#12

1K 123 1
                                    

Llegar a Long Island les tomo su tiempo de caminata, pero al final lo lograron y los chicos te dijeron que ya solo quedaba llegar todo derecho hasta la ruta y luego estarían por fin en el Campamento mestizo. Estaban a nada de llegar 

¿Qué es lo que podría pasarles?

. . .

—¡Corran más rápido! —les gritaste mientras te apresurabas a correr sin perder el ritmo oyendo a los dos seguirte con un policía detrás casi pisandoles los talones.

La verdad es que el incendio de ese almacén de colchones no había sido culpa de ninguno, es decir, eran COLCHONES DE AGUA. Ese monstruo los ataco y bueno, caíste primero por novato y luego ambos mestizos te salvaron y claro que Valdez usaba fuego para pelear junto con sus herramientas, pero no pensaron que los colchones de agua fueran a quemarse y en poco el local se volviera una antorcha. Para peor un oficial los vio en su intento de huida y ahora debían correr para esquivar a la ley.

Vamos que para ti no era nada nuevo intentar escapar de algún policía (aunque por pleitos). Peor aún así no era simple o divertido.

Lo primero que se te ocurrió fue tomar a uno de cada brazo y ponerte a correr más de prisa metiéndote entre el tumulto de gente buscando perder al molesto policía que ahora daba aviso a sus compañeros sobre los tres niños piromanos, y como si no fuera suficiente aún no entraban alimento para el dichoso dragón por lo que volar no era una opción. Así que decidiste poner en marcha el recién improvisado plan B.
Luego de una buena corrida hasta el centro comercial te metiste directo al estacionamiento esquivando policías y le indicaste a Leo una de las motos.

  — El tipo acaba de irse, arranca esa —dijiste bajo y aún oculto señalando una moto lo suficientemente grande para los tres.— Luego la devolvemos. Vamos.

Como no había mucho tiempo para los permisos y los debates Leo se escabullo hasta la moto y ayudado de su cinturón mágico se puso manos a la obra.

  — ¿Por qué no un auto? —dijo el pelinegro a tu lado—, puedo invocar un chófer.

  — Un auto es más fácil de encerrar. Confía en mi.

Apenas la moto arranco Festus fue a parar al enorme maletero de la moto donde entro por los pelos prácticamente luego tú subiste primero y te acomodaste dejandoles espacio.

  — ¡Ahí están! —dijo una voz masculina alertando al resto.

Si los chicos no estaban muy de acuerdo con tú plan o no, pareció importar poco ya que ambos subieron rápidamente y siguiendo tú consejo se agarraron bien. No dudaste en darle con fuerza al acelerador obligando al oficial a moverse de tu paso antes de llegar en la calle.
Gracias a que ya tenías una idea aproximada de que camino tomar y con las indicaciones del latino que iba agarrado al chico de adelante a él (quien tampoco parecía querer aflojar el agarre) manejaste hacía la dichosa ruta.

En menos tiempo del esperado tenías dos patrullas siguiéndote mientras ibas a toda la potencia que la moto podía ofrecer esquivando vehículos, casi chocando un par de veces y serpenteando contramano entre los autos hasta llegar la ruta, sin duda aquello hubiera roto el récord guines de más leyes de transito rotas en el menor tiempo posible.

  — ¿¡Cuánto falta!? —dijiste en un grito para que pudieran oír ya que el aire te pasaba con la suficiente rapidez como para dificultarte el escuchar o hablar.

— ¡Esa colina de allá! —grito Nico señalando unos pocos mili-segundos una colina oculta entre los árboles de los cuales parecía asomarse una estatua.

Asentiste y mirando por los espejos del vehículo pudiste ver aún a una patrulla seguirte. Prácticamente de la nada diste un fuerte giro (casi tirando la moto por la fuerza y velocidad) logrando subir a la colina, y la patrulla debió frenarse mientras mantenías fuertemente apretado el acelerador controlando que la moto no cayera.

  — ¡El árbol de Thalia! —grito uno de los chicos.

Recordaste lo que habían estado contándote, esa era la entrada así que te apresuraste a pasar por allí dando un fuerte grito de advertencia. Un par de jóvenes hicieron cuerpo a tierra  aun lado y para evitar estampar la moto y a todos los que venían allí contigo apretaste el freno de golpe coleando ciento ochenta grados usando tu pie de ancla y levantando un pequeña nube de polvo.
Tanto Valdez como di Angelo se tropezaron casi por bajarse primero empezando a agradecer a los dioses mientras que tú bajaste segundo aún con la adrenalina arriba por la persecución soltando un grito de victoria acompañado de un saltó con el puño en alto dejando que la destrozada motocicleta cayera al piso por no haberle puesto la pata. 

Pero claro que tanto ajetreo no podía pasar desapercibido y de golpe un buen montón de chicos y chicas con remeras naranjas (que citaban en color negro a la altura del pecho Campamento Mestizo con un pequeño pegaso debajo) se reunieron a su alrededor en lo que ambos varones se levantaban suspirando aún aliviados de estar en tierra firme. Todos estaban murmurando y de repente olvidaste que le ganaste a la ley momentáneamente y te pusiste nervioso, alerta.

Casi por instinto tu mano bajo sutilmente a tu muslo mirando como algunos campistas saludaban a los dos chicos y luego volteaban a verte.
Di Angelo fue el primero en notar tus nervios y se acerco para que no cargaras contra alguien, pero antes de que alguno de los dos hablara todos le abrieron paso a un enorme centauro blanco con cara de profesor de filosofía y arco con un caraj lleno en la espalda.

  — Este debe ser el directo Quirón —pensaste mirándolo sorprendido unos segundos. 

  — Tú debes ser Daniel ¿verdad? —dijo este agachándose un poco y tendiéndote la mano con una expresión amistosa.

  — S-si... uhh... ¿Señor Quirón? —preguntas tomando su mano y dándole un saludo.

  — Así es. Cuando Natalie me llamo para hablarme de ti no pensé que fuera tan literal con lo de "puede ser un poco destructivo" —dijo riendo levemente consiguiendo que te relajes. Ese hombre inspiraba confianza.

No pudiste evitar sentirte feliz de que Nana hiciera algo así, aunque era de esperarse de una mujer como ella. Siempre podía tener ese tipo de gestos, pero aún así sientes que le debes una pequeña disculpa al menos por llegar con una moto destartalada, casi atropellar a varios campistas, casi derribar una estatua y armar un escándalo.

  — Supongo —dices llevándote una mano a la nuca aún nervioso por la cantidad de campistas—, lamento el desastre que cause.

Pero él solo sonríe como si en cierta forma estuviera acostumbrado a eso. Supones que estando en un campamento lleno de semidioses que pelean contra monstruos que alguien llegue así no debe ser lo más extraño que ha visto.

Me gustas di Angelo (Nico y tú - BL) [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora