Capítulo 35: Sirio mío...

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Me sorprendí por lo que había dicho, pero luego recordé.

—Sí, debe ser —respondí—. Fui la última en aceptar formar parte del equipo de investigación de la toxina.

—Sí, esa misma —interrumpió—. La señorita Ramos, su tesis sobre toxinas ganó varios premios. Incluso salió en la sección de ciencia en las noticias.

—Sí, bueno, no lo esperaba, nadie ve esa sección.

—Pues nosotros sí, usted dijo que solo requería de la toxina correcta, y se la dimos, pero ha estado ocasionando algunos problemas con base en eso... —Se empezaron a acercar a nosotros. Sirio se puso parcialmente delante de mí. Los hombres quedaron a unos pies de distancia—. Quiero pedirle personalmente que deje de causar problemas —continuó—. Créame que tener a un evolucionado de tu lado no le va a ayudar —agregó, mirando de lado a Sirio.

—No, quiero que por favor usted entienda. No debe usar la toxina, nos matará a todos, además, los H.E. no son el problema.

—Oh, lo son.

—No, el problema lo causamos nosotros al atacarlos.

Los hombres rieron.

—Está loca la pobre —dijo uno de ellos, ganándose el gruñido de Sirio en respuesta.

El gobernador les hizo callar y me miró de forma seria.

—Si mal no recuerdo, sus padres murieron por culpa de unos evolucionados.

—Lo sé. —Tragué saliva con dificultad—. Eso también quería preguntar...

Frunció el ceño.

—Me intriga, jovencita.

—Quiero saber dónde están sus cuerpos, sé que no están en donde deberían.

—¿Y yo cómo iba a saberlo?

—Usted debe saberlo —insistí de forma tosca.

—Ustedes quedan bajo arresto por irrumpir ilegalmente en las instalaciones del gobierno y por promover caos —empezó a decir uno de los hombres—. Ahora, por favor, los evolucionados se deben entregar por las buenas o por las malas.

Sirio se tensó al instante, una puerta se abrió e ingresaron muchos evolucionados, quizá serían unos veinte.

—Jovencita, usted no quería aceptar ingresar a la investigación. Su presencia era primordial por sus conocimientos, como ya ve, nos había fascinado su perfecta tesis. Por otro lado, sus padres amenazaron con divulgar lo que pasaba, por eso ocurrió ese accidente, así usted aceptó, y ellos estaban fuera del camino. Dos pájaros de un tiro —explicó.

—¡¿Qué?! —gruñí.

—Sí, tal y como lo supone, nuestros evolucionados iniciaron el ataque... Ah, espere. —Se acercó más, quedando a un pie de distancia—. ¿Usted creía que podrían haber estado vivos? No fantasee.

La rabia y la desilusión me golpearon e inundaron. ¿Cuántos ataques de evolucionados habían sido reales y cuántos de parte de nuestro propio gobierno? ¿Mis padres fueron víctimas de su trampa solo porque querían crear su estúpida arma y no ser delatados?

—¡Cómo se atreve! —grité con lágrimas en los ojos, queriendo darle un empujón, pero el hombre intentó darme un golpe en respuesta y todo fue caos.

Sirio se le había abalanzado y los otros evolucionados habían reaccionado y lanzado al ataque en respuesta.

—¡Sirio! —grité desesperada, buscándolo con la mirada.

Ojos de gato Tentador [La versión de ella]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora