Capítulo 5: Leyendas y sospechas

101K 5.2K 1.4K
                                    

Me encontraba mirando por el microscopio cuando Rosy se me acercó, llevaba consigo una pequeña cajita.

—¡Feliz cumpleaños!

Sonreí. Oh, claro, ahora tenía veinticinco años, y por supuesto que no estaba emocionada por ello. Marcos apareció a su lado.

—Es de parte de los dos, por cierto —replicó él.

—Yo fui la de la idea —dijo Rosy.

—Pero el setenta por ciento de la inversión fue mía —le reclamó.

—Chicos gracias, en serio.

Tomé la pequeña caja y la abrí. Adentro había un bonito collar con un dije de plata, tenía la forma de un gato. Quedé observándolo con una sonrisa.

Rosy se acercó a decirme algo al oído.

—Pensé en que te haría recordar a alguien —susurró.

Tenía razón pero era un poco al revés. Los gatos no me recordaban a Antonio, era Antonio el que me hacía pensar en un gato de ojos verdes. Reí bajo.

—Gracias, me encanta —dije mientras me lo ponía.

—¡Sí! —exclamó ella—. Bueno te dejamos continuar.

Rosy se fue. Marcos estaba algo pensativo, sabía que tenía algo que decirme. Me senté a seguir con el microscopio esperando a que se animara a hablarme. Se sentó a mi lado y jugueteó un poco con los dedos.

—Marien... —dijo finalmente—. Debo decirte algo.

—¿Sí? Dime —respondí de forma casual.

—Es la última vez que te molesto con tema así que, por favor, te pido que me escuches... —habló nervioso.

Suspiré.

—Bueno, ya sospecho de qué me hablarás.

Se juntó más a la mesa y se aclaró la garganta.

—Entré a la biblioteca en la ciudad, y encontré un par de libros. Uno cuenta que los ángeles brillantes bajaron del cielo y actuaron en secreto, creando un castigo para los humanos. El otro libro me interesó más, era de más de mil cien años. Hablaba sobre leyendas de extrañas personas con características de animal.

—Hum, ¿cómo qué? —cuestioné mientras cambiaba la muestra del microscopio.

—Esos seres eran descritos como humanos, con una fuerza tremenda, siendo capaces de luchar cuerpo a cuerpo con animales como panteras y osos. Además tenían garras, enormes pupilas rasgadas y los dientes caninos más desarrollados, como colmillos... Sin duda es la descripción de los evolucionados.

—Sí, así veo, ¿y qué es lo que tiene ese libro que te ha hecho venir a mí?

—Narra que estos seres no hacían acto de presencia cuando eran jóvenes, siempre se presentaban ya adultos, lo que crea el mito de que cuando son jóvenes no están al cien por ciento de su capacidad...

—Es una leyenda —le interrumpí.

—Ya pero... piénsalo, nosotros tampoco sabemos cómo son de jóvenes, no podemos penetrar su territorio entre la cordillera, gracias a esas sociedades protectoras que alegan que porque siguen siendo humanos no podemos hacerlos volar...

—Eres un genocida —dije entre risas.

—Bueno, no iba a eso —rió también—. Ahora piensa en esto... Un joven H.E, no tiene garras aún, ni pupilas rasgadas, no se le han desarrollado los caninos, pero ya tiene suficiente fuerza como para noquear a otro H.E adulto.

Ojos de gato Tentador [La versión de ella]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora