⟮ las crónicas de alaska ryddle: libro 4 ⟯ siguientes libros disponibles en mi perfil.
Insatisfecha con lo que sabe de su pasado y deseosa de conocer más de él, Alaska se escapa del orfanato y se dirige hacia Little Hangleton, una villa muggle cuya...
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( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝐹𝑂𝑈𝑅 ) 𝚎𝚕 𝚑𝚘𝚐𝚊𝚛 𝚍𝚎 𝚕𝚊𝚜 𝚙𝚞𝚍𝚎𝚊𝚝𝚘𝚛.
Los Polvos Flu son unos polvos mágicos capaces de transportar a magos y brujas de un lugar a otro mediante la Red Flu, conectando la mayoría de los hogares y edificios del mundo mágico. Y a pesar de que Alaska sabía lo útiles que eran, sin duda era su forma menos favorita para transportarse.
Era un transporte completamente seguro, pero su piel se erizaba y la sensación de querer huir se presentaba cada vez que observaba las llamas del fuego volverse verde esmeralda.
—Lucius Malfoy se aseguró de que el Ministerio pusiera un traslador muy cerca del hogar de las Pudeator, así que no tendrás problemas para llegar —Le explicaba Snape desde el umbral de la puerta—. Y deje dinero en tu bolso por si llegas a necesitar.
—Magnifico. —Soltó la chica, sin quitar la mirada de la chimenea.
—Volverás aquí luego de las Mundiales, y si aún nos queda tiempo iremos al Callejón Diagon para comprar tus materiales escolares —Snape se detuvo, con una expresión de exasperación—. ¿Quieres que siga hablando o te irás de una vez?
—Tan amable como siempre, Snape —Se quejó Alaska, acomodándose el bolso—. Nos vemos.
Y entró en el fuego dando un paso mientras decía "Hogar Pudeator", Lo último que alcanzó a ver en la pequeña habitación fue al profesor Snape desaparecer por el pasillo. Un instante después, Alaska giraba muy rápido con los codos pegados al cuerpo y la habitación se perdió de vista entre el estrepito de llamas de color esmeralda. Cuando la velocidad al fin aminoro, estiro los brazos, a tiempo para evitar caer de bruces contra el suelo de la sala de estar de las Pudeator.
—¿Estás bien? —Preguntó Ann acercándose a ella de inmediato.
—Perfectamente. —Respondió Alaska, quitando los restos de ceniza que quedaron sobre su ropa.
La rubia miró a su alrededor, y vio que la sala estaba conectada con el comedor. Todo allí parecía muy rustico, repleto de mueblería vieja de madera oscura, con plantas, libros y piedras decorando todo el lugar, dándole un aspecto desarreglado. Pero no le desagrado, creía que aquel lugar encajaba perfectamente con la personalidad de Ann.
—Es lindo —Comentó, refiriéndose a la casa—, bastante hogareño.
Desde la entrada a la cocina, que no tenía puerta, apareció una joven mujer muy parecida a su amiga. Sin problemas hubiera imaginado que la mayor de las hermanas si no supiera de antemano que la madre de Ann la habia tenido en su juventud.
—Llegaste justo a tiempo —Dijo la mujer, dirigiéndose a Alaska—, las galletas están listas. —Anunció la señora Pudeator con un delantal puesto y un plato repleto de galletas con mermelada.
