I

3.1K 267 41
                                    

*Toma aire y sopla el polvo*
Ah casi, ¿Alguien sigue esperando una actualización, ah? ¡Tengo una razón por haberme desaparecido meses...! Bueno, la verdad no, simplemente una "depresión" y no quería saber nada de estos vampiros, pero bueno, ya volví a Wattpad y a seguir actualizando, por cierto, los capítulos serán así de cortos porque no quiero que esto sea muy largo para ya darle un descanso a Irelia y darle un final a su historia, ah.

••

Es impresionante como alguien puede olvidar toda una vida y ni siquiera tener alguna pista de la persona que fue, ese era mi caso.

Un día desperté en la nada, no tenía idea de cómo llegué ahí, ni de mi nombre ni de nada de mi, no fue hasta que me acerqué a un lago que supe mi apariencia física, nada más vi mis ojos pegué un grito de sorpresa, eran rojos y brillantes; y nada más pegue el grito y vi mis dientes, más exactos, mis colmillos, otro grito salió de mi garganta y caí al suelo sobre mis rodillas.

He estado averiguando cosas de mí desde que me lo encontré a él, estaba hincado mirando al lago, me pareció alguien lindo al solo ver su perfil, y una vergüenza infinita me invadió cuando me vio mirándolo; por alguna razón, él sabía quién era, sabia cosas de mí y parecía adivinar cada uno de mis movimientos, dándome a entender que me conocía bastante bien, más nunca me dijo nada de familia o amigos.

Me hice muy cercana a uno de sus hermanos, el rubio, quien también me conocía, demasiado bien, más que él

—Odio, con todo mi jodido ser, a tus fans —comenté arreglando mis lentes de sol y acomodando bien mi cabello bajo el gorro, de modo que no se viese nada, cosa que no costaba mucho, ya que tenía el cabello corto.

—Tu eres una de ellas —comentó mi amigo rubio sacándose la chaqueta que tenía y pasándose una toalla por la cara.

—¿Quién dice que no me odio a mí misma? —pregunté sonriendo—. Ew, estás sudando.

—¿No quieres abrazarme? —estiró los brazos esperando que me acercara y lo abrazara.

—Deja de coquetearle —reconocí la voz de Ruki detrás de mí, me giré para mirarlo—, sigo creyendo que deberías dejar ver tu cabello, es lindo.

—Dices eso solo porque estás conmigo —bufé girándome hacia el espejo y ocultando algunos mechones que se veían—, mi cabello me recuerda a la mujer de mis sueños, también al chico.

Vi, a través del espejo, a Kou lanzarle una mirada que no sabría describir a Ruki, quien simplemente se encogió de hombros.

Desde que habíamos ido al hospital se habían comportado de una forma bastante extraña. No los culpo, yo empecé a tener sueños que Ruki me aseguraba que eran solo eso, sueños; En ellos, aparecía una mujer de largo cabello blanco, como el mío antes, la cual estaba sentada en una silla, con la mano en una mesa, tenía un lápiz y lloraba, algunas veces dejaba que me acercara pero no lo suficiente para leer lo que escribía, no tenía que ser muy inteligente para saber que era una carta.

Siempre había sido un sueño así, hasta que fui al hospital, después de que un chico gritara mi nombre y me volteara, mi cabeza empezó a doler y desde ese día, el chico también aparecía en mis sueños, pero él se mantenía alejado de la mujer y siempre estaba serio.

Pero eso no era todo con respecto a mis sueños; cuando dormía con Ruki, cambiaban, soñaba con una niña, no más de tres años, la cual tenía el cabello rubio y sus ojos pardos, como los del chico que también estaba en el hospital, ella estaba sentada en medio de la nada, si me acercaba a ella, me miraba con una sonrisa y me agarraba de la mano diciendo: "Ven a jugar conmigo".

—¿Vamos? —preguntó Ruki extendiéndome la mano, la cual acepté con gusto.

—¿No íbamos a ir a comer? —me preguntó Kou poniendo una mueca de tristeza.

—Tiene que estudiar, Kou, ese fue el trato —contestó Ruki por mi, el rubio bufó.

—¿Por qué la haces estudiar tanto?

—Yo no la hago estudiar, tiene prueba, tiene la obligación de estudiar —giré los ojos al escucharlo—, además, planeo que estudie con nosotros.

El rubio y yo abrimos los ojos.

Eh, yo no estudiaba en una institución, yo tenía profesores particulares, Ruki, por alguna razón, no quería que estudiase con ellos, pero tampoco me quería poner en otra escuela, es por eso que me extraña que cambie de un día para otro de parecer, y sin decirme nada. ¡Este chico es todo un caso!

—¡Pero si allá está su a...!-

Ruki tomó mi mano y me sacó del camerino de Kou lo más rápido que pudo.

Este chico va a volverme loca.

—¿Qué mierda tramas, Mukami? —pregunté deteniendo su paso y soltando mi mano de la suya.

—Irelia, la boca.

—Ruki, me has estado ocultando demasiadas cosas, y yo no sé nada de mi; ¿Tengo familia? ¿Padres? ¿Hermanos? Tampoco sé cómo te conocí, me estoy aburriendo de esto.

Si hay algo que no toleraba, era el maldito silencio que dejaba él siempre que le hacía alguna de las preguntas de arriba, odiaba que me ocultaran cosas, odiaba que no fueran honestos.

No tenía idea de nada de lo que fueron mis 15 años viviendo, tampoco se cómo conocí a esta gente.

—Te he dicho que si te suelto todo de una vez, puedes colapsar, sufrir una descompensación.

Aquí vamos de nuevo. Siempre suelta esas palabras y se dispone a seguir avanzando.

—¡Eso da igual! Sabes que tengo que saber todo alguna vez, y con lo metiche que soy, no tardaré mucho en descubrir toda la verdad de golpe, amor.

¿Había dicho esa palabra?

Paró repentinamente, se dio la vuelta y caminó hacia mí para abrazarme.

Eh, ¿Qué pasa...?

—No intentes saber nada de ti, te lo pido, por descubrir cosas terminaste así, Irelia, ya casi mueres una vez, no permitas que volvamos a caer en la desesperación, no sabes cuánto costó volverte a tener.

Woah, vamos a calmarnos, ¿Desde cuándo este chico me abraza y me pide casi llorando algo? Más bien, ¡¿DESDE CUÁNDO ME MOSTRABA SU CARA SENTIMENTAL?!

EL FIN DEL MUNDO SE ACERCA, EL CIELO SE CAE.

Vamos avanzando, ahora dijo «No permitas que volvamos a caer en la desesperación», remarcó volvamos, está incluyendo a más personas, un avance, supongo...

—Ya... para... Está bien —acaricié su cabello—, no haré nada, dejaré que las cosas se presenten solas.

—¿Me llamaste amor? —preguntó al cabo de unos minutos separándose de mi.

—¿Yo? —me apunté confundida—, ah, lo que te dije antes, sí, pero si quieres te sigo llamando por tu nombre.

El tono en que lo dije demostró demasiado nerviosismo, y odiaba mostrarme así a los demás.

—Es raro escucharte hablando nerviosa, ¿Sigo poniéndote nerviosa?

—¿Tú, ponerme nerviosa? Ni las pruebas me ponen nerviosa, cariño, y si me disculpas, tengo que estudiar.

Se rió. Yo reí y entrelacé mi mano con la suya.

「No la dejaré」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora