3. Ayuda

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¿Ya casi llegas?

—Estoy en el granero Francis, ¡Dios! Te portas como mi madre...—le dije a mi hermano, riendo.

Más vale, sabes que me preocupo por ti...

—Lo sé, Clint. Pero bueno, ¿Y tú? ¿Qué pasó? ¿Ya hallaron el dichoso cetro del dios de los venados?

Escuché la risa de Clint a través del teléfono, risa que fue bastante breve.

Aún no, ya vencimos la base de Indonesia, no hay señal del cetro, pero no podemos dejar de buscar, Strucker esconde algo.

—Cuídate mucho, idiota.

Claro que sí, tonta.

—Ok... Bueno, si te interesa saber, ya voy a tu casa, así que te colgaré. TEN MUCHO CUIDADO ¿ME OÍSTE?

¿Ahora quién es la madre regañona?

Los dos reímos.

—Te quiero, Francis.

Y yo a ti, Arlet.

Sonreí y colgué el teléfono caminando en el campo verde que rodeaba la casa de Clint.

Al llegar al pórtico, toqué el timbre de la linda casa en la que vivían los Barton. Este a decir verdad, era el único lugar espacioso en el que no me sentía incómoda y eso se debía al tiempo que he pasado aquí.

Después de que me ocurrió esa cosa horrible y que Clint me hallara cuando estaba al borde de la muerte, me trajo a su casa, donde viví durante un tiempo. Los Barton me cuidaron y me acogieron, me ayudaron junto con Fury y Maria a desaparecer del mapa.

En estos años Clint me había sido de mucha ayuda, y aunque no éramos familiares de sangre, él siempre había asumido el papel del hermano mayor que nunca tuve y su familia, era mi familia, así que cuando Clint era llamado a alguna misión con los Vengadores o misiones independientes antes de que SHIELD cayese, yo me encargaba de ir a pasar algunos días con su familia y mantener a Laura al tanto de lo que Clint quería, ya que a veces le daba un poco de miedo la posible reacción de su esposa y más ahora en su estado; era lo mínimo que podía hacer por Clint, después de que él me salvara la vida. Además, no me molestaba en lo absoluto.

La esposa de Clint, Laura, desde un principio me ofreció su ayuda incondicional y recién ocurrido todo dijo que cuantas veces necesitara ellos iban a estar ahí, que mi hogar y familia era con ellos y sí, en definitiva, los Barton eran mi familia.

En menos de un minuto me encontré con el rostro de Laura, quien me sonrió.

— ¡Hola Sophie! —dijo envolviéndome con sus brazos, yo igual lo hice con mucho cuidado de no apretarla ni a su enorme vientre de embarazo.

—Laura, te extrañé—dije y tomé su vientre entre mis manos—y tú, pequeño Nathaniel, espero que estés dejando dormir a tu mami.

—Es otro el que no me deja dormir—respondió Laura y yo reí.

—Estúpido Francis...—entré junto a Laura y de inmediato se sintió el aire hogareño tan típico de esta casa— ¿Y dónde están mis niños adorados? —pregunté fingiendo acechar sabiendo que vendrían a mí en cualquier momento.

— ¡¡Tía Sophie!! —exclamó la pequeña Lila corriendo a mis brazos, yo de inmediato la recibí con entusiasmo.

— ¡Hola princesa! ¡Me da mucho gusto verte!

La niña rodeó sus brazos en mi cuello y siguió sonriendo.

— ¿Y yo qué? —preguntó Cooper de brazos cruzados.

Collision [•Steve Rogers•]  (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora