⟮ las crónicas de alaska ryddle: libro 4 ⟯ siguientes libros disponibles en mi perfil.
Insatisfecha con lo que sabe de su pasado y deseosa de conocer más de él, Alaska se escapa del orfanato y se dirige hacia Little Hangleton, una villa muggle cuya...
El mes de Febrero llegó al Castillo y a Alaska le sorprendió notar que todo iba de maravilla durante aquellos días, era común para ella siempre estar lidiando con unos cuantos problemas pero nada ocurría.
Los buenos días comenzaron cuando, una tarde, Alaska se encontraba leyendo el libro que Ann le había regalado para Navidad: "Hechizos de Dificultad Máxima", dónde encontró el hechizo perfecto que Cedric necesitaba para la Segunda Prueba. A partir de ese día pasaron mucho tiempo en la piscina del baño de prefectos, probando el hechizo.
Por otra parte, desde que Ann había decidido olvidar su recelo por la segunda familia de su padre y darle una oportunidad a Bella, parecía muy feliz. Su ánimo había cambiado para mejor y se mostraba mucho más abierta en cuanto a sus pensamientos y recuerdos con Alaska y Theo; en cuanto a Archer, fue inevitable que sus amigos se enteraran de la "relación" que tenían cuando llegó San Valentín. La rubia tenía pensado ayudar a Cedric, sin embargo Cho insistió en que el chico debía pasar tiempo con su novia, y al verse libre de planes Archer la sorprendió con una casual cita. Bromearon sobre sus sentimientos, entonces lo hicieron oficial.
Para Ann y Blaise su relación era algo que habían aceptado, sin embargo Draco no se lo tomó de la misma manera. No habían vuelto a hablar desde la primera clase que tuvieron con la profesora Grubbly-Plank pero el rubio platinado creyó oportuno dirigirle la palabra sólo y únicamente para reprocharle su elección de novio.
Alaska se había molestado aún más, y con una nueva discusión la chica le había aclarado que nunca se enamoraría de alguien como él, no al menos hasta que dejara de actuar como un idiota y pensara de manera racional. Draco por su cuenta le espetó que era una ingrata por preferir pasar tiempo con chicos que apneas conoció con sus amigos desde primer año.
Quitando aquello, todo estaba perfectamente. Incluso Hagrid había vuelto a impartir las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas, y ya fuera porque intentara compensar a la clase por los escregutos de cola explosiva, o porque intentara demostrar que era capaz de hacer lo mismo que la profesora Grubbly-Plank, había proseguido las clases sobre los unicornios.
Resultó que sabía de unicornios tanto como de monstruos, aunque era evidente que encontraba decepcionante la carencia de colmillos venenosos. Aquel día había logrado capturar dos potrillos que, a diferencia de los unicornios adultos, eran de color dorado.
—Son más fáciles de ver que los adultos —Les había explicado Hagrid esa clase—. Cuando tienen unos dos años de edad se vuelven de color plateado, y a los cuatro les sale el cuerno. No se vuelven completamente blancos hasta que son plenamente adultos, más o menos a los siete años. De recién nacidos son más confiados... admiten incluso a los chicos. Vamos, acérquense un poco. Si quieren pueden acariciarlos... Denle unos terrones de azúcar de ésos.
