Capítulo 14: Delirios de esperanza

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Quinn tiene los ojos idos. Ya no está llena de vida, de ilusiones, de sonrisas... Está por rendirse. Ella voltea su cabeza hacia mí, pero el brillo en sus ojos se ha perdido. Empieza a balbucear.

—¿Ledalí? Perdóname... por no llegar a tiempo... a nuestra cita. —Sonríe con una tenue mirada. Su cabeza cae, no puede aguantar el mantenerse consciente.

—Quinn. Tienes que seguir luchando, mírame, soy Lyra. —Mis lágrimas siguen cayendo, no soporto verla de esta manera.

Duke baja por las escaleras. Sus ojos están rojos. Está más loco que nunca. Lo observo bien, tiene un polvo blanco en su nariz. Es evidente que ha consumido cocaína.

—Ya terminó el recreo. —Toma más agua, y nos da un poco. Quinn no puede siquiera abrir la boca. Él la bota en su ropa.

—¡Por favor! ¡La vas a matar! —Ya no hay retorno, no puedo dialogar con alguien tan agresivo en este estado.

Él se acerca. Sus ojos están llorosos, y su sonrisa es involuntaria, re afirmativa... insegura, descontrolada. Sus camanances se pronuncian conforme sonríe.

—Yo soy quien tengo el control aquí. ¿Entiendes? Yo sé lo que hago. Mi tío dejó estos planes para Quinn, y yo los ejecutaré a mi manera. —Se aleja.

Toma las pinzas metálicas, y con ellas el crisol del horno. Lo pone en la mesa de metal. Quinn está en el limbo de la consciencia... Duke toma el molde, y lo pone en la cabeza de Quinn, haciendo un poco más de espacio en el proceso. Puedo escuchar los gritos de Quinn, parecen ser del inframundo, algo tan surreal que jamás he escuchado en la vida. Cierro los ojos con todas mis fuerzas, no puedo seguir viendo.

El molde está puesto. Tiene una figura perfecta, dando una idea acertada del cómo se verá la corona eventualmente.

—Lyra... —Quinn habla—. No quiero morir...

—Quinn... ¡Quinn! —exclamo, empiezo a saltar hacia Duke.

—¡Eh! —Él me quema con el crisol en mi brazo derecho.

El sonido al contacto sonó de manera agresiva. Siento la furia en todo el cuerpo, y escucho mi piel quemarse, aunque a no esté en contacto con el crisol. Es muy posible que pierda las fuerzas que me quedan para seguir despierta.

—Gracias por ser tan buena amiga, Lyra... —dice Quinn, aceptando su futuro.

Ella se había mudado hacía cuatro años, a la casa de enfrente. El primer día, había traído galletas horneadas por ella misma. Las comimos en mi casa con vasos de leche y viendo dibujos animados. Quinn me pedía consejos al entrar a escuela cercana de nuestros hogares, a la cual yo había ido por algunos años.

Siempre que ella tenía algún secreto me lo contaba, al igual que yo a ella, aunque conforme pasó el tiempo, nuestra amistad perdió fuerza poco a poco. Ya no teníamos tanto tiempo para la otra, además de que la diferencia de edad nos hacía tener distintos intereses.

Yo le empecé a dedicar mucho tiempo a Frederick, tiempo que debía de haber enfocado en mis amistades... tiempo perdido y lleno de remordimiento. Actualmente, solo nos hablábamos al encontrarnos saliendo o entrando a nuestras casas. Charlas superficiales y casuales... las que no me llenaban en absoluto.

A pesar de todo, sabía que Quinn se había desarrollado para ser de las personas más empáticas, honestas, tiernas, y llenas de luz que jamás había conocido. ¿Por qué alguien así terminaba en una situación como estas?

—Vas a ser transformada en una hermosa reina —mofa Duke cargando el metal fundido—. ¿Algunas últimas palabras antes de tu coronación?

—Lyra... —Quinn llora, pero balbucea con sus fuerzas restantes. La saliva sale de su boca, y sus ojos ya no se abren—. Si sales de aquí... dile a Ledalí que lo amo... y que espero que algún día me perdone.

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora