Capítulo 22

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El club de las perras.

Los exámenes de final de semestre se estaban acercando como avalancha para Stiles y llevaba ya cuatro días estudiando sin parar. Ni siquiera tenía tiempo para estar con Derek, además de que él también estaba enloquecido preparando y corrigiendo pruebas. Excepto por esa mañana. Stiles estaba frente su escritorio, alistando un ensayo en su computadora solo con sus bóxers puestos.

Es que hacía apenas una hora había tenido sexo con Derek en su cama y de hecho comenzaba a aburrirse. Por eso decidió ir a molestar a su novio que estaba haciendo el desayuno en la cocina. Y como Peter se marchó a su trabajo desde muy temprano, no tenía problemas con andar semidesnudo por la casa. Y más cuando Derek estaba igual.

Stiles bajó muy despacio por la escaleras con los pies descalzos, dispuesto a espantar al moreno como ya lo había hecho unas cuantas veces. Le encantaba cuando Derek pegaba un respingo exagerado para luego fulminarle con la mirada y apretando los labios le atacaba besos o a cosquillas.

Desafortunadamente Derek no estaba en la cocina y su hornalla estaba encendida, con el sartén tapado, con algo cocinándose tranquilamente adentro. El castaño se encaminó para ingresar un poco más, pero el asustado fue él cuando Derek le abrazo desde atrás, clavándole los dientes en la nuca, no muy fuerte.

Derek comenzó a reírse a la par que Stiles también lo hacía y así como estaban, le empujó al menor hasta la mesada pegada por la pared. Haciendo que se sujetara del borde para no ser aplastado. Permitió que se girara para estar frente a frente, dejándose hacer cuando Stiles tomó de las mejilla, acercándose lentamente a sus labios, besándole con ternura.

—No sé qué hago frente a mi computadora rompiéndome la cabeza cuando puedo estudiarte a ti —bromeó el adolescente, sonriendo con picardía.

—Ya me estudiaste hace un rato ahí arriba —siguió Derek la broma, devorándole con la mirada— Pero de acuerdo, Cristóbal Colón. Bienvenido a un nuevo mundo —sonrió volviendo a besar al chico, comiendo su boca en un beso apasionado. Sonriendo en el beso por los sonidos que hacía el ronroneante Stiles sobre su boca, mientras le acariciaba las caderas con lentitud, al ritmo de sus labios, deslizó las manos hasta su trasero y bajó de sopetón hasta detrás de las rodillas para cargarlo y subirlo sobre la mesada— Creo que a mí me toca estudiarte —murmuró prosiguiendo con el beso.

Mientras su novio le besaba con ansiedad acariciándole las piernas, Stiles metió los dedos de una de sus manos entre sus cabellos negros, agarrándole mechones para presionarlo más hacia sí, llevó la otra mano hasta su trasero, donde lo introdujo en la ropa interior, apretándole una nalga con fuerza.

—Estúdiame —gimoteó el castaño— Estoy seguro de que ya conoces cada parte de mi cuerpo, sin excepción.

—Me lo sé de memoria —repuso Hale poniendo las manos sobre el bordillo de la ropa interior del otro, bajando un poco para que Stiles se dejara quitarlo por completo— Eres perfecto —concedió contemplándolo con una media sonrisa, como si fuera un manjar. Acto seguido, le tomó de atrás de las rodillas, elevando sus piernas lo suficiente para exponer su entrada enrojecida por el coito anterior.

Desde su posición, Stiles aprovechó para disfrutar de la vista. Mirando con lujuria el bulto que llevaba Derek en su calzoncillo negro, el cual lo agarró con su mano derecha y se le sacó por un costado, guiándolo hacia Stiles, restregando la húmeda punta por su orificio.

El muchachito de los lunares se mordió el labio mientras Derek se presionaba hacia él y cuando sintió que entró la punta, se sujetó de la mesa con fuerza.

—Mmm —disfrutó Stiles con los ojos cerrados mientras los milímetros de profundidad crecían cada vez más.

—Dios... ¿Cómo puedes estar tan apretado? —cuestionó el moreno con voz demasiado ronca, gimeante. Algo que el tacto de su miembro había adquirido el tiempo que llevaba follando con Stiles era que cuando recién comenzaba a penetrarle, sentía que estaba apunto de correrse. Por eso lo tenía que hacer muy lento. Pero esa sensación desapareció cuando por fin llegó hasta fondo. Y al cabo de unos segundos, empezó a meterlo y sacarlo lentamente— Me encantas —chilló tomando sus caderas, saliendo casi por completo y volviendo a embestirlo con brutalidad.

La casa del Tío Peter | Sterek | Where stories live. Discover now