𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒕𝒉𝒓𝒆𝒆

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La noche precedente a la Segunda Prueba fue distinta a su primera experiencia, Alaska no se sentía nerviosa por los resultados del día siguiente, de hecho estaban muy confiados. Ya estaba atardeciendo cuando salieron del baño de prefectos, Cedric podía realizar el hechizo a la perfección y podía estar el tiempo que quisiera bajo el agua, no había nada que pudiera salir mal.

El verdadero enigma que los amigos aun no lograban descifrar se trataba de aquello que Cedric debía buscar en el lago, lo que más valoraba. Habían estado intentando averiguar de que podía tratarse, pero no tenían ni una sola idea.

—Tal vez no se trate de un objeto como tal —Sugirió Alaska—, ¿puede ser una metáfora, no?

—¿Y qué encontrare en el fondo del lago?

—Supongo que lo averiguaras mañana.

El sonido de pasos apresurados se escucharon por el pasillo, ambos se voltearon para ver de quien se trataba pues no muchos estudiantes transitaban por ese pasillo. George Weasley apareció por uno de los pasillos, parecía agitado y cuando los vio se acercó a ellos. Eso fue aún más extraño pues el pelirrojo no se llevaba con Cedric, y con Alaska no se hablaba.

—Al fin te encuentro —Murmuró el chico a ninguno en específico, apoyando sus codos en los muslos, tomándose un tiempo para recuperar el aliento.

Cedric y Alaska compartieron una mirada.

—¿A quién buscabas? —Le preguntó Cedric.

—A Alaska —Repuso George, reincorporándose—. McGonagall quiere que te lleve a su despacho.

—¿Por qué me necesita la profesora McGonagall me necesita? —Alaska no entendía que estaba ocurriendo, sabía que no estaba metida en problemas pues no había hecho nada que ameritara un castigo, ¿entonces de que se trataba?

—No lo comento, pero estaba muy seria —Contestó George—. Tengo que llevarte, vamos.

Se despidió de Cedric y antes de irse le prometió acompañarlo antes del comienzo de la Segunda Prueba. La caminata hacia el despacho de la profesora McGonagall era largo y silencioso, Alaska no tenía intenciones de hablar con el pelirrojo y tampoco le molestaba el silencio, sólo quería saber que necesitaba la profesora McGonagall de ella.

Pero parecía que George no tenía el mismo plan, pues mientras bajaban una de las escaleras volteo para mirar a la rubia y dijo:

—Quería disculparme contigo —Alaska le devolvió la mirada con el ceño fruncido—, por mi hermano. A lo largo de tu estadía en Hogwarts Fred no ha sido muy abierto a tu presencia, ha hecho distintos comentarios hirientes y he intentado convencerlo de que se detenga pero... Supongo que tiene rencor, ¿sabes? Dos de nuestros tíos murieron a manos de mortifagos, nuestra familia sufrió mucho ese tiempo y...

—Yo crecí en un orfanato. —Lo interrumpió Alaska.

—¿Qué?

—Crecí en un orfanato. Sin madre, sin padre, sin tíos. No tuve a nadie a mi lado durante once años en mi vida, luego llegué a Hogwarts y todo el Mundo Mágico decidió temerme, odiarme. Estos últimos años he sido rechazada por la gran mayoría, he recibido cientos de cartas de odio y más —Le explicaba Alaska con colera, su expresión era pura irritación—. No existe justificación que tú o tu hermano puedan darme para explicar su comportamiento. Yo no ando por los pasillos acosando a otros estudiantes echándole la culpa a mis traumas de la infancia.

George bajó la mirada, apretando los labios y asintió con lentitud. En realidad entendía las palabras de la chica, sólo intentaba ayudar en algo.

regreso del señor tenebroso ⁴ ━━ harry potter sagaWhere stories live. Discover now