-Lo siento.

Nos mantuvimos en silencio, no era un silencio cómodo, por lo menos por mi parte no lo era. Pasaron unos segundos y cuando sentí que hablaría de cualquier cosa con tal de no tocar aquel tema, hablamos al mismo tiempo.

Empezamos a reír a la par y por fin se rompo aquel silencio incómodo. Seguía riendo, no eran carcajadas, solamente risas. De aquellas que sucedían entre amigos, casuales y sin necesidad de ser explicadas.

Narrador Omnisciente.

-¿Podrías dejar de sonreír así? -Ana se vio sorprendido por lo que sintió un nudo en el estómago.

-¿Te molesta? Oh, lo siento. -dijo la chica apenada.

-Me encanta, pero si sigues sonriendo así no dudare en quedarme y no irme hasta poder conquistarte.

En ese momento las mejillas de la chica estaban color cereza, sus dedos jugaban entre sí y su mirada se mantenía en su regazo, viendo las sábanas blancas con pequeñas arrugas por estar dobladas.
Pero también sintió su corazón romperse, porque sabía que este ya latía por alguien más, y sabía también, lo cual dolía, que hasta ahí iba a quedar su amistad. No habría algo después de aquello, posiblemente Hope no le hablaría o incluso se alejarían de ella, se había acostumbrado a su presencia en su vida con rapidez. Un nudo empezó a hacerse en su garganta y apretó con más fuerza las sábanas bajo sus delgados dedos.

-No puedo. -interrumpió con aquel momento, rompiendo la burbuja que con tanto esmero había formado el chico.

Decir que aquel brillo, que apenas había aparecido en sus ojos se esfumó fue poco, su corazón se negaba a aceptar estar roto, por lo que juntó palabras ácidas en su mente y a recordar, el día anterior, sus manos agarradas, la sonrisa que no podía ver simplemente porque si, tenía que suceder algo y ese no era él.

-¿Es por Manu? -espeto con acidez, pero con tristeza en su voz.

La pequeña caja en sus manos se apretó con fuerza, sus nudillos estaban blancos de lo ejercido. No había lágrimas en sus ojos, estas habían sido sustituidas por nudos en la garganta e impotencia, pero sobre todo rencor.

-Es tu primo, ¿no te has puesto a pensar en eso? -gruñó lo primero y se escuchaba la molestia en su voz.

Ana bajó nuevamente la mirada, no podía ver su rostro lleno de furia reprimida, se mostraba con una expresión inerte y sus palabras eran tan frías que dolían.

Se mantuvo callada, quería decirle que sí, sabía lo que eran, pero estuvo tanto tiempo pensando en ello que cuando lo veía, su silueta, su sonrisa u olía su fragancia, lo olvidaba. Sin embargo se quedó callada, no dijo nada, porque no quería herirlo más.

-¿No lo sabes? Contesta Ana. -alzó la voz y en ese momento se vieron a los ojos.

-¿¡Crees que no lo sé!? ¡Lo recuerdo cada día! ¡Sé quién es! ¡Sé quienes somos, lo que somos! Lamento decirte que cuando lo veo lo olvido, porque él hace eso en mi. -sus ojos se mantenían acuosos, las sábanas se habían desprendido y las uñas se enterraban en sus palmas.

-¿No recuerdas a Megan? -dijo con burla retenida.

-¿Ella que tiene que ver? -se siguieron viendo a los ojos, retándose con la mirada.

Se acercó más a la cama sin despegar su vista de los ojos que tanto quería, pero que estaba ciego por la tristeza y ahora los lleno de gruesas gotas. Sabía muy dentro de su que se arrepentiría de sus palabras. Aun así las dijo...

-¿Crees que serás diferente a Megan? ¡Te dejará igual que a ella! -guardó silencio y siguió, con más crueldad que antes-. ¡Un mes! ¡Se aburrirá de ti!

¿Primos? (Manu Ríos)Where stories live. Discover now