Capítulo final

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 Verónica contuvo el aliento cuando David posó su mirada en ella. Sabía que la había fastidiado, y que no debería de haber dicho nada de su mundo. Joder. Cogió aire y llenó sus pulmones de aire frio, y cuando iba a hablar, cuando iba a volver a disculparse, cuando iba a echar fuera todos sus miedos, David se acercó a ella y la besó con fuerza, casi con furia. Jamás la había besado así, pero ella se entregó totalmente a él, como si fuese la respuesta a todos sus miedos.

-Pase lo que pase, no vuelvas a ponerte en peligro.-le pidió cuando sus labios se separaron.

David le pasó una mano por la cintura y la atrajo hacia su cuerpo, aún más. Ella sintió como estaba totalmente pegada a él, y se preguntó si el chico sería capaz de escuchar el acelerado latir de su corazón.

-Lo siento.-repitió.

Él volvió a negar con la cabeza y le dio un beso en la frente.

-No te preocupes. Es normal que al principio cometas errores. Aunque ya sabes lo que significa un error.

La muerte.

Ella se perdió en su pecho y dejó que lo abrazase. Era como si el hueco de su hombro estuviese hecho especialmente para ella. Como si encajase a la perfección con su cuerpo. Perdió su mirada en la de David y tan sólo le sonrió. Seguían vivos. Seguían completamente vivos en mitad de toda aquella locura.

-Gracias por quedarte a mi lado, David Ferraro.-le susurró lo suficientemente bajo para que Paloma no se enterase.

David Ferraro. Ese italiano de ojos grises que le quitaría el sueño a cualquiera y que ahora le sonreía solo a ella.

-Aún hay mucho que hacer.

-Y mucho que explicar.-añadió ella.

Su olor se intensificaba con la lluvia, y estar con él era como estar en mitad de un torbellino hormonal aromático. Todo se intensificaba ante ese olor. Sintió sus manos acariciándole la espalda y notó como le temblaban las piernas. Se preguntó si en algún momento sería capaz de acostumbrarse a esa sensación. A David.

El chico le sonrió, y fue una sonrisa un poco tosca, como si no le gustaba lo que estuviese viendo más atrás de Verónica.

-Creo que habrá que empezar a explicárselo a tus padres.

A Verónica le dio un vuelco el corazón y se giró hacia sus padres.

-Por favor, no me dejes sola.-le pidió.

David negó con la cabeza y le apretó el brazo.

-Jamás podré hacer eso.-le dijo.

Ella se giró hacia él.

-¿Por que no?

La intriga superó al miedo de esas personas que se acercaban apresuradamente hacia ellos.

-Eres mi debilidad, ojos azules.

Ella desvió la mirada.

-¿Te hago débil?

El le agarró ambas manos.

-No mi amor, me haces más fuerte de lo que jamás habría imaginado poder ser.

Sus miradas chocaron durante una fracción de segundo lleno de ternura. Unos pasos mas alejados se oían las voces de sus padres. Pedro iba mas adelantado que Violeta, quien corría hacia ella como si le fuese la vida en ello. David se separó un poco de ella en señal de respeto, pensando que su padre querría abrazarla sin tener los brazos de él rodeándola. Verónica sintió algo de miedo al ver a su madre pero se centró en su padre quien estaba a escasos centímetros de ella. Para sorpresa de Verónica, su padre no reparó en ella, sino que siguió corriendo hasta llegar a David y le pegó un puñetazo. O eso habría hecho sino fuese porque David, aún en mitad de su desconcierto, logró esquivarlo.

Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora