Capítulo. XLXV. Lejos

328 50 31
                                    

Lucas

Siento mi piel arder, ya mis brazos duelen de estar tanto tiempo colgando el peso de mi cuerpo. Cierro los ojos para calmar mi malestar, pero de pronto la puerta se abre dejándome ver a Alejandro con una amplia sonrisa, se acerca a mí, al quedar frente deja salir el humo del cigarrillo en mi cara; de inmediato me hace toser.

__ Hola lindo –su mano baja por mi abdomen al llegar a mi pantalón se detiene –hoy estás más guapo –su mano sube hasta cara –te sacaré a esa tipa de tu mentecita mi pequeño –besa mi mejilla. Sin demora lo miro con rabia y al parecer no le agradó –eres tan renuente y desubicado.

__ ¡Aaah! –Estruja el cigarrillo en mi pecho –maldito –logro decirle.

Sujeta mi cara con fuerza, mostrándome una sonrisa torcida su cara se acerca a la mía y pasa su lengua por mi rostro.

__ Es hora de domarte como es debido, ya que tu padre me dio permiso de hacer lo que me venga en gana ¿No es genial? –Camina hasta una de las mesas y trae un bisturí –quiero ver tu linda expresión de dolor una vez más –y sin dudarlo lo hunde en mi pecho abriendo mi carne, siento lo caliente de mi sangre correr por mi cuerpo –no es divertido cuando no gritas –rápido introduce su dedo en mi herida.

Así estuvo por unos minutos, cortando y abriendo mis heridas, sus manos recorren cada parte de mí, disfrutando de mi dolor y humillación.

__ ¡Odia a esa perra! –Grita tirando de mi cabello hacia atrás –ella ahora está tranquila y feliz, mientras tú sufres por sus errores. Pero cuando todo esto termine serás mío, mi dulce Lucas –acaricia mi pecho ensangrentado –me amarás.

__ Eso no pasará, jamás odiaría a la mujer que amo. Por ella es que lo hago –digo con dificultad –si salgo de aquí te mataré.

__ ¡No digas eso! –Vocifera golpeando mi cara con dureza –tendré que ser más drástico.

……………………………………..

Las constantes torturas no paran, ya no puedo siquiera tener los ojos abiertos, ya ha pasado una semana y mi cuerpo casi colapsa. Sin comer ni beber nada es como buscar la muerte segura sin mencionar la cantidad de sangre que he perdido y las dolorosas inyecciones de qué sé yo; éstas me producen un dolor sin alivio durante la noche.

__ Bájenlo –grita Alejandro –ya es suficiente. Ayúdenlo a ducharse y comer algo.

Siento que me arrastran sin ninguna consideración. Luego de andar por un buen rato abren una puerta y me tiran en medio de lo que parece una habitación.

__ Bañen a este tipo y le dan algo de comer.

Intento abrir los ojos pero es imposible pesan tanto que siento que jamás volverán a abrirse. Unas manos suaves sacan mis ropas y me hacen entrar en una bañera con agua tibia, todos mis músculos se relajaron.  

Siento como mis manos son atadas a la cabecera de la cama y hay de nuevo ese pinchazo. Ese desgraciado es le vale matarme ahora o no quedará parte sana de él si salgo con vida de esto.      

__ Espero estés cómodo –Alejandro sube a la cama –quiero tener el honor de disfrutar de este lindo cuerpo –sus manos llegan a mi pantalón –al fin serás mío.

__ ¡No te atrevas a tocarme hijo de perra! –vocifero.

Desabrocha el pantalón y con esa fea sonrisa me mira ansioso.

__ Te lo advertí –le doy una patada, pero el detiene mi pierna –maldito déjame.

__ No luches. Es imposible ir en contra de mí –un frío recorre mi columna al ver sus intenciones. –sé qué te gustará.

Sangre y Aullidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora