42. Efectos colaterales

Começar do início
                                    

—Nuevo año, nuevas energías —declara con una sonrisa.

—Eso espero —murmuro. Muchas cosas horribles pasaron el año pasado. Fue una tras otra como cascada que nunca se detiene. Lo único que puedo rescatar es... Las nuevas amistades que hice aquí. El resto puede irse al demonio.

Aggie me cuenta sobre su viaje mientras entramos junto al resto de los estudiantes de Everdeen.

—¡Ah! Casi lo olvido —exclama—. Te compré un regalo.

—No deberías haberlo hecho, Aggie —respondo dándole una mirada.

—¡Claro que sí! Lo vi y pensé en ti —afirma—. ¿Qué te parece si esta tarde Riley, tú y yo vamos a mi casa? También compré algo para ella.

Elevo mis cejas con sorpresa al oír el nombre de Riley que nos trajo uno que otro problema en Nueva York y estuvo todas las vacaciones con mi exnovio. ¿Cómo olvidar eso? No la veo hace una semana. Realmente, con el único que estuve viéndome es con Liam.

—¿Se le pasó la locura? —interrogo. Todavía no sé cómo tomarme las noticias. No me importa con quién está o no Zack en lo más mínimo, pero ella sabía que era mi ex y parte de mí sabe que lo hizo en un intento fallido de venganza. Eso no me cae bien.

—Eso espero. —Exhala aire en un largo y pesado suspiro—. Ha estado... demasiado rara estas últimas semanas.

—¿Se te ocurre qué puede ser? —le pregunto.

—Sí... —responde al cabo de unos momentos en los que caminamos hacia nuestros casilleros. Aún faltan quince minutos para la primera clase—. La conozco desde que éramos niñas. Es evidente. Te envidia.

Si estuviera bebiendo algo, me ahogaría. Parpadeo con sorpresa. Debe estar bromeando, pero no, el rostro de Aggie me hace saber que no es chiste.

—¿Me envidia? —repito. Decirlo suena raro. Cuando la conocí, recuerdo haber sentido envidia porque, a mis ojos, Riley era perfecta y todo lo que yo no—. ¿Por qué?

—Es una respuesta simple, Gatita —contesta con una sonrisa cómplice.

Por Liam. Por más que era evidente en mi cabeza, saber que Aggie piensa lo mismo solo lo vuelve peor.

—Pero no estamos juntos. Somos amigos —sacudo mi cabeza.

—Amigos que se acuestan juntos, que se celan, que se llaman por apodos empalagosos... Y vaya Dios a saber qué más hacen porque pasan todo el tiempo juntos —eleva sus cejas.

Aclaro mi garganta.

—Liam no siente nada por mí que no sea amistad, no tiene por qué sentirse celosa —respondo mientras Aggie saca sus cosas de su casillero. Me apoyo en el de al lado.

—¿Y tú? —pregunta y voltea hacia mí con una mirada acusadora.

Respiro hondo.

—Somos amigos. Solo eso. No siento nada más —respondo.

Aunque vuelvo a preguntármelo internamente. ¿De verdad no siento nada por Liam? Las cosas son raras con él y al mismo tiempo no. Cuando estoy junto a él es como si recuperara esa chispa que pensé haber perdido hace tiempo. De cierta forma, siento que me impulsa a ser la mejor versión de mí misma.

Es bueno, y al mismo tiempo me aterra por lo que podría significar.

—Lo que tú quieras pensar, Quinnie. La primera fase es de negación —canturrea con diversión a lo que niego con la cabeza—. Nos vemos en el almuerzo.

Se gira y continúa su camino hacia su clase. Compruebo la hora. Faltan cinco minutos para que el timbre suene y mi clase de Química con el profesor Anderson y el enigmático Key Michaels, mi compañero de laboratorio, comience. He llegado tarde tantas veces el año pasado que seguir haciéndolo ya no me tienta.

The New Heartbreaker | DISPONIBLE EN LIBRERÍASOnde histórias criam vida. Descubra agora