Ruedo los ojos.

Ya empiezan otra vez con sus discusiones

Adri es de los chicos que necesitan sentir algo especial, conocer a una persona con la que conecte desde un principio. Es de las personas menos superficiales que conozco, él simplemente se deja llevar.

David es todo lo contrario. Ha sido un ligón toda su vida y es de los chicos que no solo saben que son guapos sino que se lo tienen creído. A veces me dan ganas de estampar mi puño en su cara por lo superficial que puede llegar, no bromeo cuando digo que muchas veces su forma de tratar a las chicas varía en función de lo guapas que le parecen.

Javi tiene un prototipo de chica definido y, aunque él lo niegue, es cierto. Sus gustos no se basan en el físico sino en la inteligencia, tiene un radar para fijarse siempre en chicas que irradian un aire de sabelotodo. Por no mencionar que en la mayoría de los casos estudian una carrera relacionada con economía o derecho.

Yo soy un punto intermedio entre los tres. Soy fiel creyente de que el físico es lo primero que entra por los ojos y un mínimo debe atraerte para querer conocer a esa persona. Pero eso es solo la superficie, después tienes que ir más allá y descubrir si sois compatibles en cuanto a gustos, aficiones...

—Espero que no estéis diciendo indirectamente que mi prima no es guapa —interviene Javi en su pequeña discusión—. Seré su primo, pero también soy objetivo.

—Esto no tiene que ver con Andrea, es en general —dice David, encogiéndose de hombros—. Pero ya que nos ponemos, a mí me gustan las chicas como Valeria no voy a mentir.

―A mí Andrea me gusta en todos los sentidos ―le contesto, haciendo que él asienta—. Físicamente es guapa, pero la personalidad le hace todavía más atractiva.

―Si mi prima tiene que salir con alguien prefiero que sea contigo a que sea con cualquier otro ―me dice Javi—. Además sé dónde vives y como te pases con ella te quemo la casa ―bromea.

En el fondo sé que es verdad, pero espero no descubrir cómo sería mi amigo descargando toda su ira contra mí.

―Ya que has mencionado a Valeria —prosigue Javi—. ¿Qué te pasa con ella?

―¿Esto se ha convertido en un interrogatorio? ―David enarca una ceja—. No me pasa nada, simplemente se está haciendo la dura y está colmando mi paciencia.

Suelto una sonora carcajada al escucharlo y me río aún más al ver su cara de frustración.

—¿Qué hay de ti con...?

―Hemos llegado ―anuncia Javi, cortando su pregunta.

―Será cabrón el Javi, siempre se libra ―murmura David, haciéndome reír.

―No seas envidioso ―le contesta.

Bajamos del coche y empezamos a buscar a las chicas con la mirada.

―¡Primito! ―escucho la inconfundible voz de mi prima Elisa a mis espaldas.

Veo a mis amigos caminar entre la multitud y no me da tiempo a llamarles para que esperen. Me doy la vuelta y esbozo una amplia sonrisa al ver a mi prima.

―¿Qué haces aquí? ―le pregunto con curiosidad.

Ella vive en otra ciudad y odia venir aquí. Nunca le ha gustado la playa, ella es más de montaña.

―Vengo por un asunto pendiente, primito ―me responde ella con una amplia sonrisa―. He venido para recuperar a Javi y tú vas a ayudarme.





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