Capítulo 6: Lo que realmente era

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Las personas que no estaban preparadas para situaciones de emergencia, hicieron un escándalo.

—¡Debemos huir! —gritó Marcos.

—¡No sin él! —grité en respuesta.

Tan pronto terminé de articular la última palabra, me choqué fuertemente con alguien, y me hubiera caído hacia atrás pero él me rodeó en sus brazos al mismo tiempo que detenía su carrera. Reconocí su aroma al instante, era Antonio.

—Aquí estás —dijo preocupado—, ya debiste haber huido.

—Eso le dijimos —se quejó Marcos. Se escuchó un fuerte estruendo y corrimos—. ¡Rápido, debemos guardar la toxina!

Al cruzar por un pasillo nos chocamos con Julio.

—¡Tengo un helicóptero arriba, debemos llevar la toxina! —nos gritó.

Se oyó otro estruendo. No sabía si ya habían entrado y estaban tras nosotros.

—¡Escuchen, señores! —dijo una fuerte voz masculina, venía de un altavoz de afuera—. Sabemos qué es lo que tienen y lo queremos ahora, o los mataremos a todos, así de fácil.

—Qué educado —dijo Marcos con sarcasmo.

Se escucharon más estruendos. Entramos al laboratorio, Julio corrió a sacar la toxina de la caja fuerte y hubo un estruendo más. Sin duda ya habían destrozado los cristales reforzados con algo grande, pues escuchamos sus gruñidos también. Antonio bloqueó la entrada con una de las pesadas mesas justo antes de que se estrellaran contra la puerta.

Se oyeron murmullos, ya estaban del otro lado.

De pronto empezaron a estrellarse contra la puerta. Antonio sostenía la mesa para que no lograran entrar, y Marcos corrió a ayudarle.

—Listo, la tengo, ¡vamos! —anunció Julio.

—Estamos atrapados —exclamó Marcos mientras sostenía la mesa.

—Por aquí —nos guió.

Retiró una vitrina y abrió una pequeña puerta.

—Vaya, debimos suponer que tendríamos algo así.

Subimos corriendo. Llegamos al segundo nivel y corrimos hacia las escaleras para llegar hasta el techo. Escuchábamos los destrozos que ocasionaban los H.E en el nivel inferior. Al parecer todos habían logrado huir en los helicópteros.

—¡Corran, corran! —insistió Julio—. Oscar ha logrado infiltrarse en el estacionamiento privado del sótano para huir en su auto con una falsa toxina, con algo de suerte los H.E se irán siguiéndolo.

Otro grupo de evolucionados apareció por el final del pasillo, venían tan rápido que Antonio tiró de mí para esquivarlos e ir hacia el otro lado. Mis amigos voltearon a vernos.

—¡Marien!

—¡Salven la toxina! —respondí.

—¡Te enviaremos un helicóptero!

Terminamos encerrados en una especie de closet en donde habían artículos de limpieza. Me sentí perdida por un momento, sintiendo que ellos me atraparían. Respiraba agitada y estaba contra el cuerpo de Antonio, quien vigilaba por la rendija de la puerta.

—Está bien —me calmó—, buscan la toxina, no a nosotros...

Había silencio, excepto por mi respiración. Él no parecía tan agitado sin embargo. No podíamos quedarnos ahí de todas formas, ellos habían dicho que si no obtenían la toxina matarían a todos los que encontraran.

Ojos de gato Tentador [La versión de ella]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora