Capítulo 24: Acoplándonos

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Salimos del edificio de seguridad, tenía mi mano aferrada a la de Sirio.

—Sabes que no es necesario que hagas esto —le dije en voz baja procurando que solo él me escuchase—, el gobierno también me paga. Intentaremos detener la lucha, pero no quiero que te involucres. Compraré un departamento y nos iremos ahí.

—Marien —dijo con su suave voz grave—, has cuidado mucho de mí, siempre me inculcaron que debía cuidar de mi familia cuando la tuviera, y ahora quiero hacerlo, desde que te vi, quise cuidar de ti.

—Lo harás, pero no significa que yo no vaya a cuidarte también, no voy a dejar de protegerte, no aguantaría que te separaran de mí.

—Quiero sentirme útil, quiero estar listo en caso de que Orión llegue a encontrarme un día. No quiero que se atreva a tocarte.

—¡¿Y crees que yo estaría feliz si llega a tocarte a ti?! —pregunté intentando medir mi tono de voz.

Marcos se nos acercó y respiré hondo para calmarme.

—No le hagas caso a Max, Antonio. Aunque a mí me gustaría entrenar con ellos, en vez de estar ahí en el hospital. —Le lancé una mirada de advertencia para que se callara y me miró asustado—. Está bien, bien, lo siento —dijo—. Solo decía.

Suspiré.

—Sí bueno, lo siento también —murmuré con tristeza.

Caminamos en silencio unos minutos hasta que Rosy me jaló hacia un costado y me habló en voz baja mientras continuábamos caminando.

—Amiga, tranquila, todo está bien. Mira, he pensado que si te parecería bien ir a ver una película o algo y luego los dejamos a ustedes solos para que tengan una especie de luna de miel, ¿eh? —sonrió de forma picara.

No pude evitar reírme, Sirio me miró y sonrió con alivio. Me aclaré la garganta.

—Rosy, no... Ya te expliqué que ellos llevan la vida un poco diferente...

—¿Qué? Pero su anatomía es igual a la de los hombres humanos, y ya sabes a qué parte de su anatomía me refiero.

Volví a reír.

—No es eso —dije sonriente.

Decidí explicarle lo que sabía sobre las reglas de los evolucionados mientras caminábamos tranquilamente por la calle. Marcos le hacía preguntas a Sirio, seguramente sobre sus cualidades. Había oscurecido bastante pronto, así que ya no me preocupé mucho porque la gente viera sus pupilas.

Conforme le iba explicando a Rosy las cosas que sabía sobre los H.E., lucía más sorprendida.

—Vaya... ¿entonces es un milagro que Antonio se haya enamorado de ti?

Reí levemente.

—No lo sé, él no sabía lo que estaba sintiendo, solo sabía que yo «le encantaba» de alguna forma y ya.

—¡Aw! —exclamó—. ¿Y cómo fue que te lo dijo? Se han besado al menos, ¿verdad?

Sacudí suavemente la cabeza sonriente. Me sentí avergonzada.

—Fue por un loco impulso mío... —Escogí con cuidado lo que le podía contar. Alcé la vista y miré de reojo a Sirio, una leve sonrisa se asomó en mis labios—. Te conté que Antonio traicionó a uno de los suyos por salvarme, ¿verdad? —ella asintió feliz—. Bueno, estuve encerrada en una celda por unos pocos días, creyendo que no lo volvería a ver. Así que cuando lo vi aparecer, yo... No sé, creí que era algún otro sueño mío en los que él estaba conmigo... y lo besé.

Ojos de gato Tentador [La versión de ella]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora