Capítulo 26: Nueva compañía

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Marcos pareció alarmarse al notar mi expresión.

—No, no, no. No estés pensando en cosas raras, ¿eh? Ya te dije, yo pienso mucho, pero si algo es cierto es que ahora ya no podemos cambiar el pasado. Te veo feliz y no quiero que cambies, ¿bien? Intentaremos hacer algo de algún modo con esta especie de guerra tonta, no hay que rendirse aún... Perdón...

Asentí lentamente y volví a mirar al microscopio, sentía que el mundo había estado a punto de quebrarse en pedazos a mí alrededor, pero ahora volvía a estabilizarse.

—Además quiero estudiarlo más —continuó. Rodé los ojos intentando no sonreír—. Esa noche cuando Rosy le llamó Anthony, él volteó a verla como si le hubieran llamado así toda su vida, eso significa que sus mentes han evolucionado para estar completamente atentos a su entorno en todo momento, y recordar mejor las cosas. Si alguien me llamara por mi segundo nombre yo no reaccionaria, no estoy acostumbrado.

Sonreí nuevamente.

—Eso es verdad, además, ellos se identifican con el olor, escuchan mejor, y ven más colores también.

—Vaya, ¿ya ves? Hace un tiempo creíamos que no eran capaces de sentir, o de amar como nosotros, pero lo veo a él, y sin duda lo hace. Incluso puede que de una forma en la que nosotros no. Si su cerebro tiene áreas más grandes para sus sentidos, significa que ha de sentir y amar tu olor y el sonido de tu voz de una forma muy distinta a la que tú lo haces. Sus mentes trabajan distinto gracias a que la información que viene del mundo exterior es más intensa y contiene más datos de lo que nosotros podemos percibir.

Suspiré, sonriendo como tonta de nuevo. Era verdad, no me había detenido a pensar en eso, qué tonta había sido. Quizá era por eso que él insistía tanto en que lo suyo era "eterno", porque algo en su interior lo sabía. Los miedos se disipaban, me sentía culpable por dudar.

Continuamos en silencio, y la espera para verlo se me hizo eterna, ya quería lanzarme a sus brazos.

Después de almorzar fuimos al campo de entrenamiento y nos dejaron entrar sin problemas. Algunos hombres ya se estaban retirando y conversaban sobre el día. Logré escuchar que alaban a Max por traer a un H.E., que les había derribado a todos, y lo adoloridos que estaban.

Salimos al enorme campo y vimos que había todo un circuito preparado. Dos maniquíes al final, eran maniquíes articulados, podían ponerse en distintas posiciones. Sirio estaba a un extremo, llevaba la camisa azul marino y el pantalón negro, igual que Max.

Marcos y yo nos miramos y nos encogimos de hombros. Al parecer estaba esperando algo. Pude ver a Max en una esquina frente a un tablero.

Alzó un brazo y Sirio se lanzó a correr como una bala.

—¡Oh! —exclamó Marcos—. Es más rápido que otros, ¡¿qué velocidad alcanzará?!

Ambos dimos un ligero brinco de sorpresa cuando brotaron llamas de la tierra. Sirio dio un largo salto sin problemas, en ese mismo instante una bala de cañón salió disparada desde algún lado que no pude identificar y Sirio la esquivó agachándose al aterrizar en el suelo.

Continuó corriendo, trepando por una especie de montaña de neumáticos en tiempo récord, corrió cuesta abajo y se lanzó hacia un maniquí que recién veía yo. Lo golpeó, el maniquí cayó al suelo y se le desprendieron los brazos y la cabeza por el impacto.

—Ouch —murmuró Marcos.

Sirio estaba esquivando unas grandes esferas de trapo, o quizá contenían arena, no sabría decir. Le asestó un zarpazo a una y la mandó varios metros lejos. Pude ver cómo la esfera se había roto, revelando las pequeñas piedras que tenía dentro.

Ojos de gato Tentador [La versión de ella]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora