Capítulo 34: Plan en marcha

Comenzar desde el principio
                                    

—Eres preciosa —susurró.

Lo besé apasionadamente. Me senté en el escritorio mientras lo atraía hacia mí con mis brazos y piernas, envolviendo su estrecha cadera.

—Te amo demasiado —le dije con urgencia—, no quiero que te separen de mí.

—Sabes que yo también te amo —murmuró contra mi oído—, y no lo harán, tranquila.

Vibré con su voz y sonreí mordiendo mi labio inferior.

—¿Sabes? —Sonreía de nuevo y eso me alegraba y aliviaba—. Conté los pequeños lunares de tu piel, bueno... —Ahogó una corta risa—. Los que he logrado ver en esos momentos de desenfreno.

Reí entre dientes.

—Bueno, ya que estamos solos, puedes terminar de contarlos...

—Debo dejarte descansar bien.

—Hey, ya descansé todo el día como una marmota. —Deslicé mis manos debajo de su pantalón para tocarlo, cerró los ojos y frunció el ceño, absorbiendo aire entre los dientes.

Mostró su traviesa y caliente sonrisa, y de un momento a otro terminamos en la cama, amándonos con locura. Bastaba una amenaza de muerte y esto era lo que ocurría.

Acaricié e incluso creo que arañé su espalda con suavidad mientras él me besaba, calló mis suaves gemidos mientras me hacía suya. Besó mi cuello gimiendo bajo en su garganta, traté de guardar silencio ya que en esta edificación había tres evolucionados más, con un estupendo oído, pero repetidas veces me perdí, llena de gozo, sin poder medirme.


***

Respiré profundo y calmado, recuperando mi aliento. Sonrió contra mi mejilla y me besó. Sonreí también, momentos como este eran únicos y me hacían sentir que todo estaba bien... que todo estaría bien. Que él era mío y que eso no iba a cambiar, que estaría en mis brazos siempre, que había nacido para mí.

Suspiré, en verdad deseaba poder escapar de todo, pero al haberlo visto tan animado más temprano, ya no sabía si sería lo mejor, y más si yo tampoco sabía si iba a adaptarme a su mundo.

—¿Sucede algo? —preguntó.

Me acurruqué más contra su caliente cuerpo, sonriendo y cerrando los ojos.

—Veo que te adaptaste bien a mi mundo, pensé en que quizá querrías quedarte un poco más luego de que todo acabe, si logramos hacer que la gente acepte a los evolucionados.

—¿Por qué? —Acarició mi cabello mirándome con preocupación.

—Bueno, has hecho amigos, sobre todo con los otros evolucionados.

Me sonrió con dulzura.

—Mis congéneres no van a quedarse aquí por mucho tiempo, ellos quieren recobrar sus vidas. Pero descuida, si así lo deseas, podemos quedarnos, e ir a visitar.

Entristecí. De pronto sentí que lo estaba queriendo separar de su mundo y sus padres de forma egoísta, sin siquiera haber sido consiente de ello, solo porque tenía cierto miedo a no poder adaptarme.

—Lo siento.

—¿Por qué te disculpas?

—Me encantaría ir contigo a tu ciudad, pero, ¿qué pasa si no puedo acatar todas las normas?

—Está bien, recuerda que te dije que seas tú misma, no necesito ni quiero que acates las normas, te quiero a ti con todas tus muestras de afecto, llévame de la mano, abrázame, e incluso bésame, si es eso lo que se te antoja.

Ojos de gato Tentador [La versión de ella]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora