Capítulo 29: Cita oficial

Comincia dall'inizio
                                    

—Eh... —Me había acordado de otro detalle que seguro traería problemas—, nos quitaron nuestros teléfonos en la alcaldía y seguro los usarán para encontrarnos, aparte de que saben nuestros nombres —dije preocupada.

—Hum, sí bueno ya los bloqueamos, y estamos al lado, así que están seguros —respondió—. Tenemos información como para hundirlos.

—Gracias por todo.

Bajamos de la camioneta y entramos al hospital. John y Marcos corrieron a nosotros.

—Locas —nos riñó Marcus—. ¿Cómo se les ocurre ir solas?

—Es mi culpa —dije—, yo quise ir.

—¿Pero están bien por lo menos? —preguntó John.

—Sí, por ahora —volteé a ver a Sirio y lo tomé del brazo—. Ven, quiero ver tus heridas.

Hice que se sentara en una camilla y desabroché los botones de su camisa. Suspiré ante la ironía, yo que quería hacer esto pero no para tener que curarlo. Él me miraba atentamente, sus ojos felinos siempre penetraban hasta lo más profundo de mí, me desarmaban. Le sonreí con dulzura.

—La tela de la camisa de los de seguridad es bastante especial —comenté.

—Sí, así decía Max y ya lo comprobé. —Sonrió—. Altair me hubiera arrancado la carne de no ser por esta tela.

Tensé los labios, era un alivio, pero de todos modos me angustiaba la idea. Los colmillos sí habían traspasado, provocando el sangrado, ahora tenía dos enormes moretones en donde estaban las mordidas. Tomé su rostro y besé su frente.

—Estarás bien —le susurré.

Ladeó el rostro mientras se acercaba más a mí, pegando con delicadeza sus labios a los míos. Adoraba esa forma que a veces el tenía de iniciar un beso, de algún modo lo sentía tan puro que no podía resistirme.

Me apoderé de su labio superior mientras él poseía mi labio inferior. Alguien se aclaró la garganta haciéndome reaccionar y separarme de él.

—Bueno, es hora de dormir —comentó Marcos.

Sacudí la cabeza. Qué molestoso. Sirio se acomodó la camisa subiéndola a sus hombros con un rápido movimiento y bajó de la camilla.

—Buenas noches —les dijo a los que nos observaban.

Moví mi mano para despedirme de ellos mientras mi Sirio me tomaba de la otra y nos íbamos. Pude ver de forma fugaz que Rosy sonreía de forma pícara, ¿se pensaría que haría cosas con Sirio esta noche? No, él necesitaba descansar. Me reí en silencio, Rosy no cambiaba, pero me alegraba verla más animada y que no le hubiera pasado nada malo por mi culpa.


Entramos a nuestra habitación, prendí las dos lámparas que había en los veladores a los costados de la cama. Era la primera vez que lo hacía, lucía mejor que con la luz del techo, y decidí dejarlo así.

—¿Gustas que me duche primero? —me preguntó mi joven amante.

Volteé a mirarlo. Sí que luciría como un amante, con la camisa abierta y fuera del pantalón, si no fuera porque estaba con algunas vendas y manchas de sangre. Reí en silencio nuevamente y asentí.

Mientras se duchaba revisé el armario, hacía días que ya tenía varias camisas del uniforme de los de seguridad y pantalones también. Además de un casco, los zapatos y algunas armas.

Pertenecíamos a dos cosas muy diferentes, él a las fuerzas de defensa de la ciudad y yo a un laboratorio, a las tranquilas investigaciones. Acaricié una de las camisas. No me importaba, lo amaba así. Aunque aún deseaba tener otra clase de vida con él, una en la que ya no tuviese que pelear.

Ojos de gato Tentador [La versión de ella]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora