Capítulo 2

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-¿Qué? ¿Te han molado eh?

Verónica se ruborizó un poco ante las palabras de Paloma.

-Por supuesto que no.

-Claro que sí.-dijeron las otras dos al unísono.

-A nosotras no nos engañas.-dejó caer Eva, con una sonrisa aviesa.

-Por supuesto que no. ¿Cuál de los tres te ha gustado? Venga, dime. Suéltalo de una vez.

Paloma comenzó a dar saltitos emocionada mientras le cogía la mano a la chica. Verónica resopló exasperada.

-Os he dicho que ninguno.-mintió.- Sólo he preguntado sus nombres.

-¿Para qué quieres saber sus nombres si no es para ligar con ellos?-inquirió una Paloma muy perspicaz.

-Pues para decirle al director quienes son los estúpidos que se han cargado lo único bonito que tenía nuestro instituto.-rebatió molesta.- Además casi matan al conserje y al jardinero como vosotras mismas dijisteis antes.

Paloma la observó desde unos centímetros de altura más altos.

-Eso es más típico de Eva que de ti.-dijo.- Además, no creo que seas tan estúpida. ¿No te diste cuenta de que nadie les dijo nada en la entrada cuando pasaron con la moto? Podría haberlos atropellado pero ninguno de los macarras fumadores de la entrada les dijo nada.

Verónica se tomó unos segundos para asimilar aquello. Era cierto. Los chicos que fumaban en la entrada solían ser los más macarras de todo el centro, y sin embargo, se habían callado ante los tres motoristas.

-¿Por qué? -preguntó ella, a sabiondas de que los chicos de la entrada eran en su mayoría gente a la que no le importaba pelearse con nadie.

Eva perdió su mirada verdosa en ella, firme y serena, pero fue Paloma la que le contestó.

-Porque les temen.

-No son buena compañía para nadie. Cuanto menos roce con ellos mejor.-añadió Eva.

Paloma la miró como si estuviese loca.

-¿Bromeas? Yo mataría por hacérmelo con cualquiera de ellos.

Eva se sorprendió. En ese momento había entendido que su amiga no bromeaba cuando dijo momentos antes que quería hacerlos padres...

-¡Oh Paloma, no seas así!-le riñó.

-Es ser sincera.-diferenció mientras se encogía de hombros.- ¿Por qué los tíos pueden hacerlo con cualquiera y nosotras no?

-No me habéis contestado.

Ambas volvieron a reparar en Verónica.

-Cierto.

-Son Darío, Paulo y David. Venga suelta ya cuál de ellos te interesa.

Paloma volvió a acercarse más a ella, intrigada. Verónica se ruborizó un poco y se colocó un mechón de cabello detrás de la oreja mientras agachaba la cabeza.

-Ninguno, ya os lo he dicho.

Una suave brisa recorrió el lugar, haciendo que las faldas de los uniformes se levantasen levemente. Las dos chicas ignoraron las palabras de Verónica antes de compartir una mirada.

-Seguro que será el rubio.

-No, creo que será el moreno, pega más con ella.

Eva se llevó una mano a la cabeza.

-¡Oh, venga ya! ¿No te diste cuenta de cómo miraba al rubio?

Verónica resopló mientras miraba a su alrededor. Habían destruido una gran parte de la entrada del instituto.

-Será mejor que entremos.-dijo al fin ignorando a las dos chicas que como siempre no paraban de discutir. De fondo se escuchaba perfectamente como el director mandaba entrar a todos los rezagados del patio. Ya deberían de estar en clase. Se apresuraron a entrar en el edificio gris y apagado y a subir por unas escaleras demasiado pequeñas e inestables para todas las personas que las pisaban. Al llegar a los aularios de segundo de bachillerato Paloma se separó de las otras dos chicas. No estaban juntas en la misma clase, pero eso no significaba que no se viesen entre clase y clase y en el recreo.

-Luego os huelo.-sonrió la chica de cabellera negra.

-Hasta luego.-respondieron las otras dos divertidas y pensando que no tenían nada que hacer con la actitud rebelde de la chica.

Llegaron al aula de la esquina, la A4, donde un gran grupo de chicos hablaban fuera. No iban a entrar hasta que el profesor no estuviese dentro. Esa norma de que los alumnos debían de esperar a los profesores dentro de las clases no iba con ninguno de los jóvenes de ese centro. La luz de un ventanal le otorgaba un agradable contraluz al pasillo.

-Buenos días.-saludaron las chicas sonrientes.

-Hola.-les correspondieron algunos con voz dormida.

La mañana transcurrió tranquila como cualquier otra pero el hecho de que los tres chicos hubiesen entrado de la forma en que lo hicieron y casi hubiesen incendiado el patio y atropellado al conserje dieron una vidilla a todo el lugar. Ya no era el típico centro en el que el mayor comentario posible era que una chica le había puesto los cuernos a su novio o viceversa, o que alguien se había peleado con otro de un curso superior. Ahora el rumor se iba haciendo cada vez mayor y cada persona aportaba un nuevo dato, real o no, a la situación.

Curiosamente tan sólo Verónica seguía pensando en aquel guiño de ojos, con una mano distraída sobre la mejilla mientras miraba por la ventana y veía un enorme árbol totalmente en verde agitarse bajo el viento.  

Mil gracias por seguir leyendo. Muchos besos y feliz día. Agradezco todos vuestros comentarios y aportaciones.

Instagram: itssarahmey

Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora