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Al acabar de pisar finalmente el último puto escalón mal alumbrado sentiste la grava rojiza bajo tus pies  mientras caminabas siguiendo a Nico.
La verdad es que de hecho el infierno no era ese foso en llamas tan terrorífico que te imaginabas, pero aún así era bastante imponente y curioso.

La verdad es que de hecho el infierno no era ese foso en llamas tan terrorífico que te imaginabas, pero aún así era bastante imponente y curioso

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  — Pensé que era más aterrador —confesaste con cierto alivio.

  — Lo aterrador además del tártaro son lo campos de castigo —contestó el simplemente pensando que eso seria una especie de aliento.

  — Gracias di Angelo por recordarme que estamos por meternos al lugar más horrible de toda la existencia sólitos —pensaste yendo a su lado.

Pasar por entre los muertos recientes que solo soltaban quejas de que se adelantaban fue más molesto que cruzar por el Central Park, luego de eso el enorme can Cerbero fue fácil considerando que ibas con el hijo de Hades (quién había pasado una buena parte de su tiempo en el lugar); aunque el gigantesco perro de tres cabezas era prácticamente un cachorrito aburrido que no tardo en hacerle fiesta al chico apenas lo vio (cosa que fue sumamente lindo por cierto). Luego de eso pasaron cerca de lo que él te indico era el lugar donde se juzgaban a  a las almas y te sorprendió la enorme fila que había (pero supuestamente la fila nunca era chica), luego a derecha los campos Asfodeos, más a la izquierda los campos de castigo, más adelante el Elíseo y por fin después de unos tres kilómetros de caminata se irguió un enorme palacio de reluciente obsidiana negra custodiada por furias y amurallado (como si alguien quisiera ir a robar el palacio de Hades, cosa que no considerabas muy probable o cotidiana); pero ahí al lado su destino: una sucia cueva oscura  y algo pequeña en comparación al palacio, que llevaba al tártaro.
Aunque te extraño un poco el hecho de que no se giraran para ir a la oscura cueva peligrosa de su misión suicida.

— ¿A donde nos llevas di Angelo? —preguntaste mirándolo pero sin frenarte.

— Al palacio de Hades —explicó acercándose—, no creo que sea muy fácil salir del palacio de Nyx.

Asentiste y lo seguiste sin rechistar aunque sin entender tampoco que quería, pero no importaba, sabía lo que hacía de seguro. Las furias te daban mala espina y no pudiste evitar arrimarte un poco al chico mientras se acercaban.

Las puertas ya te pusieron incomodo, miles de imágenes sobre explosiones y demás tragedias aparecían gravadas en la madera, pero aún así empujaste las puertas para abrirlas pasando al jardín más raro y multimillonario que habías visto hasta ahora: lleno de plantas que ni si quiera pensaste que podrían existir y joyas enormes en plantas, incluso había estatuas muy realistas de centauros, personas y otros seres (que según el chico eran creaciones de Medusa, lo cual explicaba el enorme realismo); pero por alguna razón te sentiste enormemente tentado a tomar una de las granadas que habían allí plantadas soltando ese aroma tan embriagador. Estaban en su punto justo esperando que alguien las comiese, pero resististe tanto como pudiste la tentación apresurando el paso hasta las escalinatas, entre enormes columnas negras y unas puertas también de mármol negro hasta estar por fin dentro.
Él caminaba como en su cabaña prácticamente sobre piso de bronce pulido (y precioso a decir verdad, Hades en parte tenía buen gusto) y entre las enormes antorchas ardiendo con fuego griego dejaban ver bastante bien el lugar custodiado por todo tipo de esqueletos de variados lugares y épocas que los seguían con la vista (curioso considerando que NO tenían ojos) haciendo que el vello se te erizara.

Por suerte no tardaron en dar con una enorme sala también decorada de forma entre gótica y espeluznante en la qué había un enorme trono hecho de huesos humanos (que ¿A quién mierda  se le ocurriría hacer un trono tan incomodo para relajarse en primer lugar?) en el que Hades descansaba cómodamente con su piel pálida, pelo negro (¿qué sorpresa algo negro no?) en el cual reposaba una corona trenzada de oro puro y su túnica era sin dudas peor que la puerta de entrada: miles de caras agonizantes y almas en pena parecían conformar la tela moviéndose de aquí para allá.

  — Padre —le llamo Nico. 

Joder que se parecían en cierta forma, incluso Nico molesto irradiaba un aura peculiarmente parecida a la de Hades en ese momento. Apartaste rápido la vista de la túnica para dirigirla a la cara del dios, a cualquier parte de su cara menos sus ojos por obvias razones.

  — Nico —dijo Hades  con una voz extrañamente empalagosa y grave pareciendo sorprendido unos segundos y mirándote de forma detenida casi como si te analizara.— ¿Qué hacen aquí? 

  — El es Daniel, hijo de Bía —dijo primero retrocediendo un paso (aunque deseaste que se hubiera quedado en su sitio) en lo que tu hacías una reverencia al señor de los muertos.— Hemos venido aquí porque necesitamos ayuda de Persefone.  

El dios se mostró aún más curioso y se acomodo en su trono agachándose un poco para verlos mejor en lo que él volvía a avanzar. Pero no entendías porque necesitaban la ayuda de Persefone, es decir ¿Qué se supone que harían con una diosa de las planas en el palacio de Nyx? ¿Plantar diamantes? ¿Regalarle granadas de esas que tan bien se veían?.

  — Necesitamos una de sus perlas para poder salir del palacio de Nyx —explicó el chico aún confiado y serio.

Esta vez Hades alzo una ceja sin cambiar mucho su expresión, y tomando un tamaño más humano se planto frente a ambos. Nico seguía idéntico por fuera, aunque tú SI estabas un poco intimidado, pero preferías no demostrarlo (por orgullo en parte). Tu acompañante te miro y comprendiendo que quería le explicaste al señor del inframundo la misión que tenían para salvar a tu madre de quien sabe qué (obviando lo que no podías contar por tu promesa).
Asintió entre pensativo y algo que no supiste descifrar mientras paseaba su vista sobre ambos. Notaste que incluso di Angelo se empezaba a poner algo nervioso por el silencio. Pero al final el dios apartó la vista y ordenó a uno de sus guardias llamar a su esposa.

  — ¿Ambos visitaran solos el palacio de Nyx entonces? —preguntó el dios.

Asintieron al unisono.

  — Sera una misión difícil —te dijo volviendo a su trono cómodamente.

Te sentiste desafiado y tu expresión cambio. ¿Con qué eso se pensaba el señor del inframundo? ¿Qué eras un blandito que no soportaría? Eso te toco los huevos. Que tú pensaras que no aguantarías el tártaro no era lo mismo que el qué lo pensaran los demás.

  — Tal vez no tanto —contestaste desafiante ignorando la mirada de advertencia de Nico de NO desafiar a un dios y menos a Hades estando en sus terrenos y su hogar.

 Hades volvió a verte, pero no le apartaste la vista aunque sus ojos fueran intimidantes (y te recordaran a los que tendría un loco dictador amante de las masacres). Sorprendemente sonrió.

  — Tal vez no tan difícil —concordó entonces en lo que Persefone entraba en la sala.

Me gustas di Angelo (Nico y tú - BL) [TERMINADO]Where stories live. Discover now