XIII

719 69 20
                                    

—No deberías estar aquí —comentó limpiando la sangre de sus nudillos y sin voltearse a mirarla. Había golpeado la pared unas cuantas veces sacándose sangre. El ambiente estaba tan tenso que ambos sentían que podían tocarlo tranquilamente.

—Sigues siendo mi novio, ¿no? —musitó mirando al suelo y poniendo sus manos atrás—. Tengo que evitar que te destroces solo.

—¿Kou te contó? —Preguntó recogiendo algunas cosas que había botado en su enojo, aún sin mirarla.

—¿Que debería haberme contado?

—Que abandoné a Azusa y a Yuma.

Ella lo miró sin soltar palabra alguna, no sabía si debía enojarse porque los abandonara, o ser comprensiva y ponerse en su lugar. Suspiró y caminó lento hacia él, seguía recogiendo cosas sin prestarle la más mínima atención, Irelia sintió algo romperse dentro de ella pero no titubeó. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de él. lo obligó a mirarla y puso su delicada mano en su mentón. Mirando fijamente esos ojos azules.

—¿Por qué lo hiciste? —Preguntó suave, sin enojos y completamente comprensiva. Ruki la analizó completamente. Lucia cansada de vivir, sus grandes ojos rojos estaban más cerrados a como acostumbraba verlos, pero aún así, en su mirada se veía dulzura.

—No tengo la obligación de responderte sobre las cosas que hago —respondió brusco y frío.

—No, no la tienes—reconoció la chica albina—, pero creo que merezco saber el por qué.

—Porque no quise. —Desvió la mirada hacia el suelo. Irelia levantó su mentón haciendo que la mirara de nuevo.

—Ya no puedes mentirme, Ruki —rió suave—, está bien, no me lo digas, no te obligaré.

Besó su mejilla con delicadeza y con lentitud, algo que no la caracterizaba, había cambiado, y él lo notó. Seguía siendo la chica que lo volvía loco, pero ahora era más delicada. Irelia comenzó a apartarse de él y caminar hacia la puerta. ¿La dejaría irse tan fácilmente?

—Ire...-

—Por cierto —lo interrumpió poniendo su mano en el picaporte—. Yuma está aquí.

Ruki calló, paralizado, viendo cómo Irelia abría la puerta y desaparecía cerrándola detrás de si. Se había ido. Él la había dejado irse.

Irelia se quedó parada unos segundos en frente de la puerta, por alguna razón quería que Ruki saliera a buscarla, pero eso no iba a pasar y tenía que aceptarlo.

Dio media vuelta y se puso a caminar hacia su habitación por el pasillo que extrañamente estaba silencioso. Ahí lo comprendió. Abrió los ojos e intentó volver a la habitación de Ruki, pero sintió como la tomaban del brazo y la estrellaban contra la pared más cercana, tapando su boca.

Fue ahí cuando visualizó unos lindos ojos violeta clavados en los suyos.

—Ha pasado tiempo, "hermanita" —hizo énfasis en la última palabra. La cabeza de Irelia empezó a dolerle a causa de los recuerdos que su mente le estaba haciendo procesar en tan solo un segundo.

—Shi... Shin... ji —musitó entrecortado una vez el nombrado le quitó la mano de su boca.

—Veo que no era cierto eso de que perdiste la memoria, y yo que pensaba que Momoi no sería capaz de mentirme —comentó levantando un poco los brazos soltando un suspiro. Luego miró fijamente a Irelia y sonrió—. Hay mucho de que hablar, Irelia.

—¿Mucho de que hablar? —Preguntó recuperando su firmeza y empujando a Shinji lejos de ella, provocando que chocase con la pared de en frente. Se sorprendió de si misma, al menos estaba recuperando su fuerza brua—. ¿Por qué querría hablar contigo después de tu intento de asesinato?

—Porque no tenía opción —respondió mirando a la nada, no podía mirarla después de todo.

—Dime una cosa... —pidió la albina clavando la vista en el suelo—. La manera, tu apariencia de niño y el día en el que nos conocimos, ¿no fue casualidad?

—No, era mi misión —respondió sinceramente—. Puedo responder a todas tus preguntas, pero las paredes tienen oídos.

Irelia miró hacia la puerta de la habitación de Ruki, seguía cerrada. Volvió a mirar a Shinji, estaba igual que la última vez que lo había visto, pero su mirada era diferente, se notaba arrepentido.

—Está bien, vamos a mi habitación.

Irelia le dio la espalda y él sonrió victorioso siguiéndola, siempre detrás de ella. Algo no estaba bien y ella lo presentía, pero no estaba en las condiciones de hacer algo alocado, esperaría a ver su jugada si es que la tenía, o a ver lo que él tenía que decir.

—Por cierto... —soltó antes de girar la perilla de la puerta—. No te aconsejo hacer alguna jugada como la última vez.

Shinji rió.

—Nada de cosas raras ésta vez —respondió entrando después de Irelia.

Por otro lado, en la sala de estar, los hermanos Sakamaki, Yui, Yuma y la novia de éste estaban reunidos ordenando la información que tenían sobre Azusa y la hija de Ayato.

—A ver —Reiji se levantó del sillón y comenzó a caminar hacía los lados—. Yuma escapó con la ayuda de la chica de ahí —el nombrado lo miró con la peor cara que pudo—. Por dios, que sensible. Como sea, no pudieron sacar a Azusa y ya no saben donde está. Por otro lado, Cordelia volvió a la vida por los Tsukinami, y está de su lado...-

—No tan de su lado —interrumpió Kin, automáticamente fue el centro de atención—. Digamos que han pasado muchas cosas allá arriba, pero Cordelia está cegada por el amor no correspondido de Karl.

—El tema de Cordelia queda a discusión —sentenció el de lentes—. Y para finalizar, Karlheinz tiene a Rini. Irelia no se ha recuperado del todo, y lo que menos necesita ahora es todo esto. Así que hay que dividirnos en grupos.

—Que los Mukami vean lo de Azusa —comentó Shu mostrando su falta de interés en él. Kou entró en escena escuchando eso.

—Recuerda que ahora no son hermanos —aportó Subaru sonriéndole falsamente a Kou. Liz, quien hacía unos minutos se había unido a la conversación al lado de su novio, golpeó disimuladamente al albino.

—Subaru, Shu, basta —reprendió Reiji suspirando, no podía creer que estuvieran actuando así en momentos como ese.

—No, déjalos —soltó Kou girando los ojos—. Yuma y yo nos haremos cargo de Azusa, ustedes cuiden que Subaru no se mate intentando salvar a la bebé que no fue de él. Oh, perdón, tema delicado.

—¡Kou! —Kin no podía creer que el rubio dijera cosas así solo para provocar al albino.

Yui miró al suelo algo avergonzada por el tema mientras Ayato se limitó a pararse en frente de Kou.

—Solo procura que ésta vez si puedas sacar a todos de esa mansión.

—Sí, descuida, después de todo yo no soy el que dejo a Irelia sola con nosotros y decidió escapar con su novia.

—Kou —llamó Subaru captando la atención del nombrado—, deberías dejar de decir tantas cosas, guárdatelas para después, Azusa podría estar muerto a estas alturas mientras tu peleas aquí abajo.

—Ya fue suficiente, Kou, cállate —sentenció Yuma. Kou giró los ojos y se calló.

—Retomando el tema, nuestra prioridad es Rini, no les pediré a ustedes tres, Yuma, Kin y Kou, que nos ayuden, pero como somos mayoría, podríamos ayudarlos con Azusa —comentó Reiji sorprendiendo a sus hermanos.

Y de la nada, cierto Mukami del que nadie había hablado entró en la sala corriendo, los examinó a todos y cada uno de los que estaban ahí y ellos a él. Y de la nada preguntó:

—¿Dónde está Irelia?

•••
Sí, lo sé, mucho tiempo sin publicar nada, pero ahora sí publicaré más seguido (y esta vez va en serio). La verdad es que no tenía ganas de seguir con esta historia, pero sus comentarios son lindos y me dieron ánimo, sigan así, son las mejores (?. Y bueno, esperen el siguiente capítulo (?

「No la dejaré」Where stories live. Discover now