Capítulo 2

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Sexy.

Jamás pensó que el dueño de aquella voz de niño que había escuchado en el teléfono el día anterior sería la de un chico bastante peculiar.

Su tío Peter le había explicado en la llamada el caso de Stiles, además de haberle dicho que tenía dieciséis años. Pero las facciones curiosamente atrayentes no decían lo mismo de su edad. Lo primeramente interesante era la fila desordenada de lunares que surcaban un lado de su rostro y se perdían detrás de su oreja, al igual que unos cuantos más salpicado por su tés. Unas extraordinarias y espesas pestañas del mismo castaño de sus cejas y cabello, que escondían unos ojos, no verdes como los suyos o azul intenso como los de Peter, sino unos ojos marrones claros, imposibles de dejarlos de contemplar tal y como ellos contemplaban los suyos mientras mencionaba su nombre.

Escaneó rápidamente el moretón en su ojos y el golpe en su labio inferior increíblemente rosa para fruncir el ceño y quitarle el bate de la mano.

—¿Enserio me ibas a pegar con esto? —preguntó Derek, dejando el objeto a un costado y poder volver a mirar al chico.

El castaño tragó saliva con pesadez, sorprendido de conocer al sujeto maleducado que le habló tan mal. Retrocedió un paso y asintió imperceptible. 

—De hecho te golpeé. Solo que detuviste el bate. —musitó carraspeando al final—. Peter no me dijo que ibas a venir. ¿Él lo sabe?

El chico de pelo negro elevó las cejas con una mueca algo burlona al escuchar a Stiles hacer la pregunta y volvió a fruncir el ceño con una sonrisa.

—¿Acaso te tiene que dar explicaciones? —devolvió con ironía.

Ante la pregunta Stiles se achicó en su lugar. Él jamás le tuvo miedo a nadie. Pero aquel hombre llegaba a intimidarlo fácilmente con solo apretar sus labios. Solo que una vez más levantó la cabeza y se puso interiormente firme. No iba a dejarse amedrentar por aquel chico malo.

—No, pero me hubiera dicho que venías para que no pasaran estas cosas —respondió haciendo ademán hacia su palo de béisbol—. Te hubiera dejado inconsciente. -

—Ya ves que no —soltó el hombre con sequedad. Le volvió a dar la espalda y continuó preparando su café.

Otra vez examinó aquella voluptuosa y firme espalda envuelta en cuero negro. Una chaqueta hecha a su medida con las grandes mangas desabotonadas.

Stiles tenía sus preferencias sexuales claramente definidas y siendo abiertamente gay se atrevió a admitirse para él mismo: ¿Es legal ser tan atrevida y tremendamente atractivo? Pensó, observando con descaro el trasero del tipo. Encontrándolo grande y consistentemente duro. Aquellos pantalones vaquero y botas de cuero podía desquiciarlo. Aquel sujeto era sexy. Entonces negándose tajantemente a volver a su cuarto por seguir mirándole, se acercó pegando su codo al de Derek y estirarse para alcanzar una taza de la alacena. Y cuando el otro notó que no alcanzaba, le ayudó a agarrar una.

—Gracias —concedió el menor preparando su café. Segundos más tarde se sentó frente al moreno y le miró fijamente—. Y... ¿Qué te trae por aquí? —preguntó, intentando sonar relajado—. ¿Extrañabas al tío Peter? - bromeó sonriendo antes de llevar la taza de café a sus labios.

—Vine a vivir aquí —contestó con su condenada voz ronca y tranquila—, por tiempo indeterminado —agregó sonriendo con malicia. Lo siguiente que vio Derek fue al castaño poniéndose rojo y lanzando café por toda la isla por el gran ataque de tos que tuvo. Esperó a que terminara de toser y levantó las cejas sin decir más.

—¿Vivir aquí? —preguntó Stiles alarmado y abriendo mucho los ojos.

Fue ahí donde Peter llegó a casa y entró a la cocina, encontrándose a su sobrino Hale tomando café mientras Stiles estaba pasando un trapo por la isla.

La casa del Tío Peter | Sterek | Where stories live. Discover now