Capítulo 21: Material de modelo

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•—Empezar Música—-

—Venimos a disfrutar. —Vincent respondió acomodándose, actuando peligrosamente que tomó de la bebida recién servida.

—Vinieron al lugar indicado. —El muchacho señaló a la chica de cabello largo.

Ella se acercó a Vincent, sentándose en sus regazos. Empezó a masajearlo con sus glúteos al son de la música, tocando sus piernas y su pecho.

—Así que... —Empecé a intentar sacar información—. ¿Qué es este apartado de la disco? ¿A qué vienen a este lugar?

—Somos cazadores de talentos. Venimos a evaluar a posibles candidatos, modelos, para nuestro desfile —explica, tomando un trago de su bebida.

¿Modelos? ¿De qué hablaba? Vincent se veía incómodo con la presencia de la mujer, pero por alguna razón... actuaba más relajado de lo usual, no seguía el protocolo de siempre, o no quería hacerlo. Tomó un sorbo real de su bebida. No podía acercármele a detenerlo. ¡Qué estúpido!

—Entiendo. —Observaba a las personas en la habitación. Todos me intrigaban, pero la más misteriosa, sin duda alguna, era la chica de la esquina, oculta en las sombras...

—¿Y ustedes? —Él se levantó—. ¿Son material para posibles modelos?

La chica de cabello largo se había levantado. Tomó a Vincent de su corbatín, invitándolo a bailar con ella. Él accedió. La mujer tomó una botella de color azul, representando una poción de bruja, con una equis blanca en ella. Bebió un trago directo de la pócima, y seguidamente le dio un sorbo a Vincent, quien accedió sin problema alguno.

—¡Aryl! —exclamó el joven, llamando a la muchacha de la peluca negra.

Ella se acercó a mí rápidamente. A diferencia de la otra, no quiso bailar. Se sentó entre nosotros. Tomó la botella de la otra chica y tomó de ella. Me dio la botella, y para lograr disimular, actué de que tomaba un poco, pero ella siguió empujando la botella. Tuve que tragar un poco, y más, hasta que se detuvo. Era amargo y me ardió la garganta, hasta llegar al estómago. El aroma frutal era intenso y empalagoso.

—Eres interesante. —Ella me empezó a besar sin dudarlo. No pude negarme, tenía que seguir con el juego, no podía detenerme ahora. ¿Qué información tenía esta gente? ¿Qué tan peligrosos eran?

—Suficiente, ven. —Él la tomó de la mano, pidiéndole que se sentara a su otro lado. Ella sonreía maliciosamente, sin enseñar sus dientes.

—No sé si tenemos lo que buscas. ¿Para qué quieres modelos? —cuestioné.

La señora elegante se acercó a nosotros. Se sentó junto a mí. Irradiaba un aura de alta sociedad, su manera de hablar era distinta, con ornamentos, incluso, si se podría decir así. Su olor era oscuro... venenoso, ácido.

—Es algo que pocos comprenden —elaboró—. Mi esposo y yo hemos sido parte de los patrocinadores de este concurso desde hace cuatro años. Este será el quinto.

—¿Es un concurso para ver quién es la mejor mula de drogas? —mofé, intentando sacar algo más. El tamaño de su ego era tan nefasto, que una respuesta psicológica era más que esperada.

—No exactamente. —Ella me miró con disgusto—. Para alguien que haga esas bromas, le hace falta arte, de la pura, de la que solo se encuentra en eventos tan exclusivos y exhaustivos como el que se presenciará. Las personas que no pertenecen a los círculos de este tipo se pierden de lo real... excéntrico, y puro.

—Es algo muy íntimo, entre los modelos y sus representantes. —Aryl soltó una risilla, acariciando la mejilla del joven.

—¿Concurso de prostitución? —Mandé otra carnada para analizar sus reacciones.

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora