Capítulo 15: Suspenso agonizante

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Notas del autor:
¡Hola! ACABO (31 de julio del 2021) de mandar el manuscrito a la editorial, ya va a empezar el proceso de edición. ¡Ya estamos más cerca de tener el libro en nuestras manos! Hoy les voy a regalar 2 capítulos más, y el lunes o martes les subo 3 más, necesito un descanso de todo por estos días. Gracias por la paciencia.

***Sonnet***

•—Empezar Música—•

Llegué a mi casa aproximadamente a las dos de la mañana. Estaba exhausto... Mi madre estaba despierta. Estaba leyendo un libro en su cama. Me asomé por la puerta de su habitación.

—¿Qué pasó, Sonnet? —preguntó al verme así.

La fui a abrazar. Algunas lágrimas salían de mis ojos, mientras intentaba contarle lo sucedido. Mientras hablaba, miraba la foto de mi padre... sonriendo como siempre, en la mesita de noche. El agujero en mi corazón crecía cada vez más.

—Lyra... —pronunció preocupada.

De inmediato llamó a la madre de Lyra, con quien habló un gran rato. Me dirigí hacia mi habitación... a las mismas cuatro paredes de siempre, en donde habían sucedido tantas situaciones, tanto buenas como malas.

No me había bañado y olía mal. Caminé hacia el baño, encendiendo la luz. El reflejo en el espejo mostraba lo hecho trizas que me encontraba por fuera y por dentro. Aquél ente, despeinado, sucio, y sin motivación alguna... me volvía a ver.

Los recuerdos de depresiones pasadas se hacían presentes. ¿Y si Lyra no volvía? ¿Y si estaba muerta? ¿Cómo me irían a dar la noticia? ¿Cómo podría afrontar un duelo tan duro? Otro... duelo...

Los viejos tentáculos de los recuerdos me atrapaban. El sentimiento de pérdida, como un hilo metálico, me cortaba el cuello poco a poco. La vieja promesa en el espejo había dejado sus huellas en mi corazón, y esta vez estaba a prueba.

Me metí a la ducha, sintiéndome culpable. Mi cuerpo dolía, era pesado, y mis pulmones se sentían como dos bloques de concreto. ¿Quién me daba el derecho de sentirme relajado? ¿Cómo se estaría sintiendo Lyra? La realidad era tan distorsionada como el espejo nublado al que me encontré a la salida.

Había recuperado ciertas energías. Eran las dos y media de la mañana, y tenía mucho trabajo por delante. Abrí mi computadora. Conecté el celular a ella para poder ver los chats detalladamente, y en un espacio más grande. No me sirvió de absolutamente nada. Los fantasmas de los recuerdos danzaban a mis alrededores como viejas burlas del pasado, de incompetencia, de impotencia...

Fui por una enorme taza de café. Me senté de nuevo, intentando no pensar en las viejas tentaciones de dejarlo todo atrás y dormir sin querer despertar. No podía dejarme caer, no ahora. Las esperanzas seguían vivas, y cada segundo contaba.

Me metí a redes sociales, para ver si alguna idea me rebotaba en la cabeza, cuando de repente apareció un anuncio sobre una aplicación para citas. Se me paralizó el corazón al verlo.

Recordé absolutamente todo. Recordé que Lyra había descargado la aplicación, y que había estado hablando con un muchacho. ¿Acaso él pudo haber sido su secuestrador?

Él tenía un nombre fácil, pero simplemente mi mente lo tenía bloqueado. Tampoco recordaba su cara. Sabía que estaba en algún lugar de mi mente, pero no la podía descifrar. Sabía que si me lo encontrara en la calle, lo podría identificar sin duda alguna.

De inmediato descargué la aplicación. Me creé un perfil falso tomando fotos de una chica cualquiera en internet que pareciera guapa, iniciando mi cacería. Pasé toda la madrugada hablando con chicos y chicos, buscando perfil por perfil... la mayoría buscaba fotos de chicas desnudas... obviamente, si alguien quisiera secuestrar a una, no empezaría por eso. Empezaría por conquistarla.

Eran las seis de la mañana. El alba empezaba a asomarse por la ventana. Me sentía cansado, sin embargo, no planeaba descansar. Me traje la cafetera, de la cual empecé a tomar sin siquiera ponerle azúcar. Ya había perdido el miedo a lo amargo.

Seguía revisando perfiles, hasta que lo encontré. Su nombre era Duke. ¡Era el de las fotos! Era definitivo. Mientras seguía viendo sus fotos recordé algo. ¡Era quien estaba frente a la casa de Lyra! Eran demasiadas las coincidencias. ¿Qué estaba haciendo él justo frente a la casa de ella, justo el día en que desapareció?

Tomé mi bicicleta. No tenía tiempo para nada, necesitaba llegar al lugar lo más pronto posible. Sabía cuál era la casa, sabía que era la casa de Gabriel, aquél extraño señor del que Lyra y yo hablamos alguna vez... aquél de las actitudes raras de siempre. ¿Y si Quinn también había sido secuestrada por ellos?

¿Y si llamaba a la policía? Aquellos inútiles... aquellos grandísimos corruptos, aquellos que me fallaron en el pasado... no. ¿Qué harían ellos? Archivar un papeleo para dentro de unos meses. ¡No había tiempo para pensar nada!

Las ideas saltaban en mi cabeza sin cesar. No podía concentrarme. Un auto casi me atropelló en el camino, peor logré llegar a la casa. Me bajé de la bicicleta, y toqué la puerta firmemente.

***Duke***

Me acomodo en la cama de mi tío. El amanecer se pronuncia, el sol se asoma por las viejas cortinas llenas de polvo. Abro los ojos con más fuerza, me arden mucho. Tengo una jaqueca terrible gracias al día anterior. Las líneas de cocaína y el sonido del taladro han logrado plantar en mi cabeza un dolor que me aturde con facilidad.

De repente, y sin aviso alguno, suenan tres golpes firmes en la puerta principal. Me siento, mis sentidos se han agudizado y mi corazón palpita rápidamente. Escucho tres golpes más, haciendo que mi corazón se encoja agresivamente. Salto de la cama para alistarme.

—¡Ya voy! —grito con mi mejor voz. Corro a mojarme la cara con agua del baño, me miro al espejo. Me veo bien, pero mis manos tiemblan. La debilidad se hace presente, ha de ser por falta de un desayuno, o la cena de ayer. Respiro hondo, me tranquilizo. Bajo las escaleras y camino hacia la puerta.

La abro.

Sonnet estaría a punto de concluir mucho, y de encontrar nuevas incógnitas. Se encontraba tan cerca de mí...

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora