32. La Única Manera de Sanar mi Corazón

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Sí... no...

Te amo... te odio...

No hay día que no estés presente en mi mente... no he pensado en ti desde el día en el que te dejé.

La línea entre aquellas palabras era demasiado delgada y definiría ya cualquier cosa que sucedería en mi vida a continuación.

Borrar y continuar... parecía una opción demasiado tentadora, borrar el mal recuerdo que tenía con todos, porque a todos ellos los quería muchísimo y a Steve lo amaba. Continuar con la vida que tenía en el Complejo al lado de todos ellos...

Por el otro lado recelar y abandonar... decirle que no... olvidarme de mis estúpidos sentimientos y tener una vida solitaria y nada plena en la que probablemente todos los días estarían él y mis amigos en mi mente.

¿Qué debía decidir ahora?

¿Qué debía decirle?

¿Quería que se fuera? ¿Quería que se quedara?

¿Quería ser feliz o infeliz el resto de mi vida?

Demasiadas preguntas a las que contestar con una sola respuesta.

Sentí un incómodo retortijón en mi estómago al no saber si podía responder, y también unas terribles náuseas lo acompañaron, no sé si han experimentado esa sensación, la de grandes nervios que llegan sin previo aviso. Estaba inclusive hasta más nerviosa que cuando lo vi llegar, porque no creí que me diría sin dudarlo que yo era el amor de su vida, ni que estuviese prácticamente forzándome a decirle mis sentimientos por él.

Sí, ok... estaba consciente de lo que le profesaba a él, y de que todos los días lo extrañaba y pensaba en él, sobre todo, añoraba sus brazos alrededor de mi cuerpo todo el tiempo desde que me marché.

Más lágrimas salieron de mis ojos sin que yo pudiese evitarlo.

Volví a levantar la vista y apreté los labios por un segundo.

Nuevamente esos ojos ejercieron una fuerza mayor sobre mí, y aunque yo traté de que no fuese así, fracasé.

El tono azulado de su intensa mirada me invadió y volvió a acabar con todo, pero no entendía por qué la gran necedad suya de hacerme esa pregunta, cuando yo creía que mi cuerpo en este momento le estaba dando la respuesta.

— ¡¿Por qué insistes en preguntarme eso?! —lo cuestioné limpiando una de mis lágrimas.

—Sophie... mi amor... estoy perdiendo la cabeza sin ti. Te necesito y estoy seguro de que solo contigo podré volver a ser feliz, estoy dispuesto a recuperarte pero también sabré entender y aceptar que tú ya no me quieras y que si estás mejor y más feliz sin mí, tendré que vivir con ello, solo quiero que me lo digas tú misma, cariño, porque de otra forma... jamás estaré seguro y no podré vivir en paz... y creo que tú tampoco, porque te conozco.

Sabía que de cierta forma tenía razón, porque estar el uno en frente del otro era algo que debía pasar en algún momento, por el bien de ambos...

Analicé sus palabras y traté de encontrar alguna incongruencia, algún indicio que me dijese que él solamente quería jugar con mis emociones.

Si yo era experta en algo después de todas mis experiencias a lo largo de mi vida, era en detectar mentiras, y esta vez los ojos de Steve Rogers no me transmitieron ningún engaño.

Él me quería...

¿Me... me quería?

Santo Dios...

El corazón me latió con fuerza y se adjuntó con mi mente para ya dejar de retrasar todo esto. Dos meses sin él, meses sumida en la desesperación y tristeza por su ausencia, largas semanas fantaseando con lo que podía ser de nuestra vida, días en los que extrañaba aquella construcción al Norte de Nueva York que era más que la sede de Los Vengadores para mí... y el día de hoy Steve estaba frente a mí, pidiéndome regresar, Steve estaba diciéndome que yo era el amor de su vida, que me necesitaba... y no me ofreció tontas excusas para justificarse, sino que realmente me expuso la honestidad que siempre lo había caracterizado...

Collision [•Steve Rogers•]  (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now