#11

1K 109 7
                                    

  — ¡Al fin llegamos a Brentwood! —festejas empezando a caminar y estirando los brazos un poco.

  — Necesitaba bajar ya —concuerda el italiano estirándose también un poco mientras Leo lleva su dragón-maleta dorado-compactable.

Habían frenado comprado un par de idioteces para comer y ahora habían viajado por un BUEN, buen rato en el lomo del dragón sin descanso. Solo habían frenado porque Festus se estaba quedando "sin combustible" y volar un poco más en ese estado significaría de repente caer en picada total a su suerte desde la altura de vuelo de un avión aproximadamente.
Habían aterrizado en un edificio y tratando de pasar lo más desapercibidos posible habían salido a la calle encontrándose con el centro y mucho camino para hacer a pie, al menos hasta que puedan encontrar alimento, es decir, aceite de motor y salsa Tabasco (lo cual consideras extraño para un dragón de metal gigante, pero bueno, ¿Quién eres tú para juzgar no?).

La noche ya había caído hace algunas horas y aún seguían caminando por la cuidad pensando en alejarse un poco de toda la urbanización para poder echarse a dormir, y dado que para acercarse a los limites de la ciudad aún faltaban lo mejor era cortar camino tanto como fuera posible. Pero tres semidioses juntos no pueden tener la suerte de estar andando por tanto sin tener al menos un pequeño problema en su camino; y esta vez el problema eran cuatro imbéciles con chaquetas de cuero, tres motocicletas y cigarros humeantes.

  — Hey tú marica —llamo uno divertido interponiéndose en su camino.— ¿Qué hacen tres mocosos a estas horas y por aquí?

— Muévete —dices sin miedo adelantándote un paso enojado por el insulto.

Al tipo no parece caerle bien tu actitud y te toma de la remera levantándote y soltando una carcajada llena de humo molesto en tu cara (causándote un poco de tos) volviendo a insultarte. Ni si quiera te molestas en intentar llegar a tu daga, ahora vas a puño limpió como solías hacerlo en la escuela. Aprietas la mano y juntando todo el enojo ahí le das un fuerte golpe en la cara haciendo que su nariz empiece a sangrar.
Tus pies ya tocan el suelo y él esta molesto pero no le das oportunidad, te acercas y le das una fuerte patada en el estómago derribandolo y quedándote en pose de defensa esperando que se levante y cargue contra ti.

  — Vamos —lo incitas burlón— ¿No que eras muy macho hace unos segundos? 

Uno de sus compañeros lo ayuda aponerse de pie. Ves el enojo en su cara y la sangre chorreando de sus fosas nasales mientras Leo y Nico se preparan para pelear o huir, lo que se de primero. Animado haces crujir los huesos de tus dedos uno a uno y luego te suenas el cuello. Evidentemente no quieres escaparte ahora, quieres partiles la cara y aprovechar que no habrá sanciones o retos.

  — Chicos, sé que hago —le dices a tus compañeros que te miran no muy seguros.

Los cuatro cargan contra ti y como si algo hubiera poseído tu cuerpo te mueves ágil esquivando los primeros intentos de golpes y atacando violentamente. No puedes negarlo, te encanta. Una parte de ti siempre amo las peleas, esperabas que te provocaran y tener una razón para agarrarte a puñetazos con alguien es como si fuera tu propósito en la vida.
Pelear esta en tu sangre.
Con cada golpe y movimiento tu cuerpo se siente más ágil y fuerte. Pronto los cuatro se ven en desventaja contra ti ya que eres pequeño, rápido y fuerte. Demasiado fuerte.

Uno queda fuera  por un gancho izquierdo. Otro queda lo suficientemente mareado contra unos tachos de basura como para no levantarse de nuevo. Los dos que te quedan dejan de jugar limpio, parecen en alerta y sacan de sus bolsillos una navaja cada uno, pero tienes la adrenalina a flor de piel, cada parte de tu cuerpo esta alerta y activa deseando una intensa pelea, golpear más aún. No te dan miedo sus armas.

Uno intenta tajearte hondo pero solo consigue un corte pequeño y a cambio le tuerces el brazo logrando mandarlo contra su amigo, los dos trastabillan cayendo al suelo (y de milagro que no se apuñalaron accidentalmente o tendrías menos pelea).

  — ¿Qué pasa? —dices divertido tomando un trozo de fierro de la basura girándolo amenazantemente. Ambos retroceden sin levantarse.

Lo primero que hacen es soltar sus armas como señal de rendición, te decepcionas un poco, pero que va, al menos no molestaran más. Te acercas un par de pasos y ellos rápidamente empiezan a rogar que no les hagas nada, sin duda se ven patéticos, pero como aún tienes el trozo de fierro apoyado cómodamente en tu hombro con una mano en las caderas ambos te lanzan sus billeteras como último intento. 

Suspiras pesadamente negando con la cabeza.

  — Para que sepan no pensaba hacerles daño, no mucho —dices deshaciéndote el metal dejándolo caer por algún lugar— pero nos quedaremos con el dinero porque nos hace falta y ustedes nos lo dieron.

Tomas ambas billeteras y coges todo el dinero y un par de cupones para helado por si acaso antes de arrojarselas ya vacías volviendo triunfante con tus dos acompañantes que te ven asombrados, casi boquiabiertos.

  — No tienen idea la cantidad de matones que me hicieron también lo mismo, casi pierdo el toque —dices con cierta emoción ya que no te baja el subidón del cuerpo aún aunque estés cansado.

Los dos asienten aún sorprendidos, pero solo guardas el dinero tomando del piso una de las dos navajas (la más genial cabe decir) solo por si las dudas y dejándola en tu bolsillo para volver a andar buscando un buen lugar donde descansar.
Pero la verdad es que el camino esta demasiado silencioso y no puedes dejar de pensar en ese extraño subidón que te da cuando peleas y solo supones que debe tener algo que ver con tu condición de semidiós, pero aún tienes esa espinilla de curiosidad.

  — ¿Pelear viene en la sangre de los semidioses? —preguntas girándote a verlos.

  — Bueno, es cierto que la mayoría de los semidioses suelen ser hiperactivos o tener dislexia ya que son rasgos griegos que los ayudan en combate contra monstruos para sobrevivir —empieza diciendo Nico:—, pero hasta ahora no vi a ninguno como tú.

 No sabes si eso es un halago o una advertencia y por ende te preocupas un poco.

— ¿Entonces... tiene que ver con mi pariente divino pero no es algo bueno?

— Tal vez seas hijo de Ares o algún dios que tenga que ver con la pelea... No lo sé.

— Quirón podrá ayudarnos con eso —dice Leo estirando los brazos un poco—, pero mejor sera que descansemos un poco.

— ¿Quirón?

— El director de actividades del campamento —te responde Valdez.

Y deciden hacer lo que propuso. Llegaron a un motelucho barato pero decente y como el reciente incidente les había dejado unos cuantos dolares extra decidieron pagarse una habitación económica para los tres dejandole dicho a la mujer de recepción que ya se las arreglarían con el tema de las camas y ya dentro decidiste ponerte el pijama en el baño y echarte a dormir entre medio de ellos dos que dormían de espalda al otro(los tres en una enorme cama matrimonial) .

Por fin una cama decente en un cuarto decente que encima cuenta con baño y no corren riesgo de morir, no sé puede pedir nada mejor por ahora con el sueño que tienes.

Me gustas di Angelo (Nico y tú - BL) [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora