#4

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  — ¡Espera! ¡No corras!  —grito el chico que había tenido la mano en llamas adelantándose un poco, solo que ahora tenía la ropa algo rota y un par de heridas, tal y como su compañero .

Mala elección de acciones en lo que a ti respectaba. Apenas lo tuviste demasiado cerca y en estado de alerta blandiste con fuerza el bate a la altura de su cabeza y para su suerte lo esquivo por los pelos apartándose velozmente hacia atrás levantando ambas manos en señal de inocencia.

  — ¡No se me acerquen! ¡No voy a dejarlos matarme! —dices con la voz firme y decidida a pesar de tu miedo por ellos y por todo lo que pasa. 

Eso tiene que ser un sueño malo, no hay forma de que pueda ser real, algo así no podía estar pasando en la vida real, pero el dolor y agotamiento que tienes sin duda se sienten tan reales que no puede ser una ficción de tu cabeza. Retrocedes un paso sin bajar tu arma (si es que puedes llamarla así), pero fue una mala idea. Una mueca de dolor se refleja al instante en tu cara ante la leve presión por el peso de tu cuerpo en la pantorrilla herida.

  — ¡Espera! Somos los buenos —insistió el chico raro aún con las manos en alto como si se enfrentara a un animal asustado que podía salir corriendo en cualquier segundo. Aunque tal vez si lo hacia se podría decir.

  — Vinimos a ayudarte —lo apoyo su compañero con la espada ya enfundada en sus caderas y una voz calmada.

Te lo piensas un poco mientras los ves detenidamente; por un lado ambos te salvaron de esa cosa y ahora no te atacaban a pesar de tener una gran ventaja sobre ti, más bien estaban esperando que te relajaras y bajaras el bate para oírlos, aunque por el otro también se veían sospechosos y casi extraños... Al menos luego de la poca pelea que llegaste  presenciar así se veían ahora para ti. Incluso todo podría ser un trampa.
De a poco pero sin soltar el instrumento metálico te apoyaste en la pared un poco ya que tu pierna estaba demasiado molesta y necesitaba un descanso más prolongado, pero mientras tanto les diste el pase libre para que hablaran. Y eso hicieron ellos.

Al principio no sabías si se trataba de dos locos de los que debías volver a intentar huir o simplemente de dos chicos extravagantes, pero intentaste no tacharlos de dementes, al menos no aún. Aunque la verdad era que ahora, los tres sentados en el piso, mientras te estaban relatando y explicando todo, las cosas cobraban extrañamente mucho más sentido de lo que pudiste haber esperado. Los dos chicos tenían razón, muchas veces varios maestros de otras escuelas (e incluso algunos alumnos raros) se la pasaban pegados a ti persiguiéndote, la cantidad de accidentes extrañamente  inexplicables de los que solías ser culpado ( y la razón en parte por la que había saltado de escuela en escuela hasta acabar ahí) solo por estar en el lugar y momento equivocado, las palabras de el monstruo que había sido tu maestro...

Extrañamente todo cobraba sentido e incluso sonaba razonable con la idea de un mundo donde los dioses griegos existen en verdad, donde los monstruos de la mitología son tan reales como tú o cualquiera, humanos diferentes de sangre divina y mortal. Todo tenía cierta lógica innegable, pero lo más extraño era tal vez que tu sexto sentido, esa pequeña parte dentro de ti llamada instinto te susurraba por algún motivo que ese par loco eran de fiar.

  — A ver, a ver, a ver... Resumiendo entonces... —dices mirando a los dos chicos ya un poco enredado mientras tratas de digerir la noticia que te soltaron de golpe—, ¿Están diciéndome que mi maestro es-...

— Era —corrige el de rulos marrones interrumpiéndote.

— ERA —remarcas para complacerlo volviendo al tema:—un monstruo mítico llamado mantícora, los dioses y toda la mitología griega son reales y yo soy un semidiós igual que ustedes porque mi padre tuvo relaciones con una diosa y ahora debo acompañarlos a un lugar llamado "campamento mestizo" porque es el único lugar seguro que existe para los que somos así?

  — Básicamente, captas rápido la idea.

  — Si... nunca es tan fácil de asumir —dijo el pelinegro, y claramente más sombrío de los dos, que parecía entenderte al menos por la mueca de tu cara.

  — Entonces... ¿Esa cosa y otros monstruos están buscándonos ahora? 

  — Así es.

  — ¿Y estamos en peligro si permanecemos aquí quietos y a la vista? 

  — Sep.

  — ¿Y debemos viajar a Long Island para estar a salvo en ese famoso campamento ubicado en una colina y protegido por una barrera magica?

  — Exacto, y debemos darnos prisa para llegar a tiempo.

Bien... tampoco es que la idea te sonara coherente de golpe, pero al fin y al cabo tu instinto suele ser acertado y decides hacerle caso, confías en el par loco de chicos raros que te salvaron.

  — Teniendo en cuenta que no puedo caminar —empiezas a decir unos minutos después de que el silencio se hubo instalado, apuntando a tu pierna— y que no parece que traigan demasiado dinero encima ¿Cómo haremos para llegar tan lejos?

  — Tranquilo~ —dijo el moreno con una sonrisa realmente traviesa, como si fuera un niño— de eso nos encargaremos Festus y yo.   

Me gustas di Angelo (Nico y tú - BL) [TERMINADO]Where stories live. Discover now