Capítulo 4

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Caliente.

La convivencia con su tío Peter y el chico de lunares estaba resultando tranquila y entretenida a la vez, más de lo que se esperó. Al parecer a Stiles le incomodaba demasiado verlo como su nuevo profesor.

Comenzó con ponerse nervioso cuando le tocaba la clase con él, el cual eran dos veces por semana, Stiles le hablaba muy formal, y a la hora de verse en la casa, le evitaba a toda costa. Ya al día siguiente volvía a ser aquel adolescente extrovertido y parlanchín que le hacía preguntas por cualquier cosa.

También en todo ese tiempo había invadido su espacio personal bastantes veces, encontrándolo más incómodo que la anterior vez, dejándole muy claro que el chico estaba loco por él, y él no podía negar que también se le antojaba probar un poco de lo que le ofrecía. Pues había noches en se cruzaban en el pasillo de sus habitaciones y lo pillaba en bóxer, corroborando una vez más su teoría de que los adolescente, hoy en día, se desarrollaban mucho mas rápido que antes.

Derek estaba sumido en su lectura cerca de las dos de la mañana y solo por la sed que le atacó en ese momento se dio cuanta de que era tarde y al día siguiente tenía que levantarse temprano. Colocó su marcador en donde se quedó y lo cerró para después ponerse sus sandalias e ir por algo de beber.

En la cocina optó por servirse un poco de leche tibia para dormir mejor y se dedicó unos diez minutos sentado para beberlo en pacífico silencio. Hasta que repentinamente oyó los conocidos pasos de Stiles bajando por las escaleras con los pies descalzos. Se sirvió otro vaso de leche y levantó la vista hacia el castaño que entraba completamente despeinado y con cara de dormido.

—¿Sed? —preguntó cuando el adolescente se sorprendió de verlo en la cocina. Le tendió el vaso de leche que acababa de servir y alzó ambas cejas cuando Stiles lo agarró sin resoplar ni dar vueltas.

—Gracias —reconoció dando un sorbo—. No tienes cara de dormido. ¿Problemas para dormir? —inquirió interesado.

El moreno negó sonriendo y estiró la mano hasta la camisa del otro. Agarró la ropa con suavidad y lo jaló hacia sí para tenerlo más cerca. Ya no le sorprendió que Stiles no hiciera escándalo por ello. Lo hacía siempre. Le gustaba hablarle de cerca.

—Perdí la noción del tiempo mientras leía —musitó mirando sus labios—. El tiempo vuela cuando te diviertes, ¿no? —añadió, recorriendo con la vista aquel precioso rostro. Si con aquel moretón le gustaba, ahora que tenía la cara perfectamente sanada se le hacía irresistible.

—Es cierto —concordó Stiles sonriendo, sorprendiéndole, ahora sí, en el momento en que posó una mano sobre el muslo interior del moreno.

No contestó absolutamente nada y solo se permitió ver hasta dónde llegaba Stiles, sin dejar de observarle.

Lentamente subió esa mano por el muslo del mayor y se atrevió a ponerlo sobre su entrepierna, retirando la mano como si le hubiese dado un choque eléctrico. Encontró al miembro de Derek muy bien despierto. Le dio otro sorbo al vaso de leche y se retiró de la cocina muy tranquilo, lanzando al hombre una mirada misteriosa antes de desaparecer por la puerta.

Stiles se mordió el labio al recordar el tamaño de esa cosa en los pantalones de Derek. Pudo fácilmente memorizarlo y juraría que aún sentía su calor en la mano. Se decidió dejar la puerta entreabierta por si las moscas y regresó a su cama. 

Transcurrieron al menos diez minutos desde que se acostó a esperar a ver si Derek aparecía mientras miraba las notificaciones en sus redes sociales. Supuso que ya no aparecería y recogió su sabana para cubrirse con ella hasta el cuello.

La casa del Tío Peter | Sterek | Where stories live. Discover now