Capítulo 12: Debo ser fuerte

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Me las limpié enseguida y suspiré.

—Estás bien —dije.

—¿Por qué lloras? —preguntó en susurro.

—¿Qué clase de pregunta es esa? Lloro por ti.

—¿Por qué?

Negué en silencio. Él no entendería. Sonreí y recosté mi rostro en el colchón. Acaricié su cabello y nos miramos por varios minutos. Bajé por su mejilla y acaricié su labio inferior con mi dedo pulgar. Él juntó las cejas con algo de confusión y suspiré. Si supiera las ganas que tenía de darle un beso.

No solo me gustaba, me estaba enamorando de él, y eso no era bueno...


***

Abrí los ojos, otra vez me había quedado dormida. Ya eran quizá las ocho de la mañana, y Antonio estaba mirando a los tres H.E. que se encontraban al costado de la cama. Me sobresalté.

—...Ya veo —respondió a algo que había estado diciendo el evolucionado.

—Como sea, nos iremos de aquí. Seguro los de esa asociación volverán buscando al hombre, así que más les vale que salgan ya ustedes también.

—Sí.

Los hombres me dedicaron una rápida mirada. Pude ver los distintos colores de sus ojos, de uno eran color ámbar, del otro celeste humo, el otro tenía el ojo derecho de color verde y el izquierdo de color gris, me sorprendí. Se retiraron sin decir más, me puse de pie y empecé a revisar las heridas de Antonio.

—Estaré bien, no era necesario que te preocuparas por mí...

—¡Ya deja de decir eso! —le respondí con algo de brusquedad—. Casi mueres, ¿Cómo crees que me siento? ¿Cómo se supone que debería sentirme?

Bajó la vista con frustración. No entendía por qué no le gustaba que me preocupara por él, no entendía por qué se ensañaba en decirme que estaría bien. Levanté la gasa de las mordidas que tenía y estaban cicatrizadas. Los arañazos y raspones de su pecho también, los moretones ya se estaban aclarando. Retiró mi mano de la última herida que estaba revisando y se sentó.

—Voy a alistarme para salir —dijo mientras se ponía de pie—. Ya escuchaste lo que dijeron, podrían volver.

Tomó sus cosas de la mochila y salió de la habitación, se cruzó con el medico en la puerta, le agradeció sin mirarlo y siguió de largo. El medico volteó a mirarme.

—Ya está mejor por lo que veo —comentó limpiando sus anteojos.

Asentí con la cabeza, de un momento a otro me había abrumado. Había olvidado que ese hombre del gobierno había caído muerto a mi costado. ¿Quién le dio el golpe mortal? Probablemente fue accidental, ya que la pelea era feroz.

Además yo sentía miedo y no sabía a qué. O quizá sí, miedo ante la idea de que él no consideraba que yo debía preocuparme porque no estaba sintiendo lo que yo por él, miedo a descubrir que él era muy diferente a lo que yo estaba viendo.

Cargué mi mochila. El médico me detuvo en la puerta.

—Disculpe mi intromisión, no pude evitar escuchar... Sé que algunos evolucionados parecen humanos, pero debería entender que ellos no piensan ni sienten como nosotros. Lo sé, y hasta ahora no he visto lo contrario. A ellos casi no les importa morir, solo lo angustias más preocupándote por él porque entiende que nosotros somos más sensibles y él no puede evitarlo. Ahora se ha de sentir frustrado por haber fallado en una pelea. Así que por favor, no se angustie, intente entender su naturaleza.

Ojos de gato Tentador [La versión de ella]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora