Capítulo 17

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 Avanzaban por las calles como si no quisiesen que aquel camino se acabase nunca. Como si quisieran estar juntos por siempre en aquel mundo plagado de prisa. David se sintió extraño, por alguna razón no podía dejar de mirarla de reojo, unos centímetros más baja que él. Verónica tenía las mejillas sonrojadas, en un cálido y plácido semblante. Una media sonrisa asomaba de sus labios, pintados en un rosa natural. El chico aún agarraba su mano, y lejos de antojarsele extraño o incomodo, se sentía terriblemente cómoda. Como si sus manos hubiesen sido hechas para estar juntas. Para vivir así, entrelazadas. Un cómodo silencio se sobrepuso a ellos, y curiosamente, ninguno de los dos quiso romperlo hasta pasados unos minutos.

David se relajó al salir de aquel barrio. Alzó un poco los cejas, al igual que hacía cada vez que pensaba algo con firmeza. Iba a entrenarse el doble de lo que lo hacía. Iba a ser capaz de pelearse con cuatro hombres como el que había agarrado a la chica hacía menos de media hora, e iba a ser capaz de vencerlos. Lo haría, porque ella se merecía que él le diese lo mejor que podía darle, y eso incluía su protección. No tenía claro que sentía por ella, ni el por qué de esa extraña atracción que le producía una mezcla de deseo y cariño. Hacia alguien a quien no conocía, pero que quería conocer. De verdad. Y si aquello ocurría, si ella aceptaba volver a verlo y dejarse conocer, al menos una parte, eso incluiría que él le mostrase un poco de su mundo. Y en ese momento fue como si un cuchillo se le clavase en el pecho. No quería eso para ella. No quería que formase parte de todo lo que el vivía a diario, ni de su estilo de vida. Ella se merecía algo mucho mejor que eso.

-¿En qué piensas?

Su voz, sumamente dulce volvió a relajarlo y a calmar esa aprehensión en el pecho que le instaba a separarse de ella y a no verla nunca más, aunque odiase aquella idea.

-No me quito de la cabeza la imagen de aquel guardia agarrándote de los pelos.-le dijo.-

Verónica se llevó inconscientemente una mano a la cabeza y le dedicó una mirada sonriente. Él se quedó mirando sus ojos, era la segunda vez que la veía sonreír con la mirada y que él se le quedaba mirando ensimismado mientras se preguntaba qué demonios le pasaba.

-Yo tampoco .-rió suavemente, acariciándose el pelo.

David la atrajo hacia sí mismo, y le besó la frente al tiempo que pasaba una mano por su cabello, suave y lacio. Tan suave que le llamó la atención.

-Voy a hacer que recuerde el momento en el que te agarró.-le dijo, y algo en su voz no presagiaba nada bueno.

Ella perdió su mirada en la suya, sintiendo aquella inaguantable atracción que él ejercía en ella.

-¿Qué hacías en el centro comercial?

David la atrajo de nuevo hacia su pecho con mas fuerza, abrazándola y haciendo que todo alrededor dejase de existir. Desde aquel puente en la lejanía hasta el parque que estaban atravesando, plagado de árboles y flores que comenzaban a marchitarse en el otoño.

-Algo me dijo que estarías ahí.-contestó con seguridad, pero sin saber bien cómo explicar el que había tenido ese presentimiento. Se encogió de hombros quitándole importancia.- Ya te dije que tenía mis contactos.

Ella le sonrió, pero entrecerró un poco sus ojos al hacerlo, desconfiada.

-¿Cómo eres capaz de espiarme sin que me de cuenta?

David rio y se sintió raro al hacerlo. Era increíble que el se riese con una mujer. Él, que tenía miles de planes sobre cómo conquistarlas para aprovecharse de ellas, estaba bajando la guardia con aquella chica. Se esforzó en alejarse de ella, dando un paso atrás y retomando el camino hacia la casa de la joven. Un pensamiento había hecho que tomase esa decisión. Pasase lo que pasase no iba a acabar como Jeremy. Aquel chico había sido igual que él, y por culpa de su novia Yolanda había cambiado radicalmente hasta el punto de dejar la banda a la que el chico pertenecía. Le hacía caso en absolutamente todo, como si la venerase. En ese momento David no lo entendió, y creyó que jamás sería capaz de entender cómo su fiel amigo había dado aquel cambio por lo que él literalmente llamó "el amor de su vida". Recordó que estaba furioso y que peleó con él. Entre puñetazo y puñetazo recordó una frase.

Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora