Capítulo 32: La noche apenas empieza

Start from the beginning
                                    

—Por cierto —dije luego de sonreír como adolescente enamorada—. ¿Qué le pasa a Max?

—Er... —Se rascó la nuca—. Lo sé, está molesto, pero no le presto atención, es que ayer me escapé y lo amenacé.

—Solo le dijiste que no te interesaba salir con otras mujeres.

Me miró con algo de vergüenza.

—Sí, eso... y...

Arqueé una ceja, sonriendo con diversión. ¿Qué más había hecho este chico?

—¿Y?

—Yyyy... le di a entender que si se atrevía a invitarte a salir, le rompería todos los huesos...? —confesó y tensó los labios mirando hacia abajo. Rompí a reír. Ahora sabía por qué Max estaba tan molestoso, lo estaba poniendo a prueba, como si se tratara de un juego. Hombres. Puso una mirada seria unos segundos—. No te ha estado molestando, ¿o sí?

Negué en silencio.

—Eres un celoso —me burle de él, tomando el cuello de su camisa y trayéndolo a mí para darle un beso.

—No lo soy —susurró dándome otro beso—. Solo no quiero que te molesten.

—Estoy bien —susurré en respuesta—. Solo te amo a ti.

Asintió con la cabeza manteniendo su sonrisa.

—¿Vamos? —Se apartó tomando mi mano—. Quiero acabar pronto con esta jornada.

Sonreí más.

—Sí, yo también.

Bajamos y él continuó con lo que tenía que hacer. Quedaron en que llevarían a Sinfonía hacia la salida de la ciudad a la mañana siguiente, pero antes Sirio y los otros evolucionados me acompañarían a hablar con alguien cercano al gobernador. Tal vez que exageraban en cuanto a cuestiones de seguridad, pero era un plan que Max estaba armando para averiguar qué pasó con mis padres, así que por algo sería.


***

Rosy se despidió de Ácrux con una leve sonrisa que él correspondió. Era hora de volver y cenar, aunque yo por mi parte, recordé la noche anterior y la mañana, y mis mejillas empezaron a calentarse, indicando que me había ruborizado nuevamente.

—Hey jovencita —dijo una grave voz a Rosy, al mismo tiempo que la retenía con un leve toque en el hombro, ella volteó al reconocer que era Ácrux—. ¿Gustas cenar con nosotros?

Rosy me miró como pidiéndome una opinión y sonreí, no tenía nada de malo. Volteó enseguida.

—Claro —le contestó sonriente.

Se fueron.

Suspiré y continuamos caminando alrededor del campo cercado para llegar a la entrada posterior del hospital. El sol apenas iluminaba el cielo, pronto se haría oscuro, el silencio era tranquilizador. Miré de reojo a Sirio y parecía estar tranquilo, observaba el campo vacío, o más bien el enorme bosque que se extendía del otro lado. ¿Extrañaría el contacto con la naturaleza? ¿Extrañaría su ciudad?

Quizá hubiera sido bueno que acompañara a Sinfonía, así podría ver a sus padres... Quizá podía decirle que lo hiciera, era lo mínimo que podía hacer por él. No iba a estar solo, así que Orión no iba a poder atacarlo... Quizá. Era por mí que estaba aquí, comprendiéndome y cuidándome mientras que yo solo me ponía insegura tras cualquier pequeñez que ocurría.

No, no, Orión todavía estaba lanzando amenazas, significaba que quizá los ancianos líderes no habían anulado su castigo. Si le pasaba algo jamás iba a perdonármelo...

Ojos de gato Tentador [La versión de ella]Where stories live. Discover now