Capítulo 8: Hacia la capital

106K 4.8K 1K
                                    

Antonio ya tenía mi mochila a la espalda y me ofreció una leve sonrisa. Mi tía nos alcanzó dos depósitos con comida. Además, me alcanzó unas cápsulas con líquido especiales que contrarrestaban los efectos de drogas como las que eran usadas por los guardias de seguridad para sedar a los evolucionados. Solo por si acaso.

—Gracias —dijimos los dos.

—Perdón por las molestias causadas.

—Descuiden. Por favor, avísenme cuando lleguen a la capital.

—Sí, lo haré en cuando pueda —contesté.

Nos despedimos. Salimos de la casa y caminamos unas cuadras.

—Creo que tengo algo para ti. —Saqué unos lentes de sol.

—¿Por qué? —quiso saber.

—Tus ojos...

—Ah... Claro. —Se los puso y sonreí.

—¡Luces genial!

—Bueno, no me adapto a tener algo en la cara.

—Oh, lo harás.

Le di dos suaves palmadas en el hombro y continuamos el camino hacia la salida de la ciudad. Los guardias pensarían que intentábamos suicidarnos al salir, pero no seríamos los primeros en hacerlo, así que no era problema. Salir de la ciudad era otra nueva modalidad de suicidio, sin embargo, a los extremistas también les gustaba viajar a pie y así probarse a sí mismos. Había de todo.

—Así que... te escapaste, ¿eh? —quería saber más sobre él.

—Sí...

—¿No intentarán buscarte?

—No. No les interesa lo que cada uno haga, casi. —¿Casi...?—. No había planeado terminar atrapado. Esa noche me puse a pensar en mi madre decepcionada...

—¿Ya ves? Entonces a tu mamá sí le importas —le reproché.

—No, ella... Está bien, no debo deshonrarla más, eso es todo. —Deshonrarla, ¿a qué rayos se refería?—. No te preocupes por esas cosas. Luego tú apareciste y... como te dije antes, creo que eres buena, así que no me importó que te acercaras. —Sonrió apenas—. Y tú seguiste buscándome...

Me ruboricé y sonreí también.

—Me causabas curiosidad. —Recordé algo más—. Julio dijo que había visto tus pupilas rasgadas —comenté.

—Sí. Cometí ese error, eran pequeñas y redondas pero a veces volvían a su forma natural, pues mi transición llevaba poco tiempo de haber empezado. Ya cuando desperté habían pasado un par de días así que ustedes ya no las vieron y no le creyeron. —Soltó una leve risa.

Reí con él.

—Sí, pobre Julio. Seguirá pensando que había alucinado.

—¿Y tú? —me miró—. ¿Sospechabas de mí?

—No al inicio, la verdad... Me gus... —Deje de hablar. No sabía qué tanto conocían ellos sobre gustos, y por ahora parecía que él no sabía mucho—. Yo pensaba que el color de tus ojos era muy deslumbrante como para ser normal.

—¿Te gustan mis ojos? —preguntó.

Había cierta emoción en su pregunta y yo noté que sí sabía lo que era «gustar», pero claro, no si conocía el de índole romántica.

—Sí, me gustan —respondí y le guiñé un ojo.

Pude notar que un ligero rubor se hizo presente en sus mejillas. Sus labios se curvaron en una leve sonrisa.

Ojos de gato Tentador [La versión de ella]Where stories live. Discover now