-La violencia se soluciona con violencia.

David cerró los ojos unos instantes, algo cansado por todo aquel día. Verónica observó sus párpados y sus pestañas. Sus labios estaban algo fruncidos, y eran tan carnosos que tuvo que reprimir las ganas de besarlo. David dejó caer la cabeza en la almohada unos instantes, antes de volver a hablar. Cualquiera que lo mirase se podría plantear la pregunta de si estaba posando para alguna sesión fotográfica. 

-Me temo que así son las cosas aquí.- y luego arrugó la frente un poco, como siempre que quería decir algo y dudaba si contarlo o no.-

-Suéltalo.-le pidió ella.

Él abrió los ojos, algo sorprendido, y al mismo tiempo, orgulloso de que ella se hubiese dado cuenta.

-Hoy he pegado a una chica. Después de que matasen a su hermana.

Verónica tuvo que volver a pedirle una vez mas que repitiese aquella frase.

-¿Qué?

Cuando David se la repitió, y le dio luego las explicaciones pertinentes, Verónica tan sólo se quedó con una cosa. Y una parte de su ser odió ser capaz de quedarse solo con eso en un momento como aquel. Él le había dicho a esa tal Rose que estaba enamorado de ella. Y fue como si al oír esa frase su cerebro desconectase para dar saltos y bailar de alegría con sus neuronas, desconectando por una fracción de segundo de lo que él había seguido contándole. Si Eva la viese seguro que no se sentiría orgullosa de ella. Para su amiga la vida de las mujeres no giraba en torno a su pareja y a mantenerlas enamoradas, su visión del mundo era muy distinta a todo aquello. Y aunque Verónica tampoco concibiese su vida alrededor de mantener a un chico enamorado, cuando se trataba de David era totalmente distinto. No quería mantenerlo enamorado, sino feliz, y eso, era una diferencia abismal siempre y cuando se respetase a si misma en el proceso.

-¿Por qué nadie hace nada para cerrar ese prostíbulo y para poner a salvo a las chicas?

Verónica se incorporó. El tema del que hablaban era demasiado delicado para tratarlo tumbados. Su conciencia se lo impedía. David se mantuvo callado, totalmente seguro de que ella sola sería capaz de llegar a la respuesta.

-¿Cómo es posible que la policía no lo sepa?-siguió preguntando, para luego, con los ojos abiertos como platos, decir en una voz demasiado fuerte si sus padres y su hermano ya dormían.- ¡La policía está implicada!

Eran las tres de la mañana y ahí fue cuando David tomó el relevo en la conversación.

-El noventa por ciento de la población tiene un precio.

Ella se mordió los labios, con ira.

-No hay precio lo suficientemente alto para que alguien acepte hacerle eso a mujeres que no tienen culpa de nada.

David suspiró, paciente.

-No todas las personas son tan buenas como crees.

Verónica trató de calmarse, pero el hecho de que David le agarrase de la cintura y la besase no fue más que un agravante a su estado anímico de ansiedad. Bebió de aquellos labios que chocaban contra los suyos con fuerza y pasión al mismo tiempo, para una vez que se separó de ellos, tranquilizarse y sentirse sin aliento. Se tomó unos instantes para que todo dejase de dar vueltas, y por su parte, David se tomó un momento para contemplar lo preciosamente inteligente que le parecía.

-¿Y vas a confiar en Rose?

David le sonrió, diciéndole con la mirada que todo iba a ir bien.

-Sí, hasta que no me de motivos para lo contrario.

Verónica dudó.

-¿Por qué vas a confiar en ella? Quiero decir, por lo que has dejado entrever con que tan solo diga una palabra de ti podrían matarte.

Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora