. Su ropa estaba rota, le faltaba una manga en su camisa, su cabello grisáceo tenía manchas de sangre, Rex no estaba seguro si eran de él, o de alguien más y su brazo...

Z El Señor De Los Zombis (Libro I) Versión ClásicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora