Capítulo 24: Preparaciones

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Actualidad...

***Duke***

Manejo rápidamente a casa de mi tío. Antes de hacerlo, paso al banco abierto las veinticuatro horas del día; el único en la ciudad con este maravilloso servicio. Es un edificio grande, pero está cerrado. Solamente está disponible una fila. En ella hay dos personas, y una de ellas es la viejita, la vecina de mi tío.

El otro es un señor realmente elegante. Posee una mirada prepotente, seria, y expresiones burguesas que me disgustan. Intercambiamos miradas, y él observa el maletín que llevo.

—Buenas noches. —Hago fila junto a ellos.

—Buenas noches. —La viejita sonríe.

Él no responde. Ella dura unos minutos haciendo su trámite y se va, y luego sigue él. Me parece algo sospechoso... observa hacia sus alrededores constantemente, pero sin perder su compostura. Camina, alejándose del lugar.

Sigo yo. Tengo que actuar lo más normal posible, tengo que meterme en la película... tengo que ejercitar mi imaginación, como las frías calles de la Ciudad Onírica me entrenaron durante años. Pongo mi mejor sonrisa, y alzo el maletín, poniéndolo sobre la mesa. La chica que atiende se sorprende.

•—Empezar Música—•

—Uff. ¡Al fín podré poner todos mis ahorros en una cuenta! —exclamo alegre.

Ella inclina la cabeza dudosamente.

—Puedo meter este dinero a una cuenta existente. ¿Cierto? —cuestiono, con una sonrisa de éxito.

—Claro... pero es muchísimo dinero... —dice, empezando a contar los billetes.

—Ah, sí. Es que, estuve ahorrando todo esto en efectivo. Son muchos meses de paga. Mi madre se enteró de que lo tenía todo en mi habitación, debajo del colchón, y me ha regañado terrible. "¿Qué pasa si hay un incendio?" Bueno, esa es la historia... —Suelto una risilla nerviosa—. Le prometí que metería todo esto en una cuenta que compartimos.

—Comprendo... —Ella sigue contando el dinero.

—Oh. Casi lo olvido —comento—. Junto con el dinero necesito dejar una información al remitente de la cuenta.

—¿Cómo dices? ¿No eres tú el dueño de la cuenta? —cuestiona.

—Es complicado, la verdad... —Me acerco, susurrando, a pesar de que no haya nadie a los alrededores. Me pongo la mano cerca de la boca, para secretear—. La verdad s que voy a inscribir a una amiga en un concurso de modelaje... soy su representante, y mi madre dice que eso de modelar es de homosexuales.

—Oh... —suspira, sorprendida.

—Pero no lo es. ¿Cierto? A mí también me gusta la moda, y eso está bien... ¿cierto? —expreso dramáticamente.

—Claro que lo es, amigo —responde, empáticamente.

—¡Perfecto! —grito—. Entonces, ¿me das una hoja y un lapicero?

—Sí. Toma. —Me los da.

Empiezo a escribir la información que Alice me ha pedido. No puedo poner los apellidos de ninguno, no sé si esta chica sospechará más de lo debido... Tengo que ser sutil.

"Modelo: Lyra
Representante: Duke
Modelaje: Payasita, colores, lluvia de ideas en proceso"

Ella toma el papel. Lo lee, y frunce el ceño confundida.

—¿A qué número de cuenta sería? —interroga, preparándose para escribir en la computadora.

Le digo el número, ella lo digita y lo envía. Respiro aliviado. Sonrío.

—¡Muchas gracias, señorita! —exclamo alegre.

—Con gusto. Espero que llegues lejos —comenta sonriendo. Me voy del lugar.

Sigo manejando. Paso por un restaurante de comida rápida llamado "Soñihamburguesas". Un terrible nombre para un restaurante que no es la gran cosa. Paso al auto servicio, pido dos hamburguesas con queso. Pienso un segundo... pido una extra para Lyra.

Me voy del lugar, el cual tiene un gran parqueo que nunca se llena. Las luces amarillas y verdes son muy llamativas, pero encandilan a quien sea que las vea por mucho tiempo.

Empiezo a comer una deliciosa hamburguesa. No he comido en mucho tiempo, y sabe a gloria. Siento la energía fluir por mi cuerpo, pero hay algo que me falta. Siento en mis bolsillos la pequeña bolsa que contiene mi preciado polvo.

No está. Pienso rápidamente... sé que la dejé en casa de mi tío, pero me da pereza buscarla. De inmediato tomo el celular para llamar a Jerry, mi gran amigo.

—Jerry —digo apresurado, con el celular en alta voz en mis regazos, media hamburguesa en una mano, y el volante en la otra.

—Hola Duke. ¿Cómo estás? ¿Qué pasa? ¿Se te acabó la carga? —pregunta amigable, como siempre.

—Exacto, se me ha acabado —confirmo.

—Bien, estoy en la calle de siempre. Corre, que esto se va como pan caliente. —Él cuelga.

Reviso mi billetera. Tengo suficiente dinero para cocaína para tres días. Manejo hasta donde Jerry se encuentra, me bajo del auto.

Hace mucho frío, peor no importa. Vale la pena salir de la zona de confort a cambio de un poco de energía que sé que necesitaré luego.

—Hola —saludo. Él está vestido con su clásica sudadera roja vino, como siempre. Está negociando con un muchacho muy flaco y decaído, a quien ya he visto varias veces comprar.

—Hola Duke. —Me saluda con un cálido abrazo—. ¿Por qué andas a estas horas tan tarde, en la calle?

—Las vueltas de la vida. Estaba cerca, y dije... "¿por qué no saludarlo?" Y bueno, aquí estoy. —Le doy una palmada en la espalda.

—Me alegra. ¿Cuánto necesitas? —pregunta.

—Lo que me alcance con esto. —Le doy los billetes en la mano. Lame un par de sus dedos y se dispone a contar el dinero. Su piel morena resalta con las luces de los autos que van pasando por el lugar.

—Te veo algo cansado —nota, levantando la mirada.

—Para eso tengo esto. —Le arrebato el producto.

—¿Estás bien? —pregunta, honestamente.

—Sí. ¿Por qué? —interpelo.

—Nada más pregunto. Está bien, ¡Nos vemos luego! —dice.

Me alejo, mientras escucho las voces de él y el muchacho alejarse poco a poco. Entro al auto, y no aguanto más. Necesito una pequeña línea para calmar la ansiedad. La inhalo, y todo se transfigura hacia su normalidad. Llego finalmente a casa de mi tío. Todo sigue normal, y apenas entro, recibo una llamada de Alice.

—¿Te llegó la transferencia? —pregunto apenas contesto.

—Correcto —responde satisfecha—. No pensé que en serio fueras a meterte en esto.

—Ya estoy dentro. ¿Se llenaron todos los cupos? —consulto.

—Sí. Tú fuiste el último —informa—. ¿Cómo vas con la transformación?

—Justo voy a comenzarla —comento, caminando hacia el sótano—. ¿Tú?

—Ya te dije que estoy lista desde hace tiempo... —burla—. Más te vale apurarte. Todavía no sé la fecha exacta del desfile, pero será en menos de dos meses.

—Gracias por informarme, Alice. —Estoy pensativo.

—Adiós. Oh... y cuidado con los otros representantes —dice, y cuelga.

¿A qué se ha referido? No le doy importancia. Entro al sótano, para empezar a trabajar con Lyra, finalmente.

Tarde o temprano, él bajaría por esas escaleras. El proceso más doloroso de todos empezaría su ciclo.

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora